Diario de León

La Magia de la Navidad: un vínculo con las emociones

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León

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A medida que se acercan las fechas navideñas el aire se llena de un aura especial y los corazones se iluminan con la muchas veces utópica promesa de momentos significativos y afectuosos. Y es que la Navidad, más allá de ser una celebración religiosa de la que apenas quedan más que los belenes montados a modo de decoración en los hogares de muchas personas, cada vez más relegados y sustituidos por brillantes e iluminados abetos que buscan su hueco en el libro del récord Guinness, se ha convertido en un catalizador de emociones, un vínculo inquebrantable con el que convivir en estas fechas. Este catalizador, aunque la publicidad navideña venga envuelta en colorido y brillante papel de regalo, hace que todo tipo de emociones aparezcan y se intensifiquen en estas fechas, tanto las deseadas como las que no lo son tanto mostrándonos la maravillosa virtud del ser humano de convivir en un mismo instante con emociones muy dispares.

Se intensifican los momentos de alegría, esa alegría que da el compartir momentos con personas que hace tiempo que no vemos, familiares, amigos...instantes de felicidad que hacen aparecer lo que creo que llamamos el espíritu navideño. Las Navidades son momentos de esperanza renovada, donde somos capaces de volver a tomar impulso y proponernos con el sonido de cada campanada nuevas metas y sueños futuros, mientras intentamos no atragantarnos con las uvas, y también tiempos para ser más solidarios y compasivos. Sin embargo, en medio de este cuento de Navidad feliz, solidario y alegre también hay que lidiar con la melancolía, la nostalgia y la tristeza que nos provoca el evocar recuerdos de años pasos y pensar y añorar a seres queridos que ya no están, recuerdos que nos hacen sentir una tristeza de gran intensidad en estas fiestas.

Y así, esta mezcla entre alegría y tristeza forma una gama completa de emociones que nos debería hacer recordar la importancia de apreciar el presente mientras valoramos el pasado sin preocuparnos demasiado por el futuro, pero que sin embargo, lejos de hacernos apreciar el presente, este cóctel de emociones se convierte en un impulsor del estrés, y es que son muchas las personas que en estas fechas declaran tener picos de estrés y ansiedad. Nos alejamos del aquí y el ahora más que en ninguna otra época del año, vivimos inmersos en una obligación constante por sonreír y ser felices que nos lleva a permanecer en estado de alerta durante las últimas semanas del año. Desde la cena de empresa a la que en muchas ocasiones te sientes obligado a acudir, la elección de regalos navideños innecesarios que ocuparan el espacio que te falta en casa, las cenas y comidas con sonrisas inquebrantables y conversaciones aburridas con los cuñados que hace un año, o más, que no ves, las citas sociales, a las que piensas que no puedes faltar y se convierten en una obligación, hasta la elección de los propósitos para el año nuevo, que más que propósitos son un sentimiento de frustración porque un año más no cumpliste lo que te propusiste…

Todo ello hace que los picos de ansiedad se intensifiquen en estas fechas debido a un constante vivir en incoherencia entre lo que deseamos y lo que creemos que es correcto hacer en estas fechas navideñas. Y es que visto desde este enfoque de grinch quizás la Navidad no es tan mágica como nos han hecho creer.

Cada vez somos más los que nos atrevemos a decir que no necesitamos que lleguen estas fechas para tener momentos de felicidad y que nos gustaría dormirnos el veintidós de diciembre y despertar el siete de enero, y ¿por qué? Porque nos hicimos las siguientes preguntas hace tiempo y las respuestas fueron ¿y por qué no?: ¿Y si hacemos de todo un año una Navidad con vidas más equilibradas y menos excesos concentrados en dos semanas del año? ¿Y si nos comprometemos a juntarnos con más frecuencia con familiares y amigos y no tener que esperar al veintitrés, veinticuatro o treinta y uno de diciembre? ¿Y si no esperamos al uno de enero para dar el primer paso hacia nuestros sueños y trabajamos cada día de los trescientos sesenta y cinco de nuestro nuevo año? Quizás, y solo quizás ¿podríamos hablar de Mágico Año o Mágica Vida y no sólo de Mágica Navidad? Tal vez acabo de despertar en ti la duda y tu propósito para este nuevo año sea el cumplir y dar respuesta positiva a todas las preguntas anteriores y el próximo año podamos brindar por una mágica vida y no únicamente por una mágica navidad, pero mientras tanto, agradece a la Navidad la oportunidad que te da de explotar y recordar tu capacidad de expresión emocional y no olvides disfrutar del momento presente, reírte en los momentos compartidos, llorar por quienes no están, cuidarte y cuidar a los tuyos tal y como lo haces el resto del año, y por supuesto, sean como tengan que ser porque todo estará bien.

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