La huella de Henri Dunant en León 150 años después
Cruz Roja Española en León abrió sus puertas para mostrar a la ciudadanía la labor que en la provincia 150 años después de su fundación. Más de 19.800 personas se benefician directamente de sus programas sociales y más de 15.000 los apoyan desde la base.
El 30 de abril se cumplen 150 años de Cruz Roja Española en León. La entidad abrió ayer sus puertas en la sede de la calle El Cid para mostrar a la sociedad los recursos con los que el año pasado atendió a más de 19.800 personas en la provincia, con una plantilla de 93 trabajadoras y trabajadores, 1.500 personas voluntarias y más de 15.000 asociadas.
Cruz Roja Española se creó en León durante los escasos meses que duró la I República, proclamada el 11 de febrero de 1873 y que se prolongó hasta el 29 de diciembre de 1874. Diez años antes se había creado Cruz Roja Española. Sus primeras acciones fueron el envío de ayuda humanitaria a la guerra franco-prusiana y en España levantó su primer hospital de campaña en Miranda de Ebro, con ocasión de las gueras carlistas y dirigido por Concepción Arenal.
El Comité Internacional de la Cruz Roja, al igual que la Convención de Ginebra, había nacido en 1863, después del impacto que el libro de Henri Dunant, Un recuerdo de Solferino, tuvo en Europa. El objetivo era lograr crear una organización neutral para socorrer a los soldados heridos en las guerras.
El patio de las antiguas escuelas del Cid, actual sede de Cruz Roja en León, mostró ayer la vigencia de este espíritu primigenio en programas como el apoyo a las personas refugiadas y solicitantes de protección internacional junto a todo el abanico de acciones que desarrolla la entidad a nivel local, en una jornada de puertas abiertas como ‘aperitivo’ de los actos del 150 aniversario.
El presidente provincial de Cruz Roja Española en León, Daniel Hernández, señaló que la entidad había evolucionado de su papel en primeros auxilios, cuando llegó a tener un hospital propio, a servicios preventivos, formación, apoyo en emergencias y y la parte socia. La atención a las personas mayores destaca en número, más de 8.000 el año pasado, en dispositivos de apoyo a la dependencia y tecnología punta como el programa Alexa para paliar la soledad no deseada. Apoyado por la Fundación Amancio Ortega este dispositivo permite hacer videoconferencias, escuchar música o poner alarmas para la medicación. «La soledad es un tabú y también afecta a cuatro de cada diez personas jóvenes», como explica la voluntaria que colabora en un programa de investigación pionero de Cruz Roja con el Imserso.
Las diez personas que a lo largo del año pasado consiguieron soluciones habitacionales y dejar de dormir en la calle son el orgullo de Christian, otro voluntario que ayer repartía café y pastas a las personas que se acercaron a la sede de Cruz Roja. Habitualmente, martes y jueves de 8 de la tarde a 12.30, la furgoneta visita a una quincena de personas sin hogar. Dan abrigo y alimento y sobre todo, abren la puerta a estas personas para salir de la calle.
La atención a la juventud fue representada por los car y las gafas que simulan distintos estados de alcohelemia. La prevención y la reducción del consumo de alcohol y otras drogas son prioritarias en sus campañas de sensibilización. Jóvenes en prácticas en Educación Social y voluntarios muy nuevos mostraron esta faceta.
En otra carpeta, un veterano voluntario, Manuel Núñez Guerrero, mostraba a un grupo de migrantes de Senegal, Mali y Marruecos un juego para iniciarse en el aprendizaje del español para extranjeros. Apenas saben unas palabras de su nuevo país y patera es una. Lo consiguieron. Con gafas de realidad virtual se acercó ayer al Cid un campo de refugiados y la vida cotidiana de las mujeres masai. Es la huella de Henri Dunant 150 años después de su ‘llegada’ a León.