Críticas por las pruebas de edad a inmigrantes
Oenegés, Tribunal Supremo y Naciones Unidas reprenden a España por los métodos invasivos utilizados, sin que se haya producido ningún cambio en los protocolos sanitarios
El método empleado para determinar la edad de los jóvenes migrantes no acompañados que llegan a España pasa, en muchas ocasiones, por desconfiar de su documentación y exigir unas pruebas médicas que las ONG critican por invasivas e imprecisas. El Supremo y Naciones Unidas han reprendido a España, pero el cambio prometido sigue sin llegar.
Recientemente un joven gambiano fue expulsado de un centro de menores a pesar de que su pasaporte aseguraba que tenía menos de 18 años, ya que el fiscal no consideró fiable su documentación y exigió que se sometiera a unas pruebas médicas, a las que el joven se negó. También en las últimas semanas un juez excarceló a un adolescente senegalés que había pasado 57 días en la cárcel bajo la acusación de haber pilotado la patera en la que llegó a Canarias. Las pruebas médicas revelaron que es menor, como él había asegurado e indicaban su partida de nacimiento expedida por su país.
La Fundación Raíces, que ha representado al joven gambiano en el primer caso y recibió el respaldo de la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, denuncia que esta forma de proceder es demasiado habitual en lugares de frontera.
La abogada Paloma García de Viedma, señala que cuando un menor llega a España de forma irregular, lo que primero debería hacerse es examinar su documentación original y, en el caso de que no la lleve consigo, como es habitual, apoyarle para que pueda conseguirla.
Después, lo adecuado sería «iniciar un procedimiento de evaluación holístico y global» sobre la madurez del migrante, que incluya un informe psicosocial que tenga en cuenta el proceso migratorio y beba de otro tipo de pruebas documentales que se puedan conseguir, como las notas del colegio.
Y «solo si eso falla» se debería acudir las pruebas médicas practicadas por un forense. Lo que pasa: pruebas médicas sistemáticas en frontera
Pero la realidad es bien distinta, según denuncia Fundación Raíces, en lugares como Canarias, Ceuta o Melilla, donde se desconfía sistemáticamente de la documentación aportada por los migrantes de países como Gambia o Guinea y se recurre directamente a las pruebas médicas.
Estas consisten en una exploración física, que a menudo se produce en un despacho al que la Policía lleva al menor sin que se le haya explicado en su idioma lo que se va a hacer, según denuncia García de Viedma, y una radiografía del carpo, en la muñeca.
«Hay chavales que luego te cuentan que han estado detenidos porque esto lo entienden como una detención porque han llegado de forma ilegal y lo viven con mucho miedo».