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«Aspiro a mantener la llama del deseo»

El médico y psicoanalista Luis Salvador López Herrero presenta hoy una nueva edición de sus seminarios con el título ‘Del síntoma al sinthome’

Luis Salvador López Herrero, psicoanalista y médico de familia. FERNANDO OTERO

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León

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ana gaitero

LEÓN

El médico de familia y psicoanalista Luis Salvador López Herrero presenta este jueves (19.00 horas) en el salón de actos del Colegio Oficial de Médicos de León (c/ Villa Benavente, 5) el nuevo seminario ‘Del síntoma al sinthome’. La presentación se inicia con una intervención del presidente del colegio, José Luis Díaz Villarig. A continuación el médico especialista en Neurofisiología clínica del Hospital de León, Joaquín Piquero, hablará sobre el síntoma médico y el síntoma analítico. López Herrero explicará la dinámica del seminario que comienza el sábado 27 de enero y se desarrolla un sábado al mes durante todo el año excepto en verano.

—¿Qué busca con esta nueva edición del curso sobre psicoanálisis?

—Siguiendo con la lógica de los seminarios, en esta ocasión, seguir profundizando en todo aquello que concierne al malestar humano a la vez que orientar el auténtico camino que, verdaderamente, pueda dar salida a ese malestar convertido en síntoma mediante la invención del sinthome.

—El título del seminario juega con dos palabras en distinto idioma. ¿Qué diferencia hay entre síntoma y sinthome?

—El malestar está arraigado en nuestra propia existencia por el hecho mismo de vivir entre las redes del lenguaje. En este sentido el síntoma es lo que más se acerca a lo real de nuestra existencia. Si esto es así, el malestar convertido en síntoma a partir del dispositivo analítico, busca una salida que sea singular para ese sujeto que sufre. Y, precisamente, esa invención que el sujeto labra en el dispositivo, y que tiene que ver con su sufrimiento, es el sinthome. Luego, a grosso modo, el sinthome es la reorganización del síntoma a través de la invención, así como aquello que permite un «saber hacer» con ese síntoma previo.

—¿Qué define al síntoma médico y qué al síntoma analítico?

—En rigor, un síntoma médico es el malestar de un individuo dirigido a un médico y etiquetado por el profesional como enfermedad, alteración o proceso morboso. Un síntoma analítico es la demanda de un paciente dirigida a un psicoanalista en forma de pregunta, de la que se espera una respuesta por parte de él.

—¿Qué se consigue con hacer del malestar individual lo más propio y singular de uno?

—Todo abordaje del síntoma busca un cierto apaciguamiento del mismo, aunque no sólo. Pero el asunto es cómo. Ahora bien, si el síntoma aparece en su fase inicial como algo ajeno al sujeto, a lo largo del recorrido analítico se toma conciencia de que el síntoma forma parte, como una marca, del mismo sujeto que lo sufre. Sólo así, lo ajeno pasa a ser lo más propio y real que uno tiene, logrando con ello cierta reconciliación con todo eso que hacía sufrir.

—¿Es una forma de ser consciente del sufrimiento propio sin caer en el victimismo?

—Sí, pero no sólo eso. Lo más importante es poder afrontar, desde una posición ética, todo ese malestar que nos concierne como «seres de lenguaje» que somos.

—¿Por qué solemos desconocer lo que hay en juego en nuestro dolor o sufrimiento?

—Por cobardía moral y, siguiendo esta premisa, porque siempre es más preferible para el sujeto ese dolor consciente, que todo aquello que se encubre bajo ese mecanismo llamado «represión», cuya representación inconsciente es mucho más intolerable, que el dolor mismo.

—Abundan los libros en los que se cuentan experiencias personales de sufrimiento. ¿Hay que diferenciar esta literatura de manuales de autoayuda?

—Mientras los manuales de autoayuda se escriben pensando supuestamente en cómo ayudar a los demás en su sufrimiento; la literatura del yo se escribe tratando de elaborar el sufrimiento propio a partir de la narración, sea esta ficticia o vivencial; lo cual se sepa o no, suele ser lo mismo. Pero es un hecho: la escritura siempre ha estado sometida al yugo del sufrimiento. De ahí que se pueda concebir la escritura como una herramienta de curación.

—¿Qué diría que ha conseguido en estos años?

—Poder desarrollar a lo largo de todos estos años lo que el psicoanálisis ofrece para el malestar humano desde una posición ética, que involucra al sujeto en su propio sufrimiento.

—¿A qué aspira después de tantas ediciones?

—A mantener viva la llama del deseo, tanto propio como ajeno. En este sentido, siempre es grato poder seguir compartiendo este espacio con personas que, a pesar de un mundo en el que predomina cierto anhelo de ignorancia, aún quieren saber y apuestan por ello.

—Estará acompañado de un especialista en Neurofisiología clínica, el doctor Joaquín Piquero Fernández. ¿Qué aporta esta especialidad al conocimiento de los síntomas psíquicos?

—En esta ocasión no es la especialidad la que prima la intervención de mi compañero el Dr. Piquero, sino su propia personalidad y actitud vital. Su formación clínica y capacidad de exposición, unidas a un juicio crítico con relación a un mundo que cada vez más desvirtúa el contacto humano y la clínica, hacen de su presencia todo un antídoto frente a la figura del médico capturado puramente en el dato o lo virtual.