Laissez faire...
L esé feg, lesé pasé... qué bonito lo dicen los franceses, qué bien suena y cómo resume tanta cosa ese dogma económico acuñado en el XVII y consagrado por el padre santo del libre dinero, Adam Smith, del que tanto se ha bebido por exaltar la fuerza económica del individualismo y condenar el intervencionismo de leyes y estados: Laissez faire, laissez passer, le monde va de lui même ... dejen hacer, dejen pasar, el mundo va por sí mismo (ignoraba eso del mundo, lo chivó la tablet de Otavito)... lesé feg, lesé pasé... qué bello, qué redondo... y además, cortito el mensaje, ideal para que vuelva hoy como tuit inmejorable, veloz... y que arda pólvora en las cabezas: ¡cagüen la cámara europea, el duque de La Moncloa, los cien mil hijos de san Luis Bruselas y el millón de funcionarios que nos sepultan en papeles!, vino a decir furioso un Horacio paramés alzando la voz al micro de una tele bajo el penacho de guerra que petó con banderas en la cabina de su tractor.
Ese Horacio traduciría así: laissez faire , dejen hacer lo que libremente convenga o yo elija... laissez passer , dejen de tocar los cojones y obstaculizar con leyes y burocracias gobernando al pequeño con lo que sólo pueden los grandes, los que gobiernan a los gobiernos con la tiranía del macromercado y del producto interior bruto, dígase bestia... Ah, y que «pasar» significa aquí consentir, olvidar, colar... algo de vista gorda, por favor... valga un coscorrón de los estados, pero no un hostión que nos tumbe el rebaño o las hectáreas. Deduzco que piensa así Horacio, un poeta arador de la rabia, como se ve. Aunque sabe y calla que lo que se empieza consintiendo se acaba por lo general sintiendo. Y el mundo irá, sí, pero entre tortas y desengaños. Y Sócrates anotó: Demasiada queja contra los grandes de la agroalimentación. Júntese el campesino e imite a la sardina, hágase banco y será grande también escapando mejor de tiburones o lindos delfines; sólo así resolverá lo feo de su problema. Y que no olvide la regla de oro para sobrevivir aquí: Pisada de buey, ojo de halcón, diente de lobo... y hacerse el bobo .