Diario de León

«Las mujeres florecen en el climaterio»

Julia Montejo presentó en León su libro ‘Todas esas chicas de zapatos rojos’

Julia Montejo con su libro ‘Todas esas chicas de zapatos rojos’ ayer en Sierra Pambley. FERNANDO OTERO

Julia Montejo con su libro ‘Todas esas chicas de zapatos rojos’ ayer en Sierra Pambley. FERNANDO OTERO

León

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«Había días en los que sentía más necesidad de sentarme a escribir». Y esos días coincidían con cambios hormonales en su cuerpo, cuenta Julia Montejo al hablar del origen de su libro Todas esas chicas de zapatos rojos (Huso Editorial) que presentó ayer en León, en la Fundación Sierra Pambley, arropada por la historiadora y actualmente concejala de Cultura en León, Elena Aguado.

A partir de esa experiencia personal, la escritora navarra se propuso indagar en la base hormonal o biológica de la pulsión creativa. Un acicate más para comprobar hasta qué punto las hormonas podían influir en la creatividad fue «la reticencia en el movimiento feminista a reflexionar sobre cuánto tiene que ver lo biológico en la creatividad».

El tema se convirtió en tesis doctoral y una de sus conclusiones fue que «la tendencia a la creatividad es muy superior en las mujeres porque está relacionada con las heridas y la pérdida de estabilidad, de encontrar un lugar en el mundo y también perderlo», explica.

A lo largo de su investigación comprobó que cuestiones que parten de un fundamento fisiológico terminan en un condicionante de género. Julia Montejo, que es licenciada en Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra, realizó entrevistas a 39 escritoras conocidas —Marta Sanz, Rosa Montero o Elvira Lindo, entre otras— mediante un cuestionario con metodología científica para ver si había unos patrones en los que la creatividad se disparaba y los encontró en las «revoluciones hormonales».

El síndrome premenstrual, los embarazos, abortos y el climaterio son los puntos de inflexión de las hormonas en las mujeres. «Escritoras del siglo XIX, sobre todo norteamericanas, ya habían dado testimonio de que en el embarazo y el primer año de vida de sus bebés habían sentido una pulsión muy fuerte». Escritoras como Alfonsina Storni, Emilia Pardo Bazán o Virginia Woolf también refirieron esos «patrones, soterrados bajo esquemas culturales», señala la escritora.

La teoría vale igualmente para los hombres. Pero las revoluciones hormonales masculinas y femeninas son diferentes. «La pubertad es la época en la que los hombres viven la mayor explosión hormonal. Es la época en la que empiezan a escribir», añade. Muchos escritores han dejado testimonio del impacto que tuvo en su creatividad, como es el caso de Óscar Wilde, que no podía escribir cuando estaba con su amante, pero sentía gran necesidad de hacerlo cuando estaban separados.

Los hombres tienen menos episodios hormonales y han gozado, tradicionalmente, de más tiempo para escribir, de manera que a los 35-40 años «tienen carreras consolidadas». A las mujeres les cuesta más esa carrera, entre otras cosas por los condicionantes de género. «Es a partir del climaterio y la menopausia cuando las mujeres tienen carreras más ricas y muy interesantes», sostiene Julia Montejo.

«Hay un florecimiento a pesar de todas las dificultades. Las mujeres acuden más a los clubes de lectura, a los liceos...», subraya. «La pulsión creativa está relacionada con la pérdida de equilibrio, yo parto del tema hormonal pero el género azuza esa pulsión», admite. Las mujeres cuidan a los hijos, a los maridos, a los padres... Ese condicionante deviene en una frustración que «se llena de esas heridas que alimentan la pulsión creativa», añade.

La gran diferencia es que las mujeres mayores de 50 años tienen como referente a Simone de Beauvoir, para quien el cuerpo de la mujer era un obstáculo, mientras que las menores de esa edad están más en la línea de Luce Irigaray y otras autoras para quien su cuerpo es importante por se utiliza para la creación.

Todas esas mujeres de zapatos rojos nació de la tesis doctoral, con un título inspirado en unos versos de Ann Sexton. Esta escritora, al igual que Alejandra Pizarnik, Virginia Woolf y Safo, se suicidó. «Todas esas chicas de zapatos rojos son todas esas mujeres que no encajan en el molde, que quieren más de la vida, que están llenas de creatividad y ganas de hacer cosas».

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