Las claves de la hoja de ruta
Los vapeadores. La estrategia pretende equiparar los dispositivos electrónicos al tabaco convencional imponiendo restricciones a la venta, suministro y requisitos de etiquetado, fabricación y comercialización, de forma que solo puedan comercializarse en puntos determinados, como ocurre con los cigarrillos. La idea es, tal y como recoge el documento, equiparar su promoción y publicidad a la de las formas de consumo más tradicionales tanto en los dispositivos que utilicen líquidos, cartuchos o recambios con nicotina como los que no la contengan.
Empaquetado genérico. La restricción del uso de logotipos, colores, imágenes de la marca o información promocional que no sean el nombre comercial o el nombre del producto en un color y tipo de letra normalizados es una de las medidas que también ha causado controversia entre las comunidades. Pero esto también requiere una reforma legislativa, en concreto del real decreto de 2017 que regula determinados aspectos relativos a la fabricación, presentación y comercialización de los productos del tabaco y los productos relacionados.
Aumento del precio. Para reducir el consumo, la estrategia apuesta también por el aumento del precio del tabaco a través de una subida en su fiscalidad. Tampoco esto va a cambiar de momento. Sanidad está negociando con Hacienda, único ministerio que tiene la competencia de hacerlo, para impulsar iniciativas que incrementen la fiscalidad y que esos fondos puedan ir destinados a algunas medidas del plan en materia de prevención