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«Isabel la Católica fue reina gracias al Infantazgo leonés»

El escritor Diego Asensio habla este viernes sobre esta institución genuina del reino de León que traspasó sus 200 años de duración y propició reinados de mujeres

Diego Asensio en una foto de archivo. DL

León

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El Infantazgo leonés y sus dóminas es una institución genuinamente leonesa que pervivió durante doscientos años, pero cuya repercusión se prolongó más allá y se convirtió en una vía de acceso al poder de las mujeres que trascendió más allá del reino de León.

Es la tesis del escritor y gestor cultural Diego Asensio García, que desvelará este viernes 8 de marzo en su charla «El poder de la mujer, la mujer en el poder: las dóminas del Infantazgo leonés» que organiza la Asociación Héroes de Cavite como acto cultural en el Día Internacional de la Mujer.

«El infantazgo leonés fue una institución eminentemente femenina que da un papel de gobernabilidad y de autonomía a las mujeres de la casa real leonesa, como no lo habían tenido nunca las mujeres en los reinos hispánicos, y posibilita que el contexto social, jurídico y político de León cristalice en el acceso de la mujer al trono y que dé figuras en el ejercicio del poder tan relevantes como Isabel la Católica», señala Asensio.

Héroes de Cavite, que defiende la recuperación de la memoria hispánica en el punto medio entre la leyenda negra y la leyenda dorada, quiere poner en valor aspectos «todo ese territorio de nadie que a la postre va a facilitar el imperio hispánico».

Diego Asensio defiende que conceptos como el de imperio que «ya se venía trabajando en el reino de León aunque tenga más repercusión con el descubrimiento de América». La reginalidad, o el ejercicio de la mujer en el estamento monárquico, es algo que en León es completamente aceptado y reconocido».

En este sentido, el conferenciante señala que los numerosos ejemplos de mujeres ejerciendo el poder en el reino de León, «posibilitan en el devenir de la historia y en el reino de Castilla, que mujeres como Isabel la Católica, como Juana I o como después sería Juana de Austria, como princesa gobernadora y regente de España, o Isabel II».

Que pese a esta relevancia de la mujer en el poder monárquico, perviva la ley sálica, que prefiere al varón sobre la mujer en la sucesión de la corona, «tiene matices», dice Asensio. «Una cosa es que se prefiera al varón por delante de la mujer y otra que la mujer quede completamente excluida, como sucede en Aragón que excluía de forma sistemática a la mujer».

La excepción que confirma la regla, comenta, es el caso de Ramiro II el Monje, que a la muerte de su hermano, el que fue marido de Urraca I, sin descendencia, es sacado por los grandes de Aragón del convento para que engendre «y lo que engendra es una niña». Es el único caso, subraya, en el que una mujer ejerce el poder en el reino de Aragón «y lo ejerce básicamente como transmisora». Que hoy permanezca en la Constitución española la ley sálica es la»herencia de esa Francia borbónica que aterriza en España con sus formas y sus maneras», sostiene.

Desde Elvira Ramírez, la primera dómina, a Sancha Raimúndez, la última, el Infantazgo, que abarcó posesiones a largo de todo el imperio, pervivió durante doscientos años. Ramiro II creó la institución «para sacar a su hija del juego de ajedrez que suponen las infantas en la política exterior de los reinos».

«Da a Elvira un contexto de gobierno y autonomía otórgandole una serie de heredades que forman parte del patrimonio de la Corona y que deja para gestión y gobierno de la infanta». Son principalmente monasterios, que tienen «aparejadas localidades y territorios con toda la problemática que tienen en política fiscal, judicial y de todo tipo». La dómina administra justicia, interfiere en pleitos y es una figura capital dentro del ejercicio de la gobernación de los reyes. «Fue una escuela de reinas: el ejercicio de la gobernación les da tablas para saber ejercer el poder, A los infantes se les daba cuando iban creciendo; las infantas lo tenían de manera indiscutible».

El infantazgo empezó como una cesión de poder a las mujeres en el ámbito religioso y ellas lo transformaron en una institución que ejerció el mecenazgo sobre el patrimonio y las artes. «El patrimonio quedó muy enriquecido porque son las grandes promotoras de la creación artística», subraya.

San Isidoro y joyas como el cáliz de doña Urraca y las grandes aportaciones de la infanta reina doña Sancha están directamente vinculados a esta institución, cuya primera sede fue Palat del Rey. «Los restos materiales del Infantazgo como Palat del Rey, la más olvidada, y por supuesto San Isidoro, son los testigos mudos» de aquella institución que rompió el techo de cristal de las leonesas en la Edad Media.

La charla 'El poder de la mujer, la mujer en el poder: las dóminas del Infantazgo', de Diego Asensio, es el viernes 8 de marzo a las 19.00 horas en salón del Palacio del Conde Luna con entrada libre hasta completar aforo.

A las mujeres

«El ejercicio de la gobernación en el Infantazgo da tablas para ejercer el poder»