Juan de Badajoz, 2
L eón, octubre de 1938. Plena Guerra Civil. Manuel de Cárdenas y Pastor firma este proyecto de ‘Casa para Don Emilio Hurtado’ en un solar pentagonal y aislado del Ensanche Norte, entonces un descampado próximo a San Marcos, hoy calle Juan de Badajoz c/v a Suero de Quiñones y Rodríguez del Valle, cuyas obras llevó a cabo con Rutilio Fernández Llamazares como aparejador. Proyectó una estructura de muros de carga y pilares de hierro en un sótano para almacenes bajo las tiendas de la planta baja y otro semisótano parcial para carboneras y vivienda del portero. Concibió un entresuelo con dos viviendas junto al portal con su escalera y ascensor para subir al piso principal y cuatro plantas más con otras 20 viviendas —4 por planta— distribuidas por largos pasillos con sus estancias representativas a la calle y los servicios a tres patios interiores. Dispuso las cinco fachadas revocadas, sin voladizos, simétricas y con sutil ordenación tripartita. Basamento con sencilla portada entre los regulares huecos de las tiendas y las ventanas de las viviendas del entresuelo sobre los ventanucos de un zócalo resaltado. Separado por una imposta lisa, el cuerpo noble de cuatro plantas abriendo idénticas ventanas (verticales, recercadas y pareadas en el centro, doble cuadrado en las esquinas rotas) con carpintería de madera, persianas enrollables y barandillas de doble tubo sobre lineales repisas potenciando una horizontalidad en innegable armonía dinámica. Arriba, otra imposta interminable da paso al tercer orden con los mismos vanos, sobre alfeizar continuo en el centro e igualmente cuadrados en las esquinas. Todo bajo dintel resaltado, losa volada y peto ciego de coronación tratando de ocultar los faldones de una cubierta de teja curva sobre armaduras de chopo... ¿Un Cárdenas Racionalista?... Mejor una Arquitectura Híbrida de raíces clasicistas, carácter epidérmico e innegable austeridad formal, resuelta con una regular, y aparentemente aburrida, repetición de huecos perfectamente moldurados, en un comedido, pero soberbio ejercicio compositivo propio de un Maestro que, desde su aislamiento en aquel sombrío León donde pasaba la Guerra, parecía abrazar cierta Modernidad Prerracionalista.