Diario de León

Tradiciones

La primera santa argentina hace crecer a su pueblo

El culto a Mama Antula, que será canonizada hoy, se ha convertido en un estímulo para el desarrollo de Villa Silípida

Luisina, en el templete que levantaron sus abuelos en horno de la santa. JUAN VERANO

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Juan Verano (Efe)
Villa Silípida

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No está claro que la pequeña localidad de Villa Silípica fuera el lugar de nacimiento de María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula, pero los habitantes de este remoto pueblo conviven con la figura de la que será la primera santa argentina como si se tratase de una vecina más.

Será canonizada este domingo por el papa Francisco en el Vaticano, convirtiéndose en la primera santa del país suramericano, donde la religión católica es mayoritaria, pues más del 60 % de la población profesa esta fe.

Nació a principios del siglo XVIII en algún lugar del territorio que hoy es la provincia de Santiago del Estero (noroeste de Argentina), una de las que tienen un mayor índice de pobreza en el país.

Los biógrafos de Mama Antula coinciden en que Villa Silípica, una pequeña población de menos de cien habitantes, situada a algo menos de cincuenta kilómetros de la capital provincial, fue el lugar en el que nació la beata. En las últimas décadas, el culto a Mama Antula se ha convertido, además, en un estimulante para el desarrollo de Villa Silípica.

«Mama Antula, para todo el pueblo silipiqueño, es una gran bendición, nos ayudó a crecer como hermanos (...) y también crecimos en el pueblo con mejoramiento de accesos, asfalto, iluminación y redes de agua potable», detalla a Luisina.

«Milagros»

Esta joven de 30 años ha residido toda su vida en Villa Silípica. Sus abuelos, Juana Coronel y Dante Rojas, fueron fundamentales en la construcción del pequeño templete en honor a Mama Antula, que impulsó a finales del siglo pasado la docente, poeta y documentalista Fany Ledesma, toda una institución en Santiago del Estero y responsable de la revalorización de Mama Antula.

La construcción es un pequeño espacio de ladrillo con tejados de chapa. En el centro figuran varias imágenes de la mujer, ofrendas, velas, flores y retratos de personas «ayudadas por sus milagros», como el abuelo de Luisina que sufrió un accidente cerebrovascular.

Según relata la joven, «los médicos explicaron que (la recuperación de Dante) fue un milagro, por la forma con la que reaccionó y se recuperó sin ningún tipo de lesión». Este hecho acrecentó la fe de Luisina, que desde entonces ayuda al padre Mario Ramón Tenti Monchy con el mantenimiento del templete.

Allí, en un pequeño montículo de tierra y en el medio de un agreste bosque bajo, que apenas ofrece sombra a los caminantes en la bochornosa tarde santiagueña, se cree que Mama Antula «se encontraba con sus amigos, los nativos, para hacerlos conocer a Dios».

En Villa Silípica se inició la actividad misionera de la beata, vinculada a la Compañía de Jesús, que después se extendió a otras provincias del noroeste argentino y la llevó finalmente a Buenos Aires, donde fundó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales y falleció, en 1799.

A Luisina le inspira particularmente la imagen de Mama Antula como mujer. «Me imagino todo lo que tuvo que luchar y por todo lo que tuvo que pasar, andando por tantos lugares llenos de peligro. Muchas veces la trataron como loca, la insultaron o la apedrearon, pero nada la detuvo», relata.

El padre Monchy es algo más escéptico con respecto a la interpretaciones en clave feminista. «Por encima de todo, consagró su vida a Dios», asegura el párroco.

Inspiración

«Me imagino todo lo que tuvo que luchar andando por tantos lugares llenos de peligro»
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