Manuel Martínez ‘lanza’ el bar de Villamoratiel con su pareja, Silvia Díaz
Con ganas de vivir en el campo. El polifacético atleta leonés Manuel Martínez da otra vuelta de tuerca en su vida con una apuesta por el mundo rural. Junto a su pareja, la catalana Silvia Díaz, se ha propuesto ‘lanzar’ el bar de Villamoratiel de las Matas.
Manuel Martínez, medalla de bronce en los juegos olímpicos de Atenas en 2004 y campeón del mundo en lanzamiento de peso, afronta un nuevo proyecto en su polifacética vida, sin dejar el atletismo. De la mano de su novia, Silvia Díaz, lanza ahora el bar de Villamoratiel de las Matas en una apuesta vital por «vivir en el campo» y también del campo.
«Hace siete años me divorcié y hace tres conocí al amor de mi vida, Silvia, que es de Cataluña», explica el legendario deportista leonés. «Los dos teníamos ganas de ir a vivir al campo y cuando vimos el anuncio del bar de Villamoratiel de las Matas decidimos valorarlo», añade.
Inauguración
La Junta Vecinal de Villamoratiel de las Matas sacó a concurso el bar Frontón tras quedar sin servicio el establecimiento en octubre. Al no encontrar respuesta, el presidente, Florencio Santamarta, acudió a la prensa para anunciar la oferta. «Con Manuel y Silvia, hemos tenido feeling desde el primer momento y por parte nuestra tienen todo el apoyo», afirma el pedáneo.
El bar, al que le quieren dar un toque cultural y con el tiempo ofrecer productos de la tierra, es un servicio esencial «para mantener la sociabilidad», asegura Santamarta. «Aunque ha estado pocos meses cerrado, el invierno se ha hecho muy largo». Ahora llega la primavera a este pueblo terracampino y ofrece una estampa singuala
Vida rural
La apuesta de la Junta Vecinal es que el bar se convierta en un faro en la comarca para atraer a personas de la zona y servir como acicate frente a la despoblación. «Hay posibilidades, estamos a 20 minutos de León, otro tanto de Sahagún y a solo diez minutos de Mansilla de las Mulas», señala.
«Nuestro plan es integrarnos plenamente en la vida rural, cultivar una tierra, en principio como autoconsumo, y dedicarnos también a la actividad agraria», afirma la pareja. Ambos tienen raíces en el medio rural, aunque de muy distintas dimensiones.
Martínez pasó los veranos de su infancia en San Adrián del Valle. «Me crié entre estiércol», afirma al recordar que al lado de la casa de su abuela materna, que era la telefonista del pueblo, había un aprisco de ovejas. También recuerda a las gallinas. Y, sobre todo, la libertad que experimentó en el pueblo. Silvia Díaz se crió en un pueblo de Cataluña, «un pueblo de 7.000 habitantes», matiza. Su padre cultivaba una huerta en Súria (Barcelona) y ella ahora se prepara con la idea de explorar un complemento al bar en la agricultura. «Nos interesa la agricultura ecológica y ambos nos estamos formando online», subraya.
El contrato del bar se ha cerrado con la Junta Vecinal de Villamoratiel de las Matas con una fianza de 500 euros, sin renta y una finca agrícola para que la pareja cuente con un terreno para iniciarse en esta actividad. Ahora tienen que buscar casa.
Silvia Díaz dejó atrás su vida en Cataluña este verano. Tras años dedicada a la salud bucodental como higienista, el amor con el lanzador de peso la trajo a León y ahora ambos emprenden un proyecto común. «Me apetecía un cambio en mi vida, más en contacto con la vida rural y surgió esta oportunidad que iniciamos con muchas ganas e ilusión».
Silvia pensaba más en una zona de montaña, pero en el contacto que ha tomado con este pueblo de llanura aprecia «el silencio que se escucha, las vistas con todas las montañas, las bodegas... y, sobre todo, la gente, que es muy agradable». Manuel Martínez compatibilizará este cambio con el atletismo, la fundación y sus proyectos audiovisuales. Actualmente está embarcado en el documental Pioneras, comprometidas, campeonas, con tres capítulos dedicados a mujeres atletas de Castilla y León.
El bar Frontón, de Villamoratiel de las Matas, se abre al público el próximo fin de semana. El sábado 23 a las cinco de la tarde, la pareja se lanza al ruedo de la hostelería en un medio que no es el más halagüeño para el sector, pero en el que han visto una oportunidad para poner los pilares de su nueva vida.
Después del invierno, época en la que apenas quedan en el pueblo 60 vecinos y vecinas, la Semana Santa es «el mejor momento» para el lanzamiento del establecimiento, pues muchas personas volverán a pasar sus vacaciones y ya empieza a notarse la afluencia de vecinos que pasan una parte del año en el pueblo y otra en la ciudad. Además, la pareja se ocupará de organizar las fiestas del pueblo.
En el verano la población residente se dispara y se pueden llegar a alcanzar los 400 habitantes. «Es la época que hay que aprovechar para el bar. El resto del año, ciertamente, no es fácil. Pero se puede compensar el tiempo de atención en el bar con alguna otra actividad, sobre todo online», apunta el pedáneo.
Floren Santamarta tiene puestas sus expectativas para ofrecer nuevos servicios en un parque solar de 60 hectáreas que reportará importantes ingresos al pueblo. En su mente está contar con peluquería, un servicio de podología y programar cine los viernes. También quiere que la Junta Vecinal ofrezca un servicio de transporte a la demanda para evitar los largos recorridos que tienen que soportar los vecinos en las ambulancias cuando van al hospital.
Otro proyecto que quiere desarrollar es un pequeño centro de día con residencia para que las personas mayores del pueblo puedan prolongar su estancia en casa y, en todo caso, quedarse en su pueblo si necesitan más asistencia. «Estoy muy involucrado con la gente. Han pasado por una guerra, por la escasez y han levantado España», subraya el pedáneo al señalar las prioridades de la Junta Vecinal.