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CAROLA GARCÍA DE VINUESA

Investigadora en Inmunología Personalizada en Australia y Londres

Carola García: «Es terrible ver que muchas madres van a la cárcel por acusaciones erróneas»

Carola García de Vinuesa durante un congreso en León en 2022.

Publicado por
Doménico Chiappe
Madrid

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El caso de una madre encarcelada durante 20 años, acusada de asesinar a sus cuatro bebés entre 1989 y 1999, dio un giro cuando Carola García de Vinuesa decidió investigar si aquellas muertes podían tener un origen genético. Especializada en mecanismos inmunes, en una de sus investigaciones había identificado una mutación en un gen (llamado ‘Calm2’) que estaba asociado con la muerte súbita en la infancia.

La investigadora española, que trabaja entre el Centro de Inmunología Personalizada de la Universidad Nacional de Australia y el Instituto Francis Crick de Londres, examinó muestras de ADN de los cuatros hijos de Kathleen Folbigg. Sus resultados, publicados en noviembre de 2020, demostraron que sus fallecimientos se debían a causas naturales y promovieron una apelación para liberar a aquella madre, que salió de prisión el año pasado.

«En algún momento lo empecé a ver bastante claro. Desde el punto de vista legal no había ninguna evidencia, y eso ya te sorprende, y desde la perspectiva médica era perfectamente lógico que los niños hubieran tenido una muerte natural. La última de las niñas había tenido una miocarditis que no quisieron poner en el certificado de defunción porque habían alertado al patólogo forense de que había tres muertes previas. Eso ya te hierve la sangre», recuerda Vinuesa, que tiene colgado en su despacho una ilustración del Quijote. «Me gusta su idealismo», comenta la científica, que participará en WomenNOW, el congreso de liderazgo femenino de Vocento, que se celebrará los días 19 y 20 de junio en Madrid.

—¿Cuál fue su motivación para implicarse tanto en este caso?

—No había ninguna prueba y sí tres niños enfermos y una cuarta con una infección respiratoria. Pensé que había algo muy raro y que valía la pena hacer una investigación. Luego vimos la mutación, que tenía pinta de ser patogénica, causante de muerte súbita en la infancia. Con una mujer en la cárcel que probablemente era inocente y pistas para que haya duda razonable, pensé: hay que ir a por todas. Estaba convencida de que las muertes eran naturales. Frente a un sistema legal tan rígido, tenía que hacer una investigación científica extensa con datos definitivos sobre la gran sospecha que teníamos. Al tener resultados tan claros apoyé una segunda revisión del caso.

—Cuando comenzó en medicina, trabajó con la lepra en el Ganges y la meningitis en Ghana, ¿resurgía la joven idealista?

—Probablemente. La carrera científica es vocacional y si ves algo claro, lo luchas. Quieres demostrar que lo que piensas y ves es correcto. Más si puede tener un impacto real en una persona que está injustamente encarcelada.

—¿Una desgracia así podría ser más común de lo que se cree?

—Lo que pasa es que muchas familias que han sufrido la muerte de dos hijos, ya no tienen más. Estas mutaciones tan dañinas son muy raras y hay que tener la mala suerte de que te toque y tener varios hijos.

—¿Usted sigue asesorando a los abogados defensores?

—Sí, el caso más reciente es el de una mujer griega, acusada de causar la muerte de sus tres hijas. También aportamos evidencia de una probable causa genética. Pero ha sido condenada a cadena perpetua. En mi opinión y de otros expertos, ella no es una asesina. Varios expertos pedimos que nos dejaran hacer una investigación genética a fondo y se nos denegó. Es muy trágico que esto siga pasando a día de hoy.

—¿El caso Folbigg cambió su vida?

—Me han referido más casos desde entonces y me doy cuenta de muchas más tragedias que hay por el mundo. No solo de gente acusada de matar a sus niños, sino de hacerles daño. A muchas madres les han quitado a sus hijos acusándolas del síndrome de Munchausen por poder (cuando el cuidador se inventa o provoca dolencias). He realizado más informes genéticos, pero muchos procesos están muy avanzados en cortes criminales. Es terrible ver cómo muchas madres no van a recuperar a sus hijos o acaben en la cárcel por acusaciones erróneas, a pesar de demostrar esa causa genética.

—¿Por qué estos alegatos son rechazados en los juzgados?

—La mayoría de mutaciones que descubrimos no se clasifican todavía como patogénicas. Se conocen poco, lo que no significa que no sean la causa de una enfermedad. Nosotros vemos lo desconocido y estimamos la probabilidad de que una mutación genética haya podido causar la muerte o la enfermedad severa.

Por su especialidad

Ha demostrado en juicios por asesinato que una mutación genética es la causa de muerte súbita