El Papa invita a perdonar esta Semana Santa
Durante la misa crismal el Papa Francisco leyó sin problemas la larga homilía y acudió por la tarde a una cárcel femenina para lavar los pies a las reclusas de una prisión romana
Acto tradicional
Con la misa crismal que presidió ayer por la mañana en la basílica de San Pedro del Vaticano ante unos 4.000 fieles, el papa Francisco arrancó las celebraciones del Triduo Pascual, las liturgias más importantes del año para los católicos y con las que se recuerdan la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Durante la ceremonia, en la que los alrededor de 1.500 sacerdotes presentes renovaron las promesas realizadas el día de su ordenación, a Jorge Mario Bergoglio se le vio con buen aspecto y leyó sin problemas su larga homilía, despejando así las dudas sobre su estado de salud después de que el pasado Domingo de Ramos renunciara a pronunciar su sermón, al no haber recuperado plenamente su capacidad pulmonar tras la gripe que sufrió hace unas semanas.
En su homilía durante la misa crismal de este Jueves Santo, Francisco advirtió a los sacerdotes sobre el riesgo de caer en la «esclerosis del corazón», invitándoles a no tener «juicios despectivos» con los que no creen y pidiéndoles en cambio que se vuelquen con los alejados. En una intervención dedicada en especial a los sacerdotes, subrayó el peligro que supone mostrarse «muy activos y sentirnos impotentes» al vivir.
Por la tarde Jorge Mario Bergoglio acudió a la cárcel femenina de Rebibbia, situada a las afueras de la capital italiana, donde celebró la misa de la Cena del Señor y lavó los pies a un grupo de reclusas, como viene siendo habitual en esta ceremonia desde que el Papa argentino comenzó su pontificado. También tenía la costumbre de acudir a una prisión el Jueves Santo cuando era arzobispo de Buenos Aires, antes de su elección como obispo de Roma hace ya once años.
Previamente había improvisado una breve homilía centrada en el perdón, pero no la leyó. «Todos tenemos pequeños o grandes fracasos, todos tenemos una historia, pero el Señor nos espera siempre con los brazos abiertos y no se cansa nunca de perdonar», afirmó.