Dos leoneses ayudan a devolver la vista a 432 salvadoreños
Expedición con la Fundación Elena Barraquer. El equipo en el que están el cirujano del Hospital de León, Jorge Sánchez Cañizal, y la enfermera astorgana, Sonia de la Fuente, viaja a El Salvador para operar cataratas a pacientes mayores.
El cirujano y oftalmólogo del Hospital de León, Jorge Sánchez Cañizal, y la enfermera instrumentalista astorgana, Sonia de la Fuente Fernández, repiten expedición con la Fundación Elena Barraquer para operar a pacientes de El Salvador. El equipo a ha operado de cataratas a 432 personas en la capital del país sudamericano. «Es la expedición en la que he notado que el proyecto tiene más futuro», afirma este oftalmólogo leonés en su séptima expedición. Las anteriores se realizaron en distintos países africanos. «Hemos formado a gente joven en un equipo que busca proyectos de cooperación del extranjero para aprender. En el equipo del país había dos residentes a los que hemos formado en las últimas técnicas para operar cataratas, una de ellas logró hacer su primera intervención. El problema en El Salvador es que tiene un alto nivel de oftalmología, pero en empresas privadas, a las que no tienen acceso la mayoría de la población. El resto utiliza las técnicas que se hacían en España en los años 80, con mayor riesgo de complicaciones y tiempo de recuperación».
«Y como todo gran sueño comienza con una creencia. Una creencia de que podemos», asegura Jorge Sánchez, que partió de León el 12 de abril y después de treinta horas de viaje llegó a San Salvador cargado con 23 bolsas de equipaje con material fungible, lentes, sueros intraoculares, guantes, pijamas geles y equipos de cirugía. En la expedición están Luca Chirichiello, anestesista que reside entre Barcelona; Rosalía Marí Palau, enfermera instrumentalista; Lucía Codes Abilleira, enfermera especializada en salud mental; Francisco Javier Peinador García, profesional de la industria farmacéutica y Teresa Ferreiro, directora de la Fundación Barraquer. En el Salvador esperaban Noé Rivero, cirujano, y su hijo Santiago Bautista, estudiante de Medicina.
Tras el montaje del quirófano en el Hospital Zacamil, «con toda la planificación preparada al detalle», los cinco días siguientes el equipo «funciona como una orquesta sinfónica» en jornadas en las que se pasa consulta y se opera a cientos de pacientes con «sonrisas, lágrimas, angustia, felicidad, preocupación, esperanza, cansancio, valor, esfuerzo, mucho esfuerzo». El último paciente, un joven de 22 años con pérdida de visión de años de evolución «y una miopía extrema» que se corrige «como el resto de las 432 que ha realizado el equipo coordinado por la Fundación Elena Barraquer y el apoyo del Ministerio de Salud de El Salvador y su joven servicio de oftalmología que dará muchas alegrías y cambiará la vida de sus abuelos, padres y vecinos para siempre».
El perfil del paciente es el de una persona mayor con peor movilidad que los africanos intervenidos en las anteriores expediciones, que eran más jóvenes. «La ventaja es el idioma. El éxito es del 99,8%. Las cataratas operadas tienen más tiempo de evolución y al ser personas mayores, el estado de las estructuras del ojo es más débil. Todos han quedado mejor de lo que estaban, un éxito».