El chalet de Dionisio Fernández

E n marzo de 1922, Isidoro Sainz Ezquerra proyectó esta Casa con dos viviendas, que Dionisio Fernández deseaba construir en un prado de su propiedad en la leonesa Avenida del Padre Isla (entonces Carretera de Asturias). Concibió un inmueble aislado con muros de carga alrededor de un patio interior. El semisótano para servicios comunes y la salida al huerto trasero. En la planta baja una vivienda con acceso directo desde la calle, portal y pasillo alrededor del patio enlazando alcobas, despachos y gabinetes, galería al sur, aseos y cocinas al norte y el comedor hacia el huerto. También por Padre Isla, pero a través de una magnífica verja forjada y tras superar unos peldaños, se accedía por la fachada norte a otro portal con su escalera de tres tramos para subir a la vivienda principal, en un primer piso igualmente distribuido por recibidor y pasillo con despacho y comedor en las esquinas, galería al sur, servicios al norte y alcobas al oeste. Y bajo cubierta, otras estancias familiares y para la servidumbre. Dispuso las fachadas revocadas jugando con simetrías y asimetrías. A la calle tres cuerpos tripartitos. En el central, portada de medio punto entre terracillas abalaustradas, planta baja fajeada, huecos en carpanel y adintelados, mirador de obra y balcones bajo frontones triangulares, impostas, cornisamento con friso perforado entre ménsulas, más balaustres, óculos laureados y pináculos ante cubiertas empizarradas. A la derecha, una torre con cúpula piramidal en doble pendiente y a la izquierda otra con una planta más y vanos tríforos bajo cúpula de faldones curvos… Todo con un repertorio formal importado, «monumental, ligero y elegante», y ¡muy francés!... Frente a la casa de vecindad, la vivienda unifamiliar en El Ensanche. Casa-palacio, hotelito o chalet, abriéndose a la calle, pero también a un espacio verde posterior. Palacetes testigos de esa época, que fueron desapareciendo al extinguirse la clase social que les originó. Una floreciente burguesía que abandonaba el casco histórico aspirando a otra vida, más aristocrática, al menos en apariencia, y a exhibir sus inéditas fortunas para brillar en aquella sociedad efímera… Hoy la Casa se destina a Biblioteca Municipal.