Investigación
El expolio del acuífero degrada Doñana
Denuncian que las autoridades llevan cincuenta años ignorando los avisos
El cambio climático es dañino para cualquier ecosistema, también para Doñana, pero quienes de verdad han llevado a un punto de degradación alarmante a una de las principales reservas ecológicas de Europa son la mano del hombre y las décadas de pasividad de las distintas administraciones. Así de claro lo afirma un macroestudio realizado por 22 científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), especialistas pertenecientes a la Estación Biológica de Doñana y al Instituto Geológico Minero, después de revisar las más de 70 investigaciones vinculadas al agua subterránea y al declive del parque natural realizadas desde los años setenta.
El documento, elaborado por expertos en ecología de humedales e hidrogeología, aporta evidencia científica «contundente» de cómo la sobrexplotación y expolio del acuífero que alimenta el parque natural por la agricultura intensiva y las urbanizaciones turísticas que lo cercan es la razón fundamental de los graves daños que sufren las 54.000 hectáreas que en el pasado albergaron a más de medio millón de aves.
El informe señala que en las últimas tres décadas se ha producido «un descenso general» de los niveles freáticos en todo el espacio protegido y que el agotamiento del acuífero y la consiguiente desaparición de lagunas y marismas son especialmente pronunciados en las áreas próximas a donde agricultores y urbanizaciones extraen legal o ilegalmente agua, las cercanas al mar de invernaderos de frutos rojos, a complejos turísticos como el de Matalascañas y a El Rocío.
El resultado es la cuenta atrás acelerada de los humedales, la degradación de la calidad del agua y el declive de especies animales y vegetales.
El síntoma más alarmante, la desaparición de lagunas históricas, comenzó, según relatan los científicos, ya en el último cuarto del siglo pasado, con la extensión de los cultivos de arroz en la zona norte y la caída de 20 metros del nivel freático del acuífero entre 1972 y 1992. El problema lo agravaron en las últimas dos décadas urbanizaciones e invernaderos, con la pérdida del 60% de las lagunas que había en los ochenta y el cada vez menor llenado y más pronto vaciado del resto. La misma sobrexplotación del agua subterránea ha resecado las marismas, que a la aportación cada vez menor de lluvias por el calentamiento global unen una reducción del 60% con respecto a principios de siglo de la descarga con que les alimentaba el acuífero.
El resultado es el censo de aves más bajo en cuatro décadas, con la práctica desaparición de decenas de especies y la caída por debajo de la mitad de los individuos en otras, la desaparición de especies vegetales y animales acuáticos, la muerte por decenas de sauces y alcornoques centenarios, o la colonización y destrucción por pinos y matorrales de las cubetas secas.
El segundo gran daño de la agricultura y turismo descontrolados en las cercanías del parque, en este caso menos conocido, es la degeneración de la calidad de las aguas tanto subterráneas como superficiales por el enorme aumento de las concentraciones de contaminantes urbanos, productos químicos y abonos. El efecto es la proliferación algas tóxicas y de especies invasoras, la perdida de oxígeno y la degradación de los arroyos, que en muchas casos son ya tóxicos para peces y fauna.
Mucho escepticismo
Pero casi lo peor de todo, añaden los investigadores, es que buena parte de este destrozo se podría haber evitado o minimizado si los poderes públicos hubiesen escuchado hace décadas las alertas de los científicos. «Desde los años 70 las diferentes voces científicas y técnicas han denunciado y denuncian que la extracción sin control de aguas subterráneas tendría consecuencias gravísimas para Doñana», explica Carolina Guardiola, una de las investigadoras principales del trabajo. «Es inevitable tener la sensación de que los gestores del agua y el territorio implicados en esta zona a todas las escalas no han escuchado estas denuncias, o si las han escuchado no han logrado tomar acciones efectivas», denuncia.
De hecho, las autoridades no se han puesto manos a la obra para pactar un plan de recuperación hasta que el Tribunal Europeo de Justicia condenó a España por su inacción ante los destrozos del parque y amenazó con duras sanciones si la Junta legalizaba nuevo regadíos en la zona, como era su intención.
Pese a todo, Guardiola, que traslada el sentir del equipo científico, se muestra «escéptica» sobre que administraciones, ayuntamientos y agricultores ejecuten con éxito y coordinación el plan para evitar la muerte de Doñana que acaban de pactar.