Regala esperanza
Era una tarde fría. Pero Clara caminaba despacio. Vivía en las afueras y quería aprovechar esa cita en el centro de la ciudad para impregnarse del ambiente navideño.
Las calles estaban más concurridas de lo habitual. Un grupo de adolescentes ataviados con gorros de Papá Noel y panderetas captaban la atención de la gente que se acercaba para inmortalizarles con los móviles. La letra de Noche de Paz revivió el recuerdo de su madre, por eso de manera instintiva miró al cielo para buscar su estrella, la de la dos. No la encontró, se lo impidieron múltiples bombillas de colores. Una iluminación que daba brillo a una Navidad inventada, mientras a otras ciudades las iluminaban las bombas. Pensó que la Navidad debería hablar el lenguaje del Amor y ser para todos. Bajó su vista al suelo y ahora apresuró el paso.
Llegó a la cafetería un poco antes de la hora. Le hacía mucha ilusión volver a reunirse, comprobó que los regalos estaban en la bolsa, en especial la tarjeta que había preparado para su amiga invisible. Cuando supo que le había tocado Sara lo tuvo claro porque atravesaba un mal momento, tras un año de muchos problemas y pérdidas, andaba como diría Galeano con mala música en el alma. Ella que también había pasado por una crisis hacía tiempo, sabía cómo te sientes cuando en tu balance sólo aparece el debe. Le resultaba fácil empatizar, por eso buscó un regalo de los que no se cambian, si no de los que te cambian.
En una cartulina con rotulador dorado escribió Vale por un Taller del Teléfono de la Esperanza. Un código QR llevaba a la película ‘El cambio’ de Wayne Dyer. Seas quién seas, tengas la edad que tengas, sólo estás a un pensamiento de cambiar tu vida.
Sin duda la ponía en las mejores manos para aprender a gestionar sus emociones, el estrés, la ansiedad, los miedos y comprender que no podemos elegir las cosas que nos pasan, pero si podemos elegir nuestra actitud.
Confiaba en que funcionara de nuevo el efecto Pigmalión, trata a una persona como es y seguirá siendo lo que es, trátala por lo que puede llegar a ser, y se convertirá en la persona que está llamada a ser. Después de los correspondientes saludos empezaron a desenvolver los regalos del amigo invisible. Clara y Sara se abrazaron, la esperanza lo envolvió todo.