LOS ASESINOS DE CAMELOT
Se cumplen seis décadas de la muerte de John Fitzgerald Kennedy, uno de los líderes políticos más carismáticos que ha dado la historia de los Estados Unidos
JFK, como se le conocía popularmente, moría a los 46 años tras recibir varios impactos de bala en público en Dallas (Texas) el 22 de noviembre de 1963 ante la presencia e impotencia de su esposa Jackie, que le acompañaba en la limusina presidencial por las calles de esta ciudad, mientras saludaban a la multitud. La imagen de Jackie, ensangrentada y desconcertada en el descapotable presidencial tratando de ayudar a su marido, dio la vuelta al mundo. Hoy en día, las circunstancias en las que se produjo su asesinato siguen siendo una incógnita.
El trigésimo quinto presidente de Estados Unidos nació en una casa relativamente modesta en Brookline, a las afueras de Boston (Massachusetts) el 29 de mayo de 1917. John fue el segundo de los nueve hijos de Rose Fitzgerald y Joseph Patrick Kennedy, un empresario que fue embajador en el Reino Unido (de 1937 a 1940), durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt. A pesar de su frágil salud no defraudó a sus padres, de origen irlandés. Ávido lector, reconocido donjuán y amante del deporte, Kennedy viajó por Europa, donde su padre ejerció como embajador de Estados Unidos en Londres. Graduado en Humanidades con honores en la Universidad de Harvard, combatió en la II Guerra Mundial, de donde regresó convertido en un héroe.
Educado en la religión católica, en 1953 contrajo matrimonio con Jacqueline Lee Bouvier, antigua fotógrafa de prensa que se convertiría en la más glamurosa primera dama de los Estados Unidos de América. La pareja tuvo dos hijos, Carolina nacida en 1957 y John-John, en 1960, quien falleció en un trágico accidente de avioneta en 1999 junto a su esposa y su cuñada truncando así sus aspiraciones políticas.
En 1945, JFK fue elegido congresista demócrata por el Distrito 11 de Massachusetts, cargo para el que fue reelegido en 1948 y 1950. Dos años después, se presentó a las elecciones para el Senado por el estado de Massachusetts cuya victoria frente al republicano Henry Cabot Lodge resultó una gran sorpresa.
Tras ejercer de congresista y senador en el Capitolio de Washington, el joven John alcanzó el cenit de su carrera política el 8 de noviembre de 1960, cuando se impuso como candidato demócrata al republicano Richard Nixon en unas reñidas elecciones presidenciales.
Kennedy tomó posesión del cargo el 20 de enero de 1961 y se convirtió en el primer presidente católico de EE. UU. y el más joven de toda la historia del país. Durante el primer año de su Presidencia, tuvo que lidiar con el frustrado intento de invasión de la cubana Bahía de Cochinos para derrocar a Fidel Castro (1961) planificado por disidentes del régimen.
Además, durante en 1962 y un año antes de su muerte afrontó una grave tensión política con la entonces URSS, durante la llamada crisis de los misiles, que fue el intento soviético de instalar éstos en Cuba y que situó al planeta al borde de una guerra nuclear entre EE. UU. y la ya extinta Unión Soviética, y el impulso de la carrera por la exploración del espacio exterior, entre otros desafíos. En política exterior, formó los Cuerpos de Paz y promovió la creación de la Alianza para el Progreso, con el fin de favorecer la cooperación con Iberoamérica.
De su legado, el mundo se queda para la posteridad con su magistral oratoria, encumbrada en la famosa frase de su discurso de investidura pronunciado el 20 de enero de 1961 en el que dijo: «No preguntes qué es lo que tu país puede hacer por ti; pregunta qué es lo que tú puedes hacer por tu país».
Muchas han sido las hipótesis sobre el origen de su asesinato. En 2021, EE. UU. desclasificó más de mil documentos secretos sobre la muerte de Kennedy aunque no incluyen la totalidad de ellos en poder del Gobierno sobre este asunto. En 1964, el llamado Warren, elaborado por un magistrado y presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos y como resultado de una investigación oficial, concluyó que el atentado había sido obra de un solo hombre, Lee Harvey Oswald, un exmarine de 24 años que negó en todo momento la autoría del magnicidio. Oswald no llegó a ser juzgado ya que dos días después de su detención murió a consecuencia de los disparos del propietario de un club nocturno y sospechoso de tener relación con la mafia, quien ante las cámaras de televisión y durante el traslado del sospechoso, le disparó y acabó con su vida.
Frente a la tesis del informe Warren de que el magnicidio fue obra de un solo hombre, con los años se ha fomentado la idea de que su asesinato fue producto de una conjura, nunca probada. En este marco, el estratega político estadounidense Roger Stone, que fue confidente y asesor de Richard Nixon, considera que el asesinato de Kennedy y la frustrada invasión de Bahía Cochinos para derrocar a Fidel Castro y el escándalo Watergate «están inextricablemente relacionados».
Los restos de JFK yacen en el Cementerio Nacional de Arlington, a las afueras de Washington, junto a los de Jackie. De día y de noche, llueva o nieve, la tumba de Kennedy está alumbrada por la «llama eterna». Su memoria sigue viva en América y como rezaba un pasaje de su discurso de investidura, «el resplandor de ese fuego puede iluminar el mundo». Su muerte le convirtió en mito.