El Hospital que espoleó la sanidad en León
La tesis doctoral de María Ángeles Zayas desvela la intrahistoria de la Residencia Virgen Blanca
Al inicio de la década de los años sesenta del siglo pasado, la sanidad pública de la capital leonesa sólo contaba con cerca de sesenta camas sanitarias públicas: dos en la Casa de Socorro, veinte en la Clínica 18 de Julio y 35 en la Maternidad.
La gran actividad sanitaria leonesa en esos años estaba concentrada en diecisiete clínicas privadas y un hospital de beneficiencia que concentraban 460 puntos de ingresos. La fisonomía de la sanidad privada era eminentemente privada, había un hospital de gran tamaño perteneciente al cabildo catedralicio, el Hospital San Antonio Abad , dedicado a la asistencia de personas sin recursos, y que en 1965 pasó a depender de la Diputación Provincial, y pequeñas clínicas de titularidad privada, cuya actividad se dividía entre la maternidad y la cirugía para pacientes de pago y de aseguradoras privadas.
Mayo del 68
En 1961 se construyó el Hospital Antituberculoso Monte San Isidro que dedicó los doce años siguientes al tratamiento de pacientes afectados de la enfermedad, endémica en la provincia. Entre 1963 y 1965, la ocupación del centro superó el 100% y el 85% de los pacientes eran casos de tuberculosis activa o secuelas derivadas de ésta.
«La inauguración de la Residencia Virgen Blanca revolucionó la sanidad de León, al ser el primer hospital público, de titularidad estatal, construido en la ciudad de León, con excepción de la antigua Maternidad Provincial inaugurada en 1956 y una pequeña clínica perteneciente al sindicato vertical». María Ángeles Zayas, autora de la tesis doctoral Los inicios de la sanidad pública estatal de la ciudad de León: la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social Virgen Blanca , ha indagado en el Archivo Municipal, en el Archivo de la Catedral, en los del Caule, en el Archivo Histórico, en Archivo de León, en el Registro de la Propiedad, en el Centro de Documentación de Cruz Roja Española y en el Archivo y Biblioteca del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria en Madrid para contar la historia y la intrahistoria de un centro «Me ha salvado la vida el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, instalado en el antiguo Insalud en Madrid».
Antes, todo privado
En la tesis se cuenta la historia y la intrahistoria menos conocida de un hospital del que hay poca documentación publicada y que, sin embargo, espoleó la inercia de la actividad sanitaria vigente en León hasta su inauguración en el año 1968. «La Residencia Virgen Blanca dio la vuelta a la sanidad de León, que en diez años experimentó un cambio radical e impulsó los estudios de Enfermería, con la creación de tres escuelas. Hasta entonces no había enfermeras tituladas y las que ejercían sin titulación estaban en los ambulatorios y las clínicas privadas».
En 1960, el número de camas hospitalarias operativas en la capital apenas superaba el medio millar. «En Ponferrada, el Hospital de la Reina sumaba 72 camas más y en núcleos de población como Sahagún, Astorga o La Bañeza, algunas instituciones religiosas contaban con hospitales que aunaban la asistencia a peregrinos y enfermos», cuenta Zayas en su tesis. En total, no alcanzaban las 700 camas para una población que superaba los 584.000 habitantes, de las que más del 80% eran privadas.
El 6 de mayo de 1968, mes y año históricos, se inaugura la Residencia Virgen Blanca de León, con la asistencia de Romeo Gorria, entonces ministro de Trabajo, para prestar asistencia a 250.000 personas. Contaba con 280 camas de hospitalización en habitaciones triples e individuales distribuidas en ocho plantas. Disponía de ocho quirófanos y dos paritorios. Una año después, se amplió un módulo para el almacén de farmacia y vestuarios.
En la historia de la sanidad pública leonesa hubo dos proyectos de ampliación fallidos, según cuenta María Ángeles Zayas en su tesis doctoral. Destaca el proyecto de un hospital materno infantil de 200 camas en agosto de 1976. Dos años después, el Ayuntamiento y la Delegación Provincial de Vivienda autorizaron la infraestructura, que se le adjudica a Ferrovial, que nunca comenzó las obras. «Hubo quejas de usuarios y trabajadores porque había un presupuesto de 800 millones de pesetas y necesidades justificadas. Ferrovial achacó la decisión a la existencia de un tendido eléctrico que impedí la obra. El director médico achacó este parón a intereses creados de varias personas, como consta en los documentos, seguramente de colectivos que estaban al frente de la sanidad privada, y León perdió el tren del progreso sanitario que tardaría en recuperar. Entre 1975 y 1979 los partos aumentaron un 22%. Se mantuvieron estables durante los años siguientes y en 1985 se inició un descenso continuado, pero eso aún no se sabía».
La plantilla del Virgen Blanca pasó de los 240 trabajadores en 1968 a los 994 en 1990. Hasta 1977, la representación correspondió a miembros del sindicato vertica y el primer comité de empresa se formó en 1978 y en 1987, la Junta de Personal de Área.
«Éramos como una familia», recuerda Zayas, que entró a trabajar en la Residencia Virgen Blanca con 19 años tras superar unas oposiciones de auxiliar administrativo fue subdirectora de personal, cargo que ocupó durante catorce años y jefa de sección de Secretarías Médicas, puesto en el que se jubiló.
La Residencia Virgen Blanca pasó en diez años de las catorce especialidades iniciales a 34. En 1972 se estableció la Hermandad de Donantes de Sangre y en 1977 se abrió la UCI «un plus sobre la sanidad privada», asegura Zayas.
Los retos
La sanidad pública de León tuvo que demostrar sus fortalezas en 1981 para afrontar los envenenamientos por la colza, denominada inicialmente como epidemia de síndrome tóxico. Murieron 81 personas y 1.058 tuvieron secuelas. A raíz de esta crisis sanitaria se cambiaron los protocolos de hospitalización de pacientes infecciosos, con aislamiento y protección.
En 1985 se autorizó la extracción de órganos a personas fallecidas en la provincia.
La Ley del Aborto, aprobada en 1985 no tuvo incidencia en el centro por la objeción de conciencia de los profesionales, situación que se arrastra hasta la fecha. «Se practicó un único aborto terapéutico con personal ajeno a la Seguridad Social».
En 1972 llegó la formación de Enfermería y en 1975 se incorporó la docencia de Médicos Internos Residentes (MIR). La Escuela de Enfermería de la Seguridad Social contó con sesenta alumnas por curso que realizaban prácticas en el centro y la formación MIR se inició en nueve especializadas con 18 médicos. Quince años más tarde se mantenían las mismas especialidades pero el número de MIR se incrementó a los 55.
La Residencia Virgen Blanca no contó con empresas externas y o tuvo mecanismos informatizados hasta 1971, como el resto de los hospitales de España.
«El aumento progresivo de la demanda, como consecuencia de la población asegurada, especialmente tras la inclusión del Régimen Especial Agrario en la Seguridad Social, que se hizo efectivo en julio de 1975, trajo como consecuencia que, transcurridos siete años desde la inauguración, fuera necesaria su ampliación. Se instalaron 80 camas más, a costa de desdoblar habitaciones individuales, excepto las de tocoginecología y pediatría»
La estancia media de hospitalización entre los años 1.985 y 1.989 era diez días y la ocupación a pasó del 80% al 90%, con una media de 14.000 ingresos anuales—en el año 2022 fueron 31.000—.
Fue en 1985 cuando se puso en funcionamiento un módulo anexo al edificio principal para la Policlínica de Consultas Externas, «que liberó espacios hacinados y puso fin a la dispersión de la atención ambulatoria.
La financiación, hasta 1986, procedía de las cuotas de los asegurados de la Seguridad Social, para después derivar los recursos fiscales y ser asignada a través de los presupuestos estatales.
El gasto total del centro representaba anualmente el 6% del gasto sanitario público de Castilla y León. En agosto de 1.990 se fusionó con el Hospital Princesa Sofía y junto con el antiguo Hospital San Antonio Abad, que dos años antes se había traspasado al Insalud, construyeron un complejo hospitalario que se llamó Hospital de León.
«El Insalud, ante la demanda de camas, se veía obligado a mantener los conciertos con la sanidad privada, con el Hospital San Juan de Dios y la Clínica Nuestra Señora de Regla, que desde finales de los años sesenta mantenían la misma dotación de camas, y con pequeñas clínicas como López Otazu y Nuestra Señora del Virgen Blanca. También mantenía conciertos con AISNA para utilizar el Monte San Isidro».
La fusión de los tres hospitales de titularidad pública fue el embrión del cambio de la sanidad leonesa con servicios pioneros como Anestesiología, Cardiología, Cirugía General, Traumatología, Análisis Clínicos y Otorrinolaringología, que ampliaron el número de profesionales e incorporó dos nuevas especializades como Neurocirugía y Cirugía Vascular. «El envejecimiento, la búsqueda de la calidad en la atención sanitaria, las nuevas especialidades y los cambios en la morbilidad derivarían en la fusión, el germen del actual Caule, que está a la vanguardia de los avances médicos y tecnológicos, en un proceso de mejora continua».