El ocaso de Afganistán
álvaro soto
No hay periodista en España que conozca Afganistán como Mónica Bernabé, pero ese enorme compromiso con un país tan difícil se ha cobrado un alto precio en su vida personal: del derrumbe de Afganistán y en paralelo, de su propia caída a los infiernos, trata el nuevo libro de la reportera barcelonesa (1972), Crónica de un fracaso, publicado por Debate, un largo reportaje en el que denuncia el abandono al que ha sido sometido este Estado, zarandeado por la historia y por sus dirigentes.
«En Afganistán comprobé que, aunque parezca imposible, el ser humano se adapta a todo», cuenta Bernabé, que vivió ocho años en Kabul, el último de ellos, rememora, a atentado diario. «Sentí miedo muchas veces, por supuesto, a quedarme mutilada en un atentado, como le pasó al fotógrafo Emilio Morenatti en 2009, o sobre todo, a ser víctima de abuso sexual, porque yo era una mujer que viajaba sola por el país y me encontraba solo con hombres», explica la periodista. A la vez, la población afgana «es muy hospitalaria» y «muy machista», lo que, paradójicamente, le abrió puertas para su trabajo. «Ser una mujer reportera era una ventaja: creen que eres más débil y muchas veces, no me preguntaban qué hacía en determinados sitios. Tras un atentado, sí que les chocaba que hubiera una mujer, y me podían gritar. Pero solamente una vez tuve un problema, con un diputado del Parlamento, que se negó a responderme porque yo era mujer». En un contexto tan complicado, Bernabé podía sentirse hasta una privilegiada, ya que en casa tenía electricidad, agua o internet, lujos de los que no disponían la mayoría de las familias, «aunque en cualquier momento te podías quedar sin ellos y había que armarse de paciencia: lo más importante era mantener la calma». Cuando se marchó se desmoronaba el país por el que había sacrificado tanto.