Edificio Calle Ancha, 5-7
S abemos por los trabajos de Juan Carlos Ponga que en el verano de 1897, Francisco González Prieto compró dos casas colindantes en la entonces calle Catedral (hoy Ancha), una a Antonio Álvarez Reyero y otra a Fernando Merino. Aprobadas las nuevas alineaciones, en marzo de 1898, la Corporación le concedió licencia para construir un edificio con dos casas independientes en los números 5 y 7 de la calle.
No conocemos al arquitecto que lo proyectó, pero Ponga se atreve a dar el nombre de Juan Crisóstomo Torbado, y tal vez no le falte razón. Fuera quien fuera el artista, levantó el inmueble con muros de carga, excavó un sótano en la primera crujía, y destinó la planta baja al comercio entre dos portales pegados a las medianeras con escaleras iluminadas por lucernarios que suben a dos plantas con 4 pisos distribuidos por largos pasillos entre la calle, un patio interior y otro posterior al sur con las habituales galerías. Y bajo cubierta, 3 viviendas más… Ideó una fachada simétrica de raíces palaciegas entre sugeridas torres laterales levemente destacadas con portadas en carpanel enmarcadas por almohadillado rugoso bajo dos niveles revocados imitando sillería con bellos miradores de forja.
El cuerpo central tripartito. Basamento pétreo sobre zócalo resaltado; los huecos comerciales enmarcados por dinteles y jambas encadenadas por impostas entre insólita mampostería hexagonal. El cuerpo noble de ladrillo fino con dos niveles de balcones también jerarquizados: en el primero losas voladas, antepechos forjados, arcos rebajados (el central adintelado) y dovelas estucadas, y en el segundo, zócalo revocado, barandillas a paño y arcos agudos con arranque y clave destacados. Cerrando la composición, una imposta esgrafiada (hoy repintada), bajo alero de madera, entre cuyas cabezuelas, celosías en aspa encubren los mínimos vanos que iluminan el bajo cubierta…
Un formidable ejercicio de arquitectura doméstica decimonónica que nos revela a un arquitecto eclecticista bien dotado, capaz de combinar con desparpajo elementos clasicistas con otros de aroma neomudejar o de la tradición popular… Todo con esmerados diseños y perfectos acabados que confieren al edificio innegable belleza plástica.