La ‘nueva normalidad’ después del covid-19

Las mascarillas eran para los asiáticos, la vacuna (de la gripe, un adulto no pensaba en otra) se la ponía uno el año que se acordaba y PCR sonaba a componente de ordenador. Pero el 11 de marzo de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la covid-19 era una pandemia, todo comenzó a cambiar. Y aunque la misma organización decretó el fin de la emergencia sanitaria en mayo del año pasado, esos tres años cambiaron el mundo para siempre.

Decesos

La covid-19 sigue provocando fallecimientos en España, pero a un nivel muchísimo menor que en los años anteriores. De acuerdo al último informe Defunciones según la causa de muerte , publicado en diciembre por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el primer semestre de 2023 (últimos datos disponibles) murieron por el coronavirus 3.760 personas, un 82% menos que en el mismo periodo del año anterior. Extrapolando la cifra, el virus dejó en 2023 entre 6.000 y 7.000 decesos. En comparación con los años anteriores, y de acuerdo al mismo informe, en 2020, primer año de la pandemia, el virus causó 60.358 decesos; en 2021, 39.444; y en 2022, 31.606. Desde marzo de 2020, unas 130.000 personas han fallecido por covid-19 en España.

Mascarillas

El último recordatorio de que las mascarillas se quedarán para siempre llegó en la primera quincena de este año, cuando el Ministerio de Sanidad y las consejerías decretaron su uso obligatorio en los centros sanitarios ante un repunte de infecciones por gripe. Durante los picos de contagios de covid-19 o de gripe o ante las recomendaciones de las autoridades sanitarias, una parte importante de la población ha normalizado el uso de este elemento de protección, una utilización que no existía antes de marzo de 2020.

Las PCR y el autodiagnóstico

El autodiagnóstico sin base científica tiene una larga tradición en España, pero eso también ha cambiado con la pandemia. Hacerse una PCR para detectar si se estaba contagiado por covid-19 se ha convertido en un proceso familiar para millones de españoles. Además, las PCR para la covid han abierto una puerta que se ha extendido a otras enfermedades y que ha trasladado a cada ciudadano el foco sobre su propia salud. Con receta o sin receta médica, ya existen test de autodiagnóstico para la gripe, el virus respiratorio sincitial (VRS), el VIH, la fertilidad femenina, la calidad del esperma o la proteína en la orina.

Vacunas

La última campaña de vacunación contra la covid-19 se desarrolló en el otoño del año pasado, cuando los mayores de 60 años, los sanitarios y las personas con enfermedades crónicas fueron llamados al que suponía su quinto pinchazo. Dependiendo de la edad, de las comorbilidades y de otros factores, y si se ha atendido a todos los requerimientos, la población general se ha vacunado contra la covid entre tres y cinco veces.

Según el Ministerio de Sanidad, el 87,2% de los españoles tiene una dosis; el 86%, dos dosis; y el 56% tiene una dosis de recuerdo (la tercera). Y de acuerdo al último informe de vacunación, publicado el 25 de enero, pero solo con datos de mayores de 60 años, menos de la mitad de este grupo de edad (el 46%) ha recibido la cuarta o la quinta dosis, ya adaptadas contra las últimas variantes del SARS-CoV-2.

Sistema de vigilancia

La pandemia ha obligado a España a reforzar el control de los virus respiratorios. El Ministerio de Sanidad puso en marcha en octubre de 2020 el Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda (SiVIRA), una vigilancia centinela, es decir, que recopila datos epidemiológicos de manera sistemática en un número de puntos.

Esta vigilancia, que se realiza en hospitales y atención primaria, abarca los tres virus respiratorios principales, el SARS-CoV-2, la gripe y el sincitial. Además, para contrarrestar las debilidades del sistema que la covid-19 sacó a la luz, Sanidad aprobó hace año y medio la creación de la Agencia Estatal de Salud Pública, que tiene como objetivo preparar la respuesta frente a emergencias sanitarias, el asesoramiento en salud pública y la comunicación de riesgos para la salud. El proyecto, sin embargo, avanza más lento de lo previsto, entre otras razones, por la discusión sobre dónde se ubicará su sede. La semana pasada el Congreso acordó prorrogar el plazo para presentar enmiendas al proyecto.