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Juventud y compromiso

Miguel Aller Martín-Gaitero es el voluntario más joven en San Juan de Dios

Miguel Aller Martín-Gaitero conversa con un paciente ingresado en San Juan de Dios este martes. RAMIRO

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León

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carmen TApia

LEÓN

Miguel Aller Martín-Gaitero es el voluntario más joven de acompañamiento hospitalario en San Juan de Dios. Tiene 20 años y estudia segundo de Educación Primaria. Monitor de tiempo libre en Anciles, en mayo decidió iniciar su primera experiencia de voluntariado y de la mano de su amigo Pedro Movellán, comenzó el acompañamiento a pacientes ingresados que por alguna razón reciben pocas visitas.

Treinta y cinco personas realizan labores de voluntariado en San Juan de Dios, con el compromiso, cariño y escucha no sólo a personas ingresadas sino que la labor se extiende al Programa de Protección Internacional (PPI), que acoge a familias refugiadas de hasta 26 nacionalidades diferentes; al Hogar Municipal del Transeúnte, que da respuesta a las personas sin hogar; y al Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS), que acompaña en su recuperación a las personas con una enfermedad mental.

«El acompañamiento hospitalario es clave para mejorar la calidad de vida tanto de los enfermos como de sus familias y se revela un soporte emocional que proporciona alivio a los pacientes que reciben cuidados paliativos. Además, este tipo de voluntariado trata de dar respuesta a esa soledad no deseada, que se revela como una de las caras más dolorosas y no siempre reconocidas de la vulnerabilidad», explican desde el centro hospitalario.

En un primer momento, Miguel se arrimó a su amigo para aprender las técnicas y las estrategias para una mejor comunicación con los pacientes. «Me gustó mucho la experiencia. Poco a poco adquirí habilidades para conversar con las personas respetando sus deseos».

Soledad no deseada

Este joven leonés es la prueba de que la juventud se implica, que busca cómo invertir en la sociedad el tiempo que están dispuestos a regalar a otras personas. «El perfil de las personas a las que visito y doy conversación son las que están pasando por soledad no deseada, a las que tienen familia pero por alguna razón no pueden ir a visitarlos o los visitan poco mientras están ingresados. En el tiempo que llevo como voluntario me he encontrado con gente mayor, pero también con jóvenes que agradecen que les de conversación».

Miguel acude cada martes al Hospital San Juan de Dios para dedicar tres horas de su tiempo libre a conversar con los pacientes que cumplen este perfil. «Cada persona tiene sus problemas e inquietudes. Durante el tiempo que estoy con ellos, que puede prolongarse una, conversamos de lo que ellos quieran hablar, para hacerles la estancia en el hospital más llevadera. No tengo tiempo límite, lo que cada uno necesite».

La experiencia del voluntariado ha ayudado a Miguel a valorar a las personas que dedican el tiempo a otras personas. «Entre la gente de mi edad se valor mucho quedar a comer, ir a las fiestas, pero no se valora de la misma manera que lo hacemos nosotros, conversando con personas que estén en una situación de soledad no deseada». Este crecimiento personal lleva a Miguel a animar a la juventud de su edad a apuntarse a proyectos de voluntariado. «En mi caso, aprendo mucho de las personas con las que hablo. Me transmiten cosas que en la calle no las voy a encontrar. Te cuentan sus experiencias y siempre recibes un golpe de realidad con testimonios que te llegan al corazón».