Una estrella lejana se deja sentir en la Tierra
Un estallido de rayos gamma (GRB) a causa de la explosión de una estrella a 2.000 años luz provocó una perturbación en la ionosfera que se reflejó en forma de ondas de radio
La explosión de una estrella a 2.000 millones de años luz generó un estallido de rayos gamma (GRB) que han viajado hasta impactar con la Tierra, lo que provocó una perturbación en la ionosfera de nuestro planeta. El suceso fue registrado por el telescopio espacial integral de la Agencia Espacial Europea (ESA) y otros satélites; el análisis de sus efectos podría proporcionar información sobre las extinciones masivas durante la historia de la Tierra. El Laboratorio Internacional de Astrofísica de Rayos Gamma (Integral) fue lanzado por la ESA en 2002 y desde entonces ha detectado explosiones de rayos gamma casi a diario, pero GRB 221009A fue «de todo menos ordinaria», informó la ESA. «Fue probablemente la explosión de rayos gamma más brillante que hemos detectado nunca», según Mirko Piersanti, de la Universidad de L’Aquila (Italia) y autor principal del estudio que publica hoy Nature Communications.
Los estallidos de rayos gamma son el derramamiento de energía de estrellas en explosión llamadas supernovas, o de la colisión de dos estrellas de neutrones superdensas. El ahora estudiado es «el más fuerte jamás medido» y su rival más cercano registrado es diez veces más débil. Estadísticamente un GRB de tanta intensidad llega a la Tierra una vez cada 10.000 años.
Los instrumentos en Alemania detectaron señales de que la explosión perturbó la ionosfera de la Tierra durante varias horas, por lo que el equipo tuvo la idea de buscar sus efectos en la tenue capa superior de la atmósfera. Esta capa contiene gases cargados eléctricamente llamados plasma y se extiende desde unos 50 kilómetros hasta 950 de altitud. La ionosfera superior está por encima de los 350 kilómetros.
«Afectó a las capas más bajas de la ionosfera de la Tierra, situadas a solo decenas de kilómetros sobre la superficie de nuestro planeta, dejando una huella comparable a la de una gran erupción solar», destacó Laura Hayes, investigadora y física solar de la ESA.
«La huella se produjo en forma de un aumento de la ionización en la parte inferior de la ionosfera y detectamos cómo las ondas de radio rebotan a lo largo de la ionosfera», explica Haynes. Estos hechos refuerzan la idea de que una supernova en nuestra propia galaxia podría tener consecuencias mucho más graves, que no solo afectaría a la ionosfera, sino que podría dañar la capa de ozono, permitiendo que la peligrosa radiación ultravioleta del Sol alcanzara la superficie.