Entrevista
Ariana Alonso: «Es la sociedad la que nos discapacita, no nuestras condiciones»
La activista LGBIQ+ leonesa presenta su libro 'Disca, loca, bruja. Vamos a quemarlo todo'
Ariana Alonso Celorio (León. 1997) ha volcado su corta vida y sus muchos reveses en la autobiografía Disca, loca, bruja. Vamos a quemarlo todo publicada por Wolfmans Creations. Una obra «escrita desde la rabia» que le ha servido para sanar en lugar de caer en el precipicio del daño autoinfligido. «Tengo 27 años pero ya me ha tocado sufrir violencia de género y violencia médica», problemáticas «fruto del capitalismo»
Ariana Alonso, activista del movimiento LGTBIQ+ de León, presentó el libro ayer en la Biblioteca Pública de León. «Quería hacer un libro que hablara desde el cuerpo, desde mi experiencia, desde poner el alma y las entrañas por delante para poder hablar de temas que hoy en día se hablan más o menos», explica.
«El feminismo», alega, «está en boca de todos, pero el tema de la discapacidad y de las enfermedades raras que las trato, porque vivo con ellas (malformación de Arnold Chiari, hidrocefalia, siringomielia, Encefalocele occipital e Impresión basilar y fusión atlooccipital) no se tocan habitualmente dentro de los movimientos sociales». También aborda el tema de la bisexualidad y de la intersexualidad. «A mí me costó mucho definirme como intersex», confiesa.
Disca, loca, bruja termina «con una ‘oda’ al odio que nos permite poder podar nuestro árbol genealógico cuando hace falta y quedarnos con nuestra familia elegida y no sólo con nuestra familia de sangre». En este punto, señala la autora la importancia de que «creemos redes de cuidados no solamente de palabra, y que nuestra estructura familiar conste de muchas personas que no son necesariamente de sangre».
—¿Qué ha supuesto para ti volcar todo esto en unos folios en blanco?
—Empecé a escribir porque, sinceramente, me estaba volviendo loca. (Con la pandemia) yo me metí en casa antes que la mayoría de la gente cuando empezaron los avisos, porque soy grupo de riesgo. Llevaba un mes encerrada cuando todo el mundo se encerró. Empecé con mucha ansiedad y mucho malestar. Encima, como no podía salir a pasear, engordé muchísimo y eso ocasionó que mi TSA se volviera en mi contra. Llegó un punto en que racionalicé muchísimo la idea de hacerme daño para quitar aquello que yo considero que sobra de mí. Todas esas cosas me estaban consumiendo y decidí sacarlas de una forma más sana que hacerme daño. Empecé a escribir el libro. He tardado tres años en acabarlo, más todo lo que ha hecho falta después para publicarlo.
Temas tabú
—Hablas del tabú que todavía es la discapacidad. ¿Por qué en los movimientos sociales, como señalas, al margen del movimiento asociativo de discapacidad, es invisible? ¿Cuál es el motivo? ¿Es minoritaria? ¿No tenemos la mente abierta?
—Porque molesta. Molesta el hecho de tener que dar accesibilidad. Pensemos que según los datos de la Organización Mundial de la Salud, las personas discapacitadas somos una de cada siete. De minoritarias no tenemos nada. El problema es que es muy complicado meter el discurso ‘disca’ cuando muchas personas discas ni siquiera pueden salir a la calle y no pueden entrar en los espacios sociales donde se están discutiendo estas cosas. Es muy complicado y por eso me he metido tan de lleno en los movimientos sociales, para hacer esos espacios accesibles. Me he encontrado un feminismo que no tenía en cuenta que las asambleas se hicieran en sitios accesibles; me he encontrado un movimiento queer que me ha costado la vida que entendieran que nuestras actividades deben ser accesibles en la medida de lo posible, porque luego hay cosas que no podemos o no sabemos hacer. Pero hacer el esfuerzo de hablar con gente que tiene otras necesidades, para poder estar presente y poder aportar dentro de los movimientos sociales porque seguimos siendo obreras, mujeres, del colectivo queer, de izquierdas...
Invisibles
—Al final esa condición de la discapacidad es muy visible como factor de exclusión.
—Depende de la discapacidad que tengas. Yo tengo discapacidad invisible, solo se nota porque uso el bastón, y muchas veces me encuentro con situaciones muy incómodas de que no se me dan mis derechos en cuanto accesibilidad, simplemente porque no se ve que soy disca. Mis parejas son les dos autistas y a elles también les pasa. A lo mejor van a un espacio ruidoso, donde se van a sobreestimular y tener una crisis. Estamos condicionando a que esos espacios no tengan unas voces que hoy en día son imprescindibles porque si no tenemos en cuenta todos los discursos y todas las necesidades de todo el mundo, al final vamos a liberar a los de siempre, a los que están arriba.
—El término discapacidad se acaba de incluir en la Constitución en sustitución de disminuido.
—¡En 2024!
—¿Por qué usas el término disca? Suena con una connotación incluso divertida.
—Esa es la intención. Precisamente desde el colectivo de personas discas en general se ha intentado renombrarnos. No es porque el término sea erróneo, como sino porque hemos sufrido mucha violencia en la sociedad y en las instituciones médicas y residenciales. Hemos sentido muchísima violencia en las instituciones públicas y los términos que se usan aún hoy como minusválido nos hacen daño. Sin embargo, discapacitado, discapacitada o discapacitades no es una mala palabra. Me parece muy importante reclamarlo porque precisamente en su significado básico, es que no tenemos la capacidad de hacer algo o de cumplir unas expectativas que al final está poniendo la sociedad capitalista. Es la sociedad la que nos discapacita, no nuestras condiciones. La sociedad no está construida para que podamos andar en silla de ruedas o para que podamos caminar siendo personas ciegas. Ese el problema. Discapacidad señala al culpable que es el sistema y no a las personas. Me parece importante lo de disca porque es un término que hemos reapropiado, es como el queer que antes se utilizaba como insulto y ahora con orgullo, o maricón o bollera que ahora lo utilizamos como un empoderamiento.
—La segunda palabra con la que te etiquetas es loca y también es un poco tabú. ¿Quieres señalar ahí los quiebros que todo el mundo puede tener en su salud mental?
—Yo suelo hablar de padecimientos psíquicos porque es significativo que muchas veces hablamos de enfermedades cuando la mayoría de veces las cuestiones mentales son es un tema social. Hablo de loca porque cuando me maltrataron durante mi infancia lo primero que hicieron cuando acudí a pedir ayuda a la institución médica y psiquiátrica fue querer medicarme. No se me dio una terapia, sino lo primero que me dijeron fue ‘tómate esto’. Afortunadamente, dijo que no porque no creía que fuera muy bien para las otras enfermedades. Yo no salí ilesa de aquella violencia machista, estoy mejor que cuando tenía 10 años. Pero arrastro secuelas por estrés postraumático y si alguien, por ejemplo, me grita puedo entrar en una crisis de ansiedad.
Por qué habla de loca
—Y, para rematar, también bruja... Lo tienes todo.
—Lo de bruja va por el eslogan feminista que dice que somos las nietas de las brujas que no pudisteis matar y también porque soy muy bruja. Me gusta mucho el esoterismo, las piedras... aunque no soy una maguza, me gusta y me parecen bonitas. Tengo una estética también brujil y el término me parecía muy poderoso. Al final, las brujas eran mujeres que eran científicas.
—Has estado muy activa en el movimiento LGTBIQ+. ¿Cómo valoras esta ley desde que entró en vigor después de tanta polémica?
—Ahora, por mi salud física, no puedo ir a tantas cosas como me gustaría, como las manifestaciones por Palestina donde es necesario que estemos presentes tanto el colectivo feminista como el queer porque hay muchas mujeres y personas LGTBIQ+ afectadas por esta guerra. En cuanto a la ley trans, la implantación, como preveíamos, está siendo bastante positiva. Todos esos bulos que había de hombres haciéndose pasar por mujeres se ha visto que cuando llegaban al Supremo o a jueces se echaban para atrás porque era evidente que era un fraude de ley. La ley está protegida para que no puedan saltársela.
Invisibles
Se ha visto que la implantación ha ido bien, ha mejorado la vida de muchas personas y necesitamos que se siga ampliando. Hay muchas personas que aún están fuera, como las migrantes, no binarias o intersexuales, aunque se han prohibido las mutilaciones genitales a los bebés ¡en 2023! Pero otras cuestiones no se han tenido en cuenta. Por ejemplo, llevamos mucho tiempo pidiendo que se elimine la categoría de género en el DNI. No tiene sentido y no aporta ninguna información necesaria.
—Te defines como intersexual y señalas que te costó afrontarlo. En realidad es algo muy desconocido y tabú en la sociedad. ¿Qué define la intersexualidad?
—La intersexualidad la defino como una disidencia anatómica en torno a las características sexuales, tanto secundarias como primarias. Podemos tener genitales ambiguos, genitales externos de una manera e internos de otra. Podemos tener características físicas que se asocian a un lado o a otro. A mí, por ejemplo, me sale barba, aunque me afeito muchísimo porque me genera mucha disforia, y sin embargo tengo muchísimo pecho. Hay características físicas en mí, aparte de mis genitales ambiguos, que no encajan en el binarismo hembra-macho.