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De cazar focas a salvar la fauna marina

Arctic Sunrise, el barco de los años 70 pensado para llegar al Ártico, es utilizado ahora por Greenpeace para una misión científica en las Islas Galápagos

Fotografía del Arctic Sunrise durante una expedición el 5 de marzo de 2024. JOSÉ JÁCOME

Publicado por
Susana Madera (efe)
León

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El Arctic Sunrise, uno de los barcos de la organización ecologista Greenpeace, que llegó por primera vez a Ecuador para una misión científica en las Islas Galápagos, dejó atrás su oscuro pasado como buque pensado para la caza de focas en los años 70 y ahora navega en una incansable campaña para proteger los océanos y toda su biodiversidad.

Con medio siglo de vida, se trata del barco más antiguo de la flota de tres que tiene la organización ambientalista, contó Mike Finken, capitán de la nave que estudia los montes submarinos del archipiélago de las Galápagos, tanto dentro de las reservas marinas como fuera de ellas.

«Fue construido (con el nombre de Polarbjørn) para cazar las primeras focas en el Ártico, pero finalmente nunca se lo usó para eso», aunque sí apoyó la construcción de una pista de aterrizaje en la Antártida para la milicia francesa.

«Ahí fue cuando Greenpeace se involucró y realizó una protesta en contra de esta actividad, que iba a destruir una isla prístina de la Antártida», recordó Finken, quien ahora comanda la nave a la que un día la organización ecologista combatió. Y aunque la construcción de la pista siguió, el capitán rescata que lograron dar visibilidad al suceso ante la opinión pública. Greenpeace relata que compró el Arctic Sunrise en 1995 usando como pantalla la compañía Arctic Sunrise Ventures Ltd., pues, de otro modo, los dueños noruegos no les hubiesen vendido la nave.

En los treinta años que ha servido a la organización, la nave ha tenido una vida «muy agitada»: ha sufrido «diferentes abusos por parte de fuerzas que han reprimido sus protestas pacíficas», dijo Finken Los cambios más relevantes a la nave fueron en 2013, tras ser capturada por Rusia por más de un año, por una protesta pacífica contra la expansión de la industria petrolera off-shore (fuera de costa) en el Ártico. «Cuando devolvieron el barco estaba en muy mala condición, en una zona muy fría del Ártico», por lo que lo repararon, agregaron comodidades, más capacidad para el transporte de personas y mejoras en la comunicación, instalando muchos equipos satelitales, detalló.

La nave pesa cerca de mil toneladas, con una eslora de 49,62 metros, una manga de 11,50 metros y un calado máximo de 5,30 metros.