Cuando la danza es para cualquiera

Son un grupo heterogéneo y fiel. Una quincena de personas de entre 17 y más de 60 años que durante los últimos nueve meses se han juntado cada martes para hacer danza en un espacio del Auditorio de León.

La mayoría son jóvenes que participan en los programas de Amidown Down León y proyecto Convivo, pero también hay versos sueltos como el popular fotógrafo de los actos culturales de León, Paco Fergar.

«Me apunté porque lo vi en el periódico. El primer día vine y vi tanta gente joven que pensé: ¿qué hago aquí? Pero volví y he estado muy a gusto. Son muy cariñosos y agradables», comenta el veterano, en edad, del curso.

El taller de danza inclusiva fue ofertado por la Concejalía de Bienestar Social a través de las actividades propuestas al Consejo Municipal de la Discapacidad.

Los bailarines Ángel Zotes e Isabel Álvarez han guiado las sesiones desde «la normalización» de una de las artes escénicas más encasilladas en el elitismo y «quitando etiquetas».

«La idea es percibirnos como personas, no como alguien con o sin discapacidad», subraya Ángel Zotes. «Es un espacio para encontrar caminos para expresarse a través de la danza, el uso de la voz, la pintura... cuantos más elementos usamos, más recursos tenemos», apunta Isabel Álvarez.

Para acompañar en el paso de lo simbólico que tiene la danza a un lenguaje más concreto para facilitar la accesibilidad han recurrido a elementos cotidianos conocidos por todos y todas. La muestra que realizan este martes 11 de junio (18.30 horas) en el centro cívico León Oeste Crucero. Así, el viento, ha servido para visualizar el desplazamiento; el agua y el río, la piedra, el fuego... los elementos son guías invisibles, pero fáciles de visualizar, para insertarse en el espacio. Con estas herramientas como nexo entre lo concreto y cotidiano y lo abstracto y poético de la danza han conseguido un clima de «mucha más comunicación, confianza y cercanía» en el grupo.

Algo que ha sorprendido muy gratamente de la evolución del grupo y los desafíos que se planteaban a medida que avanzaba el taller es que «nunca han perdido la confianza, han confiado y no han faltado».

Ángel Zotes señala que una de las claves del taller, diseñado desde el concepto amplio de danza contemporánea, es no agarrarse a los límites sino a las oportunidades. «La idea de danza para cualquiera o danza porque sí» inspira su papel como mediador del taller.

También ha sido una «escuela de paciencia», admiten, buscando el equilibrio constante entre la estimulación y la sobreestimulación. Frente a las resistencias por escasa capacidad de atención la balanza se ha equilibrado y las barreras se han vencido. «Se apoyan mucho entre ellos, se aceptan. Es muy bonito; nos damos cuenta de que los que tenemos que adaptarnos somos nosotros», explica Zotes.

«Muchos podrían ir más allá porque han bailado o bailan en otros lugares, pero hemos intentado hacer trabajo de grupo y respetar los momentos en cada uno baila a su manera», añade Isabel Álvarez.

Personas como Paco Fergar, que ha introducido su cámara en algunas sesiones, han servido como sostén. La sinceridad, «no tienen filtros», es otro de los valores de los que han disfrutado en un trabajo auténticamente colectivo que esperar repetir en próximas ediciones.

Ángel Zotes, natural de Laguna de Negrillos, es titulado en danza contemporánea por el Conservatorio de Madrid. Ha participado en el proyectos sociales como Barris en Dansa y Pobles en Dansa y en el taller de Danza Inclusiva en la UL. «La danza es un legado universal y que cada persona puede bailar tanto de manera intuitiva y espontánea como de forma estructurada»

Isabel Álvarez van der Feltz ha impartido clases en la Escuela Municipal de Danza, es máster en DMT (Danza, Movimiento, Terapia) por la Universidad Autónoma de Barcelona y recientemente ha presentado su primera obra en solitario, Verstilde Emotie, en el festival Guardianas de lo Nuestro en el palacio del Conde Luna.