León tiene guardianas de la tradición «para rato»
El folclore en clave femenina. Varias generaciones de mujeres muestran en el palacio del Conde Luna el folclore heredado y homenajean a la veterana Aurora Moro, de Losadilla de Cabrera en el ciclo ‘Guardianas de lo Nuestro’.
Desde la frescura de las niñas pandereteras de Llamas de la Ribera a una de las voces más recogidas por los folcloristas en León, la de Aurora Moro de Losadilla de Cabrera, varias generaciones de mujeres leonesas que atesoran la tradición que mamaron en casa se dieron cita en el Palacio del Conde Luna este fin de semana.
Las acordeonistas lacianiegas de Xaleu y las depositarias del folclore de la Valduerna (Marisol Alija) y la ribera del Torío (las hermanas Raquel y Sonia Ordóñez Lanza y su madre, Marisa Lanza Flecha) completaron el abanico de «guardianas de la tradición» dentro del ciclo Guardianas de lo Nuestro.
«La idea era dar voz y visibilizar a las mujeres que han sido las principales informantes del folclore, aunque los reconocidos como folcloristas, los recopiladores, han sido hombres, porque las mujeres no podían salir», apunta Raquel Ordóñez Lanza.
La iniciativa del colectivo Creadoras, respaldada por la Concejalía de Turismo, Educación e Igualdad del Ayuntamiento de León, desbordó el salón de actos del palacio, que se quedó pequeño para escuchar los sonidos más populares de la provincia leonesa.
Sobre el escenario quedó claro que «tenemos que guardianas de la tradición para rato», como apunta Raquel Ordóñez. Las niñas pandereteras de Llamas de la Ribera vinieron de la mano de la Asociación Cultural Guirrios y Madamas de este pueblo del Órbigo y de sus propias madres, que son el eslabón del que han heredado las canciones.
Son mujeres que desde hace más de treinta conservan el legado familiar y lo están transmitiendo a las nuevas generaciones. Las lacianiegas de Xaleu trajeron música folk nacida en el corazón de las vaqueiradas y el baile chano. Armadas con acordeón, panderos cuadrados y pandereta y objetos de cocina, como la sartén, convertidos en instrumentos musicales conquistaron al público con sus ritmos.
«No somos de escuela, pero queremos continuar con ese legado familiar», subraya Ordóñez que ha peinado muchas comarcas de la provincia también como recopiladora. En el Conde Luna tocó la dulzaina, un instrumento que pocas veces se ve en manos de una mujer. Y recordó que uno de los dulzaineros más reconocidos, Víctor de la Riva, aprendió los sones leoneses de las pandereteras de Manzaneda y Riosequino de Torío.
Raquel y su hermana Sonia han heredado de su abuela, Cristina Flecha, las canciones que cantaba en casa y con ellas la pandereta que se transmite de generación en generación como un objeto fetiche.
Aurora Moro deslumbró con su energía para cantar las canciones del folclore cabreirés que ahora se pueden escuchar en la recopilación depositada por Fernando López Combarros en el Instituto de Estudios Cabreireses. Aurora se mocionó al recibir el ramo de flores que simbolizó el homenaje tributado por lasnuevas generaciones de cantadoras y contadoras leonesas. Aurora Moro es de Losadilla de Cabrera y es también depositaria de la tradición textil cabreiresa.
El ciclo Guardianas de lo Nuestro, impulsado por Cristina Izquierdo, tuvo su continuación con el espectáculo Guardianas de la danza. Las piezas Verstilde Emotie (Isabel A. Van der Feltz), Unica (Olga Peris), Fondo (María Casares y Victoria Makobey) y Campo Abierto (María Ganzarín) pusieron sobre el escenario las propuestas de varias generaciones de artistas leonesas y de otras geografías con reflexiones sobre el mundo actual. Las mujeres también son depositarias de los saberes del movimiento, dijo Izquierdo, en diferentes fases de la experiencia vital y artística. El colofón de este ciclo está programado para el 14 de marzo en la residencia municipal de personas mayores Virgen del Camino con un taller de percusión a las 12.00 horas.