Diario de León

Mentiras sobre Frida Kahlo

Marie Córdoba, biógrafa de la pintora Frida Kahlo, sostiene que la artista mexicana se inventó su propio personaje para sobrevivir en un país profundamente machista.

Imagen de ‘Las caras de Frida’, una exposición interactiva

Imagen de ‘Las caras de Frida’, una exposición interactiva

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León

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antonio paniagua

Dentro de los límites que le imponía una sociedad patriarcal como la mexicana, Frida Kahlo (1907-1954) consiguió más o menos hacer lo que quiso y alumbrar una obra pictórica que hoy es más famosa que la de su marido, Diego Rivera. Pero para lograr este empeño tuvo que realizar una maniobra estratégica de despiste, pintando obras que dan pie a una doble lectura y recreando una biografía que modificaba según le convenía. «Para vivir con cierta libertad y pintar como ella quería, Frida Kahlo tuvo que ocultar en su momento muchas cosas», argumenta Marie Córdoba, autora de ¡Que viva Frida! (El mono libre), un libro en que se impugna la visión de la artista «como una mujer perdidamente enamorada, que se lamenta por no tener hijos y que se entretiene pintando cuadritos domésticos esperando que regrese el esposo infiel».

Frida Kahlo se refería a ella misma como «la gran ocultadora», lo que debiera poner en alerta a cualquier biógrafo. La artista mintió sobre su fecha de nacimiento, un detalle en apariencia nimio, a la vez que exageró las consecuencias de un terrible accidente de autobús que sufrió y que fue causa, según ella, de que no pudiera tener hijos. «Ella siempre dijo que el mayor sufrimiento de su vida era no haber podido tener descendencia y que sufrió muchos abortos a causa del accidente, algo que es cierto, pero también tuvo varios abortos voluntarios», sostiene Córdoba.

La pintora se dotó de una máscara, la de artista doméstica y autora de cuadros supuestamente banales, pero gracias a ese disfraz acabó eclipsando a muchos de sus coetáneos. Al relativizar la importancia de su obra, que presentaba como un pasatiempo, un quehacer anodino como para otras mujeres podía ser la costura, Kahlo se libró de las comparaciones con otros creadores con los que no quería disputas. «Ella sabía muy bien el peso de su obra. En realidad evitó competir con los pintores muralistas revolucionarios, que eran todos hombres».

Esos muralistas a los que se refiere Córdoba son José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, pintores a los que el nuevo Estado encargó que ilustraran la historia del país en las paredes de edificios emblemáticos para que todos los ciudadanos tuvieran acceso a ella. Así nació el muralismo mexicano. El primer encargo oficial que recibió Diego Rivera fue precisamente pintar el mural La Creación, en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, la Prepa, donde Frida cursó sus primeros estudios.

Infidelidades

Mucho se ha hablado de las infidelidades de Diego Rivera. La biógrafa de Kahlo desconfía de las versiones que hablan de la supuesta abnegación con que Kahlo vivió las aventuras extraconyugales del marido, salvo aquella en la que estuvo involucrada su hermana pequeña, Cristina. Fue el único engaño que afectó realmente a Frida, hasta el punto de que abandonó la casa común y se trasladó al centro de México.

Pero en los demás, Córdoba sostiene que la artista desafió la moral burguesa y también tuvo sus romances, algunos con mujeres. Tanto es así que Kahlo pagó con la misma moneda a su esposo al mantener un breve amor con Trotsky cuando este se asiló en México a raíz de la persecución de Stalin. Al revolucionario, que entonces tenía 57 años, le atrajeron de inmediato la belleza y el temperamento de Frida y ella quedó seducida por todo lo que él representaba. Ambos llegaron a comportarse como adolescentes. Trotsky deslizaba cartas en libros que luego le prestaba a Frida.

«Ella también vivió aventuras extramaritales, tal vez más largas e intensas que las de Diego Rivera. Solo que Frida las tuvo siempre en el extranjero, en Estados Unidos, porque si las hubiera vivido en México la hubieran apedreado, como pasó con otras artistas».

En 1953 le tuvieron que amputar la pierna por debajo de la rodilla a causa de una gangrena, episodio que la sumió en una gran depresión y que la llevó a intentar suicidarse en un par de ocasiones. El infortunio del accidente la obligó a pasar 32 veces por el quirófano, una circunstancia que hace pensar a Marie Córdoba en que la pintora incurrió en conductas autolesivas. «Algunos médicos dijeron que muchas de las operaciones quirúrgicas a las que se sometió no eran necesarias y que el hacerlo vendría a ser una forma de automutilación. En la correspondencia que mantuvo con su médico queda muy claro que las intervenciones en la columna vertebral no se debían al accidente, sino a una malformación congénita. Ella misma se configuró un personaje de mater dolorosa».

La obra de Kahlo ha sido muchas veces reducida a una pintura biográfica, algo cuestionable. «No por ser una pintora de la intimidad es Frida una pintora sin formación, aunque esta no fuera académica». Córdoba aduce que su obra fue también revolucionaria, por cuanto contribuyó a forjar una nueva identidad nacional, lo cual «pasaba por la recuperación del pasado indígena» de México. «Si muchos de estos aspectos de la vida y obra de Frida Kahlo han quedado un poco en la sombra es porque la propia Frida los había disimulado para poder vivir y desarrollar su obra en un país que por muy revolucionario que se proclamara no dejaba de ser profundamente machista».

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