El testimonio de un alcohólico rehabilitado: «Vivir en el medio rural es una dificultad para superar el alcoholismo»
Encuentro interprovincial de Alcohólicos Rehabilitados en Astorga el día 7 de abril. Más de 230 personas de Castilla y León compartirán experiencias y ponencias para visibilizar los beneficios de las terapias. El encuentro en un entorno rural ayudará a desestigmatizar la enfermedad. «Cuando pierdes el último pulso y ves un telón negro tienes que hacer algo». El presidente de Armabi, Victorino Marcos, asegura que su segunda vida comenzó hace trece años.
El estigma y la vergüenza de ser reconocido al entrar en las dependencias de la asociación dificultan que muchas personas que viven en el medio rural y que necesitan ayuda para superar su adicción al alcohol soliciten terapia. «A veces es la propia familia la que tiene miedo a que los vecinos se den cuenta de que tienen un problema». Este es uno de los hándicaps que tienen los enfermos alcohólicos que viven en los pueblos. Y una dificultad añadida para que las terapias sean del todo efectivas. Para que un grupo funcione correctamente tiene que estar formado por más de seis personas y en teoría todas estar en la misma fase de evolución de su enfermedad. «Al ser menos personas los grupos son heterogéneos y eso siempre es un hándicap. No es lo mismo la fase en la que estoy yo ahora, por ejemplo, que la de alguien que empieza o está en otro momento». Así lo reconoce Victoriano Marcos, presidente de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados Maragatería y Bierzo (Armabi), que este año, por primera vez, será la anfitriona de la 107 reunión interprovincial de la Federación de Alcohólicos Rehabilitados de Castilla y León (Farcal) que reunirá a representantes de más de quince asociaciones en Astorga el 7 de abril en el complejo hotel Cía de la Plata a partir de las 10.00 de la mañana. El encuentro concentrará en la localidad a más de 230 participantes bajo el lema Mi segunda vida .
Victorino Marcos es uno de los enfermos que no se esconde y da la cara para demostrar que reconocer la enfermedad es el primer paso para abrir las puertas a esa segunda vida. «Yo soy un enfermo alcohólico y el 7 de abril cumpliré trece años de mi segunda vida. Si no ocultas que tienes un problema es la mejor manera de ayudarte. Respetamos la intimidad, quien no quiera no aparece».
Durante la reunión en Astorga, seis personas desarrollarán ponencias sobre su propio proceso rehabilitador y expondrán las mejoras que han experimentado en su vida tanto social, laboral o familiarmente. «Cuando estás enfermo machacas a la familias, pareja, hijos y compañeros de trabajo. El alcohol lo contamina todo Descuidar su higiene personal, tu salud, el trabajo, por lo que afecta a tu economía, al entorno social y los últimos en enterarse son las familias. Pero tú no eres consciente de nada. Los amigos que tienes en esa fase no son amigos, son sólo compañeros de copas. Hasta que tú no empiezas a hacerte cargo de ti mismo nada mejora y se producen momentos de mucha soledad». Sin embargo, Victorino alerta de que el perfil de los enfermos ha cambiado. «Ahora son personas policonsumidoras, es decir, que el alcohol no es lo único que consumen, algo que no ocurría hace años. Nosotros mantenemos nuestra filosofía como Alcohólicos Rehabilitados, pero ahora el problema no es sólo el alcohol, por eso decimos que tratamos a personas, no a sustancias».
Victorino Marcos espera que el encuentro sirva para que las personas que necesitan ayuda se acerquen sin prejuicios a escuchar a los ponentes y las dinámicas de las terapias. «En mi primera reunión escuché a uno de los ponentes hablar de su historia y estaba convencido de que hablaba de mí, incluso me acerqué a él y le dije que de qué conocía él lo que me pasaba. Fíjate hasta qué punto lo que nos pasa a todos es muy parecido. Hasta que no llevaba ocho meses en la asociación no me di cuenta de que tenía un problema con el alcohol, aunque empiezas a tener problemas con todo. El alcohol no potencia ninguna virtud buena, si acaso saca lo malo».
Para Avelina Llamas, psicóloga sanitaria y terapeuta de la asociación, hay muchas razones que motivan el primer acercamiento a las terapias. «Siempre hay un desencadenante, pero en el fondo lo hacen por dejar contentos a su entorno o sus parejas. Tardan tiempo en darse cuenta del problema». Victorino apostilla que el primer paso se da «para arreglar la situación con la pareja o con los compañeros de trabajo, pero nunca se piensa en uno mismo».
La complejidad de buscar apoyo en el medio rural se nota más en el impacto que tiene el alcohol en las mujeres. «No suelen acudir, lo llevan más en secreto», lo que dificulta también el alcance real del problema en la población femenina.
En las reuniones nadie juzga. «Hay normas de confidencialidad y apoyo. Se puede hablar claramente y compartir con el resto del grupo cómo se siente. El problema del alcohol no es sólo dejarlo a nivel físico, sino abandonarlo psicológicamente». asegura Llamas.
Y es que lo primero en lo que piensa un enfermo al levantarse es el encontrar el apoyo del alcohol. «El consumo para mí era una meta», recuerda Victorino. Por eso, con la terapia la vida cambia. «Hay que volver a empezar a conocerse, a relacionarse con la familia». Y afrontar las recaídas, un concepto que Victorino no admite «Se les llama recaídas, pero no lo son. Si bebes agua no hay recaídas. Más que recaída nosotros lo llamamos mala rehabilitación. Mantenerse firme depende de uno mismo. El alcoholismo es una enfermedad degenerativa y destructiva y el agua es el mejor fármaco» y en caso de tropiezo, ocultarlo es la peor opción. «Si tomas una cerveza y no lo hablas en las terapias, en tres días vuelves a estar como antes».