Diario de León

El largo adiós del último bazar del Bierzo con almadreñas de Mondoñedo

La Ferretería Villarejo de Bembibre cerrará después de 120 años el próximo 31 de diciembre de 2024

La Ferretería Villarejo de Bembibre cerrará después de 120 años el próximo 31 de diciembre de 2024 para integrarse en el edificio cultural de la plaza Mayor. El Ayuntamiento tiene un año para concluirlo y ya ha solicitado hasta 800.000 euros al Gobierno central y también a la Junta de Castilla y León para acabar la reforma. 

Ponferrada

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En la tierra fértil donde Álvaro Cunqueiro imaginó sus relatos de magos y sirenas sobrevive un fabricante que todavía vende fuera de Lugo las almadreñas de madera que nuestros abuelas y abuelos usaron para caminar sobre el barro cuando los pueblos estaban sin asfaltar. Las almadreñas negras de Mondoñedo, que en muchos lugares de la provincia de León se llaman galochas, son uno de los productos que dejarán de venderse el 31 de diciembre de 2024 en un bazar discreto, pero cargado de historias; la vieja Ferretería Villarejo de Bembibre.

Y dejarán de venderse no porque dejen de fabricarse o porque no haya quien las compre, si no porque la ferretería y tienda ‘de todo’ que Victorina Villarejo abrió hace 120 años en la plaza Mayor de Bembibre cerrará sus puertas cuando se jubile su último propietario y pasará a integrarse en el edificio cultural que acondiciona desde hace un lustro el Ayuntamiento. Las almadreñas, las cacerolas de acero, los tornillos, las regaderas de plástico, el menaje del hogar o las herramientas de bricolaje que hoy se venden en la ferretería centenaria dejarán espacio a las fotografías en blanco y negro que a lo largo de su vida tomó el hijo de la fundadora del negocio —ese artista discreto que se movía en los límites de las sombras que fue el filántropo Bernardo Alonso Villarejo (1906-1998)— a algunos cuadros de María Isabel Alonso Llorente —otra integrante de la familia con vena artística— y a las doscientas obras, entre óleos y dibujos, que con un valor estimado de medio millón de euros quiere donar a Bembibre la que fue compañera del pintor Amable Arias, Maru Rizo; albacea de un artista total que se hizo un nombre con el grupo Gaur en San Sebastián y que no ha dejado de revalorizarse desde su fallecimiento en 1984.

La Ferretería Villarejo, que tuvo su ‘sucursal’ en Ponferrada hasta que se acabó el siglo XX, se integrará así en las dos plantas del edificio de estilo modernista levantado en 1919 sobre el solar del antiguo establecimiento y donde Victorina Villarejo, viuda de Francisco Alonso Villaverde, vivió hasta su muerte en 1955. Desde ese año, las dos plantas superiores quedaron vacías.

La Ferretería Villarejo de Bembibre fue durante décadas un negocio próspero que llegó a dar empleo a siete personas (más otras 15 en Ponferrada) en sus mejores tiempos. «Cuando yo entré a trabajar aquí como mozo en el año 1982, solo la facturación de un mes ya era mayor que todo lo que facturo yo ahora en un año», le cuenta a este periódico Pepín ‘Villarejo’ —en realidad se llama José Manuel Otero Rincón— el empleado que en el año 2001 se convirtió, por un acuerdo con la familia, en el último propietario del bazar y que, de nuevo por acuerdo entre la familia y el Ayuntamiento de Bembibre, no desalojará el negocio que ocupa el enorme local del bajo del inmueble hasta que se jubile el 31 de diciembre de 2024. Una fecha que coincide con la prórroga concedida al Ayuntamiento por los descendientes de Victorina Villarejo —que vendieron el edificio por cien mil euros, un precio por debajo del mercado— para que termine de acondicionar el centro cultural. Si no fuera así, el Ayuntamiento tendría que abonarles otros cien mil euros.

No está claro en que año exacto abrió la ferretería en un inmueble anterior al actual, que ocupaba parte de solar que Francisco Alonso Villaverde tenía tras de la iglesia de San Pedro, en la plaza Mayor de Bembibre. «Mi abuela Victorina se quedó viuda muy pronto y se hizo cargo del negocio», cuenta Francisco Alonso, sobrino de Bernardo Alonso. En cualquier caso, el negocio dio para levantar el edificio actual de dos plantas, con sus galerías y balcones señoriales uno de los edificios más singulares de Bembibre, en el año 1919. Victorina Villarejo y Francisco Alonso Villaverde tuvieron tres hijos; Julián, que falleció a los cuatro años, Bernardo y Francisco. Y fue Bernardo el que tomó el relevo en la gestión, pero sin olvidarse nunca de su hermano. La Guerra Civil sorprendió a Francisco Alonso Villarejo en Barcelona y tardó un año en encontrar la forma de regresar a Bembibre. «Cuando lo hizo, mi tío Bernardo le presentó todas las cuentas de la ferretería a mi padre y le dio el 50 por ciento de todo. ‘Esto lo has trabajado tú’, le dijo mi padre. Pero Bernardo le respondió que si él tenía un sueldo de la ferretería mi padre también tendría», narra Francisco Alonso hijo.

Con el tiempo, la Ferretería Villarejo en la avenida de La Puebla de Ponferrada tuvo su propio recorrido, y Francisco Alonso hijo, que estudió Economía en Bilbao, tomó el relevo de su padre —en 1986, con un ordenador de la época y cuando no existían los códigos de barras, fue pionero en codificar las 20.000 referencias de la tienda— mientras su tío Bernardo Alonso seguía al frente de la de Bembibre, se convertía en un artista discreto de la fotografía, y se preocupaba por que la capital del Bierzo Alto tuviera residencia de ancianos (El Santo), casa de oficios (que lleva su nombre) y un segundo parque en la plazuela del Quijote cuyo solar donó al Ayuntamiento con la condición de que instalara una zona de juegos infantiles. Bernardo Alonso, genio y figura, acabó por comprar él mismo el tobogán, el columpio y otros juegos para evitar retrasos.

Y cuenta su sobrino Francisco, que Bernardo Alonso Villarejo —casado con Elisa Rodríguez, con quien no tuvo hijos— quiso adoptarle legalmente y así se lo propuso a su padre un día. «‘Déjamelo a mí, que tu ya tienes cinco hijas’», le dijo de sopetón. Y Francisco Alonso padre, estupefacto, le respondió que no.

El último dependiente

Bernardo acabó por venderle, eso sí, la ferretería de Bembibre a su sobrino Francisco. Y su sobrino se la dejó, entrado ya el siglo XXI al último dependiente que la atendía. Pepín ‘Villarejo, que comenzó a trabajar en el bazar en 1982, todavía muestra a este periódico, en las vetustas oficinas de la ferretería, las esquelas de quien fue su patrón y su mujer. En los almacenes aún conserva productos que dejaron de venderse porque pasaron de moda, como unos chanclos de goma para la lluvia que se empeña en regalarle al periodista. Y el periodista no sabe decirle que no y se los lleva. Otra cosa sería que tuviera que salir de la ferretería calzado con las almadreñas.

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