La gestión emocional en las nuevas generaciones
Recientemente pude asistir a unas jornadas en las que se hablaba del suicidio y el bullying en las aulas, entre los jóvenes, niños y adolescentes de las nuevas generaciones y esto provocó en mí una necesidad de investigar y reflexionar sobre el nuevo escenario que estamos viviendo en lo que a la gestión emocional de las nuevas generaciones se refiere.
Las demandas de la sociedad moderna sobre nuestros niños y adolescentes, la influencia de las redes sociales y la rápida evolución tecnológica nos permiten hablar de un verdadero desafío contemporáneo y es que la manera en que las nuevas generaciones experimentan y expresan sus emociones es muy diferente —o quizás no tanto en el fondo— de cómo se gestionaba por las generaciones pasadas.
Hemos evolucionado de una situación de negación de las emociones, candado de los sentimientos en los que estaba mal visto llorar si eras hombre o quejarse si eras mujer, a una hiperexpresión emocional, desde mi punto de vista, mal gestionada que nada tiene que ver con una gestión emocional equilibrada, una competencia esencial para el bienestar individual y social. Y es que hay varios factores que pueden estar influyendo de manera negativa a la hora de hacer frente a este nuevo desafío. Uno de ellos y del que «todos» somos «conocedores» es el fortísimo impacto de las redes sociales. Omnipresentes en la vida cotidiana de las nuevas generaciones, que en los últimos años han puesto de moda que muchos famosos e influencers muestren sus problemas emocionales junto sus publicaciones de lo felices que son en conciertos, fiestas y parques de atracciones. Imágenes que desde mi punto de vista confunden en muchos casos más que ayudar a nuestros jóvenes con la exposición constante de imágenes cuidadosamente seleccionadas y vidas aparentemente perfectas que poco tienen que ver con estados de ansiedad, depresiones y secuestro emocional que muchos jóvenes —y no tan jóvenes— experimentan en su día a día fruto de situaciones, como por ejemplo de bullying.
Otro de los factores a los que me dirige mi reflexión sobre este desafío es la presión académica y profesional que desde muy temprana edad viven nuestras nuevas generaciones, a los cuales se les generan falsas y elevadas expectativas sobre su futuro generando en ellos estrés y ansiedad, ambos cuadros que son verdaderos desafíos emocionales.
Querer alcanzar vidas de éxito y lujo como la de futbolistas, actores de cine o participantes de realities con pocos modales, llevan a una frustración en nuestros jóvenes que de no saber gestionar puede conllevar a enfermedades y cuadros fisio- psicos importantes. Además, no podemos olvidar que junto a los anteriores factores está la importancia de la educación emocional creando un triunvirato perfecto, un coctel de ingredientes imprescindibles para una adecuada gestión emocional. Y es que estos tres factores -redes sociales, presión laboral y profesional y educación emocional- emergen como pilares fundamentales de la consolidación de nuestras nuevas generaciones.
La integración de habilidades emocionales en el currículo educativo, no solo fortalecería la inteligencia emocional, sino que también proporcionaría a los jóvenes las herramientas prácticas suficientes para hacer frente a cualquier influencia no sesgada en las redes sociales, medios de comunicación y otras presiones sociales.
Y con todo esto, y observando un poco a nuestros niños y jóvenes, podrán ustedes reconocer cómo la expresión de las emociones es una tarea pendiente aún hoy en nuestros días. Si bien ahora se habla de emociones, sentimientos y gestión emocional con mucha más frecuencia y de manera más abierta que hace apenas un par de décadas, me pregunto si realmente lo que ahora se habla sobre gestión emocional es adecuado o simplemente se está banalizando este tema de tanta seriedad, como para hacer mención en estas líneas que la falta de una adecuada gestión emocional junto a otros aspectos se cobra la vida de muchos de nuestros menores y jóvenes.
Y es que no nos confundamos, gestión emocional no es hablar de nuestras emociones en las redes sociales, de lo mal que nos encontramos y la importancia de ir a terapia, que por supuesto está muy bien. Gestión emocional es mucho más que eso, es desarrollar como parte de nuestra propia identidad, esa que forjamos con el paso de los años, habilidades para interactuar de manera saludable y equilibrada, tanto con las personas que nos rodean, el entorno en el que vivimos y los acontecimientos que en el día a día se presentan ante nosotros.
La capacidad de reconocer y expresar las emociones, la empatía hacia los demás y la comunicación verbal de sentimientos se vuelven habilidades imprescindibles a fomentar, aprender y desarrollar para construir relaciones saludables y contribuir al bienestar y la salud de nuestras nuevas generaciones.
Y tras esta sencilla reflexión cada uno que piense si estamos o no ante un verdadero desafío contemporáneo. La gestión emocional de las nuevas generaciones se presenta como un terreno complejo pero crucial para su desarrollo integral, tanto a nivel individual como a nivel social.