La diversidad infantil se fusiona en los fogones

Nada más entrar por la puerta se sabe que algo se está cociendo. Niños y niñas con enfermedades raras y sus hermanos aprenden a cocinar en una actividad organizada por Feder (Federación Española de Enfermedades Raras). Es la primera actividad que organiza la federación en León para avanzar en convivencia en diversidad.

La escuela de cocina Dolcetriz de León puso sus instalaciones a disposición de las familias de León para colaborar en una iniciativa que busca el ocio inclusivo.

Quince menores asistieron a esta primera clase de cocina que empanadillas de atún y rosas de manzana. La cocinera Verónica Suárez se afana por mantener la atención de los inquietos aprendices que se esmeran en conseguir los mejores presentaciones.

Kilian, Nerea, Adrián, Clara, Martín, Junior, Jimena, Valeria, Guzmán, Darío, Nicolás, Héctor y Claudia aprenden a concentrarse para seguir los pasos para la preparación de un menú que los mantiene entretenidos toda la mañana en programa novedoso para ellos que les permite participar activamente e involucrarse en una actividad en la que trabajan la colaboración y la creatividad.

Verónica, la cocinera, está acostumbrada a dar clases de cocina a niños y niñas. Dolcetriz, el proyecto gastronómico de Eva Suárez, ya ha colaborado con otras asociaciones de León. Muchas familias optan por esta actividad de manera particular para celebrar los cumpleaños de sus hijos. Además, hay grupos fijos de adultos que asisten a las clases para aprender a cocinar.

«Lo que más me gusta son los macarrones», dice Nicolás, que tiene 6 años, mientras termina de espolvorear el azúcar en la rosa de manzana. Al otro lado de la mesa, Verónica les explica que antes de meter el hojaldre relleno de manzana en el horno hay que untar de mantequilla el recipiente, para que no se pegue. Coloca uno a uno y por orden todas las creaciones que han realizado los menores para que después se coman cada uno la suya.

A Verónica le ha costado que los aprendices de hoy acaben este postre. Las rodajas de manzanas desaparecían antes de que llegaran al relleno del hojaldre. «No os comáis las manzanas», dice simulando estar enfadada entre las risas de sus aprendices antes de repartir el trabajo y los productos para el siguiente menú y controlar la actividad para cumplir los tiempos. Ahora toca empezar con las empanadillas. «No toques las masas con las manos porque los niños siempre tenéis las manos calientes y luego se resquebraja». Un buen consejo para que las empanadillas queden turgentes. «Trabajar con niños es maravilloso, la mayor dificultad es que cumplan los tiempos, pero son muy buenos. Aquí vienen muchos a aprender a cocinar cuando tienen vacaciones», asegura la cocinera.

Nicolás pide ir al baño y Guzmán, el mayor del grupo, le recuerda que antes de volver a la mesa para continuar el trabajo tiene que lavarse bien las manos.

El delegado territorial de Feder, Ricardo Fernández, asiste al inicio de la actividad. «Es la primera actividad de este tipo que organizamos. La escuela de cocina Dolcetriz mostró su disposición a organizar esta actividad con niños con enfermedades raras y sus hermanos para llenar las horas de ocio en estas fechas. Es una manera de que los niños que tienen dificultades puedan acceder a actividades de ocio inclusivo en una actividad enriquecedora para ellos. Una actividad divertida que cuenta con todas las medidas para que la actividad sea segura».

Eva Suárez, Dolcetriz, espera que no sea la última actividad que organizan en colaboración con Feder. En estas actividades elegimos con qué causas nos implicamos más. Y en este caso hemos decidido apostar por las enfermedades raras, pero ya hemos colaborado con otras asociaciones».