Diario de León

El nuevo filandón de León es un proyecto de economía circular

Trabajo Social incentiva el emprendimiento social con proyectos de economía circular para paliar la soledad no deseada en el medio rural y dar opciones laborales a colectivos vulnerables, siguiendo la estela Moda re-, Juan Soñador y Urraca
Editorial: 'Solución de futuro en las raíces'

Participantes en la mesa redonda de economía circular y alumnado de Trabajo Social. RAMIRO

León

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Reducir impacto ambiental y gasto energértico; reciclar o dar una segunda oportunidad a objetos en desuso y reutilizar son tres de los principios básicos de la economía circular. En la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de León han puesto el foco en esta alternativa económica, ambiental y social a lo largo de este curso.

Entre las numerosas ideas que han surgido para desarrollar en León, dos proyectos de emprendimiento social son los más madurados. ‘El nuevo filandón’ y un taller de reciclaje de juguetes son las ideas que se presentaron este lunes en el Museo de la Semana Santa de León.

‘El nuevo filandón’ es un proyecto que busca combatir la soledad no deseada en el medio rural implicando a las personas mayores en un taller colaborativo de recuperación de enseres y muebles antiguos para rehabilitarlos y sacarlos al mercado.

«Se busca que las personas de la tercera de edad, además de jugar a las cartas, hacer calceta o asistir a talleres de memoria, puedan tener opción a hacer otras cosas», explica Adrián Álvarez, profesor de Economía de la Escuela de Trabajo Social. Implicarse en la recuperación de enseres y muebles antiguos «es una forma de evitar la soledad no deseada y desarrollar un tipo de habilidades que se van perdiendo», añade.

Con la venta de los muebles «se reinvertiría el dinero en estos programas» que tendrían al frente a un monitor o monitora que aparte de guiar el taller sería un profesional de referencia para las personas mayores y sus familias que, en muchas ocasiones, viven en la ciudad.

«Es un proyecto que está en fase embrionaria», admite el profesor. «Hemos intentado que el alumnado piense en ideas nuevas que no requieren altas inversiones y tienen un componente social», subraya. Cubrir necesidades reales, en este caso en el mundo real, es otra de las dimensiones de la economía circular, que no busca únicamente el beneficio económico y personal, sino también el provecho social y comunitario.

La otra idea presentada en el marco de una mesa redonda sobre economía circular es un taller de recogida de juguetes para su rehabilitación con destino a escuelas infantiles y ludotecas o para enviar a otros países. El objetivo en este caso es disminuir la producción de juguetes y ofrecer terapia ocupacional o incluso inserción laboral a personas con discapacidad o colectivos en riesgo de exclusión. La fase final es monetizarlos para seguir invirtiendo en la actividad, señaló el profesor Álvarez.

Las ideas de economía circular fueron precedidas de una mesa redonda en la que se dieron a conocer tres casos de éxito de economía circular en León. El pionero proyecto Urraca, que nació entre 1995 y 1996 de la mano de Juan Antonio Regil Cueto, cuando ni siquiera se había acuñado el término economía circular.

Urraca salvó de la trituradora del papel entre 40.000 y 50.000 volúmenes y varias toneladas de la cultura escrita de la ciudad. «No es lo mismo un cartón de huevos que El Quijote», enfatiza este profesor de Zoología de la ULE que en aquella época era concejal en Santovenia de la Valdoncina. «Era cuando estaba el vertedero en Santovenia», explica. Pensó que separar el grano de la paja, los libros y documentos, de los papeles y cartones desechables era una ganancia social.

La pandemia cortó la recogida como estaba organizada aunque sigue activo. «En el Ayuntamiento de León dan mi contacto a quien lo solicita», señala. Está en fase de digitalización.

Una calle del Papel o una cuesta Moyano (casetas permanentes con libros antiguos que hay en Madrid) a la leonesa es una de las propuestas que lanza Juan Antonio Regil Cueto, el creador del proyecto Urraca, para generar actividad e iniciativa en torno a la cultura impresa. «El Ayuntamiento de León podría facilitar las casetas y crear un espacio de dinamismo y actividad», así como un atractivo para el turismo. Frente a la destrucción de bibliotecas y documentos, acentuada por la pandemia del covid por motivos de contacto, este profesor leonés plantea también la creación de un centro de documentación atendido por «los profesionales que se forman en Biblioteconomía y Documentación». «Actualmente, el gran centro de documentación está en la basura, es insostenible y habrá que ponerle freno, porque lo digital no tiene todavía el desarrollo suficiente», asegura. Regil es considerado uno de los líderes mundiales de la economía circular. En 2018 compareció en el Senado. «Antes me decían que era un visionario, ahora tenemos a las leyes de nuestra para desarrollar todo esto», subraya.

La escuela de segunda oportunidad Juan Soñador, de la fundación del mismo nombre, es otro de los casos de éxito de economía circular en León. Este centro, ubicado en el Paseo del Parque, da formación y acompañamiento sociolaboral a jóvenes entre 18 y 29 años, con preferencia a los que han estado o están en el sistema de protección o reeducación.

«Las escuelas de segunda oportunidad están dirigidas a las personas más vulnerables, a veces de forma extrema, que no han accedido al empleo por falta de formación», explica Mercedes Martín Mostaza, coordinadora de la escuela Juan Soñador. Nació en uno de los dos centros de estas características que hay en Castilla y León, junto con las Escuelas Pías de Salamanca.

La escuela de la Fundación Juan Soñador en León ha sido la segunda oportunidad de 1.500 jóvenes desde su creación en 2015. El 64% de estos jóvenes, entre 18 y 29 años, han encontrado empleo después de pasar por un itinerario de formación, prácticas y el acompañamiento para la inserción sociolaboral durante seis meses. La salida puede ser encontrar un empleo o seguir formándose. Entrenar las habilidades, la comunicación e incluso la autonomía personal son algunas de las herramientas que se ofrece a estos jóvenes que han abandonado el sistema reglado. Como proyecto de economía circular, la escuela busca ayudarles «a ser mejores personas, agentes sociales y con responsabilidad social», señala Mercedes Martín Mostaza, coordinadora de la escuela. «Al final las personas somos las que generamos esa economía y si estamos en una situación vulnerable vamos a tener una pata coja», añade. El centro acredita cuatro certificados profesionales en hostelería y comercio, aunque ha impartido formación también en costura, estética y mantenimiento y reparación de edificios.

Más reciente es el proyecto Moda re- de Cáritas Diocesana de León, que forma parte de las 49 empresas de inserción que dan empleo a personas en situación de exclusión social y son el puente para acceder a empleos normalizados. Cuenta con 83 puntos de recogida y dos comercios. De las 24 personas que han pasado por Moda re en León desde su creación, cinco siguen en la empresa de inserción y el 85% de las 19 restantes encontraron otro empleo, apunta la trabajadora social, Marina Arredondo.

El proyecto Moda re- de Cáritas es una empresa de inserción social con impacto ambiental por lo que supone reducción del consumo energético y contaminación de recoger la ropa, reciclarla y reutilizarla. Desde su puesta en marcha en 2018 en León, el proyecto ha ahorrado al planeta 16 millones de metros cúbicos de agua y 113.000 toneladas de CO2. Además, ha entregado 151.407 prendas a personas en situación vulnerable. La moda es el segundo sector más contaminante después del energético, señala Marina Arredondo. El proyecto de Cáritas, además de carecer de ánimo de lucro está alejado del green washing (lavado verde) que practican muchas empresas del sector textil que hablan de reciclaje mientras incitan al consumismo con la moda rápida o fast fashion. En Moda re- tienen tres centros de tratamiento en España a donde van a parar también las bolsas recogidas en León. «El 57% de la ropa es reutilizable, el 36% se recicla para aislantes, borras o moquetas y solo el 7% se rechaza, de deriva a energía o a otro gestor autorizado», asegura.

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