Otra mirada
Casa Sebastián Hernández
R egino Borobio Ojeda, aragonés, desarrolló su exitosa y larga actividad como arquitecto en Zaragoza donde pronto recibió múltiples distinciones honoríficas ejerciendo importantes cargos profesionales de ámbito provincial. Titulado en 1919. En agosto de 1922 firmó esta Casa para Sebastián Hernández en un solar entre medianeras de la leonesa calle Ramón y Cajal.
Proyectó un edificio de muros de carga con sótano parcial para carboneras. La planta baja para tiendas con las pertinentes entreplantas, en una de las cuales acomodó la vivienda de la portera, y el portal con su escalera para subir a la gran vivienda del propietario en el piso principal –hoy dividida en dos—, y a otras tres plantas con 6 viviendas, adosadas al perímetro del solar en torno a un patio central, y distribuidas por vestíbulo y largo pasillo, con las estancias principales a la calle y los servicios al fondo.
Concibió el alzado principal con disposición simétrica y ordenación tripartita. Basamento imitando sillería fajeada con sencilla portada axial entre los huecos de las tiendas. El cuerpo noble en tres niveles y un frente central con tres columnas de huecos verticales recercados sobre repisas, protegidos con bellas carpinterías reticuladas de madera y delicados pretiles metálicos. En el eje, gran balcón con balaustres de obra sobre ménsulas y vano con doble marco de filiación barroca. En los laterales miradores con ventanales recercados e idénticas carpinterías, separados por bajorrelieves del mismo estilo. Y coronando la fachada el tercer orden a modo de entablamento con moldurada imposta por arquitrabe, gran friso central horadado, parejas de mensulones viñolescos y cornisa de remate bajo el peto cajeado que oculta la cubierta…
Regino Borobio, inicialmente fiel al Regionalismo, posteriormente influido por el Racionalismo y siempre partidario de soluciones funcionales en la distribución de las viviendas, nos ofrece aquí una obra sobria, equilibrada y elegante, plagada de ornamentos neobarrocos perfectamente integrados en una fachada de líneas clásicas e inspiración renacentista, sin duda muy del gusto de esa burguesía con alto poder adquisitivo que por aquel entonces se disponía a ocupar en el Ensanche.