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Gran Vía de San Marcos, nº 26. OVIDIO PRIETO, 2024

Publicado por
Ovidio Prieto Martínez
León

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En noviembre de 1921, Isidoro Sainz Ezquerra proyectó esta Casa para Álvaro García Sampedro en un solar de la Gran Vía de San Marcos, en el Ensanche Norte de la ciudad de León. Situó el inmueble adosado a una medianera conciliando su alineación urbana con cierto carácter exento. El paso de carruajes a la derecha para acceder a un jardín posterior con invernadero. Ideó la Casa con muros de carga en cuatro crujías. Sin sótano. En la planta baja 2 viviendas abrazando el portal y la escalera para subir al primer nivel con la vivienda del propietario, y a un segundo, aumentado en obra con 2 pisos más y un bajo cubierta. En enero de 1946, Lino Población encargó a Juan Torbado la reforma del bajo derecha para convertirlo en local comercial. Y en octubre de 1948, Félix Población hizo lo propio con el bajo izquierda reformado por Prudencio Barrenechea y Felipe Moreno. Isidoro Sainz distribuyó las viviendas al modo tradicional con las estancias representativas a la calle; el comedor, los servicios y las galerías al patio. Dispuso las fachadas de ladrillo en fajas de cinco hiladas y una remetida, simétricas y tripartitas. Basamento con sencilla portada entre huecos verticales en carpanel con salmeres y clave revocados bajo guardapolvos, hoy destrozados tras los escaparates de las tiendas. El cuerpo noble con idénticos huecos cerrados por refinada carpintería de madera, los laterales con pretiles de forja y exquisito dibujo. En el eje, balcones abalaustrados entre miradores de obra con barandillas de tubo, pilastras de esquinas y bella coronación. Y el tercer orden liso con ventanucos apaisados entre paños de azulejos policromados bajo la sencilla cornisa que protege la fachada… Ajeno al Neomudejar, pero siempre fiel a su particular Eclecticismo, Sainz Ezquerra levantó aquí un edificio bien proporcionado, un prisma de impecable factura, horadado por un refinado repertorio de huecos academicistas: ventanas, balcones y miradores de aroma modernista, cuyo contraste con la fábrica de ladrillo, los castizos azulejos y las verdes carpinterías, ¡tan leonesas!, provoca atractivos efectos cromáticos legitimando, todavía hoy, la fascinante presencia del pasado en la realidad circundante.