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Negocios con sabor a León buscan relevo

Irse sin echar la trapa. José Luis López e Isabel Riquelme, de La Alcancía, y Jacinto Peñín, de Peñín Chocolatier, buscan que el negocio sobreviva a su jubilación. Hay una decena más en busca de relevo en ‘Volver al Pueblo’.

​Editorial: Negocios con vida y sin relevo

Isabel Riquelme y José Luis López volvieron al pueblo hace 27 años y fundaron La Alcancía. MARÍA FUENTES

León

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Isabel y José Luis volvieron al pueblo hace 27 años. «Teníamos una niña de tres años y queríamos que creciera y fuera a la escuela en un pueblo». La pareja cambió una pequeña ciudad de Murcia, de donde es oriunda Isabel Riquelme, por Villoria de Órbigo, la tierra de José Luis López, y pusieron en marcha un negocio singular: la cría de cerdos por encargo.

«Los embutidos de las matanzas siempre fueron muy apreciados y se nos ocurrió ofrecer el servicio», explican. Empezaron a criar cerdos y preparaban la matanza que sus clientes encargaban al principio de la temporada.

Bautizaron su empresa con el nombre de La Alcancía, un término con sello árabe que Isabel trajo de su Murcia natal a León, porque era como si los compradores metieran el dinero en una hucha. Después de 25 años, el balance es «bueno», aunque «nos hemos tenido que adaptar a los cambios» de la demanda.

Las matanzas desaparecen y no solo en casa y han buscado otra forma de canalizar sus productos como fábrica artesanal de embutidos. «Antes el 90% de los encargos eran matanzas y ahora nos centramos en la fabricación de embutido para tiendas especializadas». José Luis acaba de cumplir los 60 y a Isabel le falta poco. Su hija y su hijo se criaron en el pueblo, como planearon, hasta ir a la universidad y trabajan fuera de León. Con la jubilación a la vuelta de la esquina, esta pareja de emprendedores veterana busca relevo. «Hemos dedicado la mayor parte vida laboral a esta actividad y no queremos marchar y cerrar la puerta», comentan.

La Alcancía es uno de los once negocios que oferta la plataforma Volver al pueblo de Coceder (Confederación de Centros de Desarrollo Rural) en la provincia de León para poner en contacto con personas de cualquier territorio que quieran instalarse en León a través del emprendimiento.

La pareja se ha puesto en contacto con este recurso a través del CDR El Villar de Hospital de Órbigo que, junto con AFA Bierzo para la zona berciana, es la entidad que acompaña a propietarios de negocios o viviendas y empleadores con personas que tienen interés en instalarse en el medio rural.

«No somos el Idealista. Hacemos seguimiento de los nuevos pobladores con un trabajo integral, orientamos en las necesidades (sabemos que funciona mejor el alquiler que la venta) y damos seguridad a los propietarios», explica Ana Rubial, responsable de Volver al pueblo en el CDR El Villar.

La pareja emprendedora de La Alcancía se ha puesto también en contacto con el programa del Ministerio de Industria para el apoyo a la transmisión de empresas. En la provincia de León solo está incorporada como entidad mediadora de apoyo local el Consejo Comarcal del Bierzo.

«Es bueno que haya plataformas que pongan en contacto a personas que buscan emprender y a quienes necesitamos un relevo», apostillan en La Alcancía. El melón lo abrieron las emprendedoras del Comedor Del Monte de Tabuyo cuando recibieron el premio Escuela de Emprendedoras Juana Millán por su trayectoria.

El tiempo también para negocios que florecieron en las últimas décadas, no con pocos sacrificios, al albur de los productos de León y las marcas de calidad. Cerrar la trapa significa no solo bajar la cifra de cotizantes sino perder toda una sabiduría que han atesorado emprendedores y emprendedoras.

Jacinto Peñín, de Peñín Chocolatier, ya ha sobrepasado cuatro años la edad de jubilación y aún tiene esperanza de que su negocio pase a otras manos. Hace un año lo intentó a través de canales comerciales convencionales y solo encontró «gente que quería especular».

Este negocio cuenta con una singular fábrica de piedra que parece una casa rural en el polígono rural y tiendas en Astorga y la Bañeza (esta última ya cerrada por jubilación), y tiene tras de sí «40 años de prestigio» y todo pagado. Jacinto Peñín empezó a trabajar en una pastelería de La Bañeza en 1970. «No quería estudiar y al terminar el bachillerato me puse a trabajar», comenta.

«Me apasionó el oficio y continué. Como tenía que crecer profesionalmente, me marché a París», cuenta el empresario. Se convirtió en repostero y maestro chocolatero. En 1984 abrió la primera tienda en La Bañeza, en 1988 la segunda en Astorga y en 2003 la fábrica en el Polígono de Valderrey. «Llevamos innovando un montón de años desde que pasamos de la pastelería al chocolate», añade.

Las ‘Angélicas’ (ahora Délices D’Angélique), los bombones de cecina y los de queso de Valdeón, las trufas de San Isidoro forman, junto con las clásicas yemas, el repertorio de sus productos originales. Es un negocio que, gracias a internet y a los canales de comercialización, tiene su clientela fuera de León. España, Finlandia, Francia, Irlanda, Alemania... son algunos de sus puntos de venta.

«Nos parece una lástima que después de tantos años, con la maquinaria que tenemos, los certificados, que suponen como mínimo cinco años de actividad y los conocimientos de la elaboración, que nos encantaría transmitir, esto se cierre», señala José Luis López.

La nave de La Alcancía, situada en la parte trasera de la casa donde viven y con entrada independiente, cuenta con todas las licencias y registros sanitarios, desde la línea de entrada de los cerdos, muertos y abiertos en canal, a la sala de despiece, embutido, y secaderos para la curación con y sin humo.

El negocio cuenta con el certificado de Poeda León Calidad Rural que les acredita como empresa sostenible ambientalmente y económicamente responsable. También tienen una cartera de clientes y hacen alguna feria. «El mayor piropo que nos dicen es que sabe como en casa», subrayan. En este tiempo también han innovado. La sobrasada de La Alcancía, un producto típicamente mediterráneo, tiene sello de León en Villoria de Órbigo y mucho éxito en el mercado de los productos gourmet.

Con la trayectoria que tienen, y después de haber superado las crisis sucesivas, creen que «es un buen momento para que la empresa coja otro impulso. Por un lado, ven que «hay mucha gente en grande ciudades deseando encontrar algo fuera pero no saben dónde buscar» y, por otro, empresas como La Alcancía o Peñín Chocolatier, al igual que las emprendedoras del Comedor Del Monte de Tabuyo, están dispuestos a traspasar sus saberes, además de la infraestructura levantada en décadas.

Cumplieron el sueño de su vida y animan a otros a hacer realidad el suyo. «Por mucho que se hable de despoblación, aquí hay servicios y no vivimos del cliente local», subrayan. Escuelas, centro de salud, fibra óptica, piscina fluvial y tejido asociativo son algunas de las ventajas de un pueblo como Villoria de Órbigo.

José Luis e Isabel ponen en valor la crianza y educación en el medio rural. «Pueden andar solos por la calle o con la bicicleta y las bajas ratios de alumnado en los pueblos son uno de los factores de éxito escolar». La pena y la alegría, porque es su decisión, es que volaron. «Esperamos que alguien se enamore de nuestra historia y no tengan miedo de venir a un pueblo. Nos gustaría acompañar a esa persona», dice los emprendedores de La Alcancía.

Jacinto Peñín, repostero y pastelero desde 1970 frente a la fábrica en Valderrey. ramiro

Expositor de Peñín Chocolateir con productos e historia. ramiro

11 razones para volver al pueblo

La plataforma de Volver al Pueblo de Coceder (https://volveralpueblo.coceder.org/) ofrece actualmente once negocios en la provincia leonesa, en venta, traspaso o alquiler. Además de La Alcancía, en Villoria de Órbigo, que es una de las últimas incorporaciones hay una tienda de reparación de calzado en Sahagún, en funcionamiento y con formación gratuita. En Piedrasecha (Carrocera) se oferta un bar restaurante con vivienda al inicio de la Ruta de Los Calderones y a tan solo 35 kilómetros de León. En Villamejil se pone en alquiler el restaurante Pandorado, con comedor para 100 comensales, barra de bar y cerca del Camino de Santiago. En Villaobispo de Otero se vende un licencia de estanco que antes también fue bar y tienda. En Benavides de Órbigo se alquila, por un máximo de 300 euros, un comercio de 65 metros cuadrados totalmente reformado y versátil. En Villavante se vende el molino Galocha, con dos edificios (hotel más vivienda) y una cabaña por jubilación. En la zona del Bierzo, hay disponible una licencia de estanco en Páramo del Sil, un negocio familiar que se remonta a 1881. En Fabero se traspasa un bar churrería. En Sésamo se vende hotel rural con 17 habitaciones dobles y en Berlanga del Bierzo, el municipio ofrece por un módico alquiler el complejo de acampada, bar y albergue a condición de que se abra todo el año.