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C/ Alfonso IX, número 1. OVIDIO PRIETO, 2021

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otra mirada OVIDIO PRIETO MARTÍNEZ
León

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En junio de 1938, Octavio Díez González en representación de González Roldan S.A. solicita licencia para construir tres edificios en un gran solar entre las calles Santisteban y Osorio, Bernardo del Carpio y la entonces calle CD del Ensanche Sur (hoy Alfonso IX) según proyecto redactado por Luis Aparicio Guisasola, y cuyas obras dirigió él mismo con Rutilio Fernández Llamazares como aparejador. Aparicio concibió este inmueble de Alfonso IX esquina a Santisteban y Osorio con estructura de muros de carga de ladrillo macizo. Un semisótano parcial para carboneras y almacenes. El entresuelo con 2 viviendas y una tienda, además del portal con la escalera al fondo para subir a cuatro plantas y 12 viviendas más (tres por nivel, una completamente exterior y dos con las principales estancias a la calle y las demás habitaciones y servicios a un amplio patio). Dispuso la fachada exterior en dos órdenes, simétrica, completamente revocada… y hoy sobradamente repintada. En la base, pequeño zócalo calado bajo las ventanas del entresuelo. El frente principal con dos cuerpos laterales, cerrados y en voladizo, a modo de miradores de grandes vanos cuadrados protegidos con armónicas barandillas Decó, como los adyacentes balcones (más largos en plantas primera y cuarta), a los que abren vanos verticales separados por paños retraídos entre franjas horizontales opacas levemente resaltadas que acometen a un estrecho frente axial más avanzado, con remate escalonado y huecos entre antepechos ciegos sobre una exquisita portada, hoy maltratada por ese ridículo tejadillo y los siempre odiosos cables que ocultan un bello frontis graduado de clave realzada… En plena Contienda Civil, Luis Aparicio, destacado representante del modo leonés de interpretar la arquitectura moderna en los años 30, manejaba aquí un limitado repertorio formal, combinando elementos Art-Decó con otros del catálogo funcionalista más desornamentado para trazar una fachada bien ordenada y equilibrada, con inequívoca voluntad expresiva y, sin duda, ajustada a ese racionalismo moderado, «heterodoxo» o «al margen», impulsado en toda España por la denominada Ley Salmón promulgada por la República el año anterior al estallido de la Guerra.