Diario de León

ANA POLLÁN

FILÓSOFA Y AUTORA DE ‘MISOGINIA NEOLIBERAL’

«Hay que tener verdadero odio a las mujeres para prostituirlas»

Ana Pollán, con su libro ‘Misoginia neoliberal’ que presenta este martes en León. DL

León

Creado:

Actualizado:

La filósofa Ana Pollán presenta el martes 11 de junio en León su libro ‘Misoginia Neoliberal’, (19 horas) en la Sala Región (c/ Santa Nonia, 2) organizado por la Asociación Feminista Leonesa Flora Tristán.

—La misoginia atraviesa la historia. ¿Qué añade la misoginia neoliberal al odio a las mujeres?

—Misoginia significa odio a las mujeres. Hay que tener verdadero odio a las mujeres para prostituirlas en la propia prostitución y en la pornografía o para utilizarlas como incubadoras, en la explotación reproductiva. El neoliberalismo es una fase radical del capitalismo, la que atravesamos a actualmente. El neoliberalismo es la exaltación absoluta de la competitividad individualista. Al Estado no le concede, ni siquiera, un modesto papel de árbitro. Prefiere la ley del más fuerte. Cuando esa ley impera, las mujeres tienen las de perder, especialmente bajo una doctrina —la neoliberal— que no es un mero posicionamiento respecto al modo de producción; es todo un corpus ético y antropológico que invita a que todo sea susceptible de mercantilizarse, incluidas las personas. Esto es música para los oídos del patriarcado. Y el resultado lo tenemos claro: industrias criminales de la explotación sexual y reproductiva creciendo exponencialmente.

—¿Plantea en su libro cómo combatir el discurso de que la prostitución es una opción para mujeres que se empoderan con su cuerpo o los vientres de alquiler un acto de generosidad?

—Mejor que yo lo hizo la filósofa Ana de Miguel, en su libro Neoliberalismo sexual: el mito de la libre elección. El feminismo avanza y el discurso patriarcal se adapta a esos avances. Hoy y aquí, es difícil que cale el discurso de «las mujeres deben ser las esclavas sexuales de los hombres, estar disponibles y sumisas a su voluntad». A decir verdad, no falta quien aún lo piensa, pero así expresado… canta demasiado en una sociedad que se dice formalmente igualitaria. Así las cosas, a la prostitución o a la explotación reproductiva hay que darle un barniz «progre» y es justo el que señalas: de la una se predica que la «ejercen» mujeres libres y empoderadas y de lo otro que son mujeres que hacen lo que quieren por generosidad. Pervierten el «mi cuerpo es mío y yo decido» y, aún peor, apelan a la virtud del altruismo para justificarlo.

—Ya son una o más generaciones educadas sexualmente con la pornografía. ¿Tiene esto que ver con el aumento de agresiones sexuales o se denuncia más?

—Creo, sin duda, que hay una relación muy directa. La pornografía es violencia sexual filmada con un propósito muy claro: educar a los hombres para que sexualicen el dominio y perpetúen la violencia contra las mujeres.

—¿Dónde está la frontera entre los derechos de las personas LGTBI y el neoliberalismo?

—La paternidad y la maternidad no es ni un deber ni un derecho. Es, si acaso, un deseo que no todo el mundo puede cumplir. Y no pasa nada. La oposición a esta forma de explotación reproductiva no varía dependiendo si los compradores que la perpetran son una pareja heterosexual u homosexual o una persona soltera. La oposición se debe a que nadie, por ninguna circunstancia, puede utilizar e instrumentalizar, como si fuera una vasija, a una mujer para gestar y expropiarle a su bebé, ni pagando ni sin pagar; ni por ser hetero, gay o mediopensionista. Es, por ello, bastante lamentable que parte del colectivo homosexual masculino (y no pequeña) apoye esta aberración misógina. Creo conveniente, por cierto, dejar de hablar de colectivo LGTBI sus demandas y realidades no sólo son distintas, sino que en muchas ocasiones están confrontadas.

—¿Es neoliberal la ley trans?

—No es algo que se trate en el libro. Ni tampoco es fácil responder con pocas palabras. La filósofa Alicia Miyares apunta con lucidez los vínculos entre el transhumanismo y el transgenerismo que aclaran bastante esta cuestión. La Alianza Contra el Borrado de las Mujeres ha estudiado en profundidad la faceta neoliberal de la ley, denunciando lo que denomina «industria generista». Quien decide modificar su cuerpo se vuelve un cliente vitalicio, algo tentador para las farmacéuticas.

—La teoría queer se ha instalado en el discurso público como el feminismo más avanzado. Usted dice lo contrario. ¿Por qué?

—Más que instalarse, lo que pretende es carcomer al feminismo. La teoría queer niega la realidad material del sexo, niega la universalidad del patriarcado y por tanto que las mujeres estén oprimidas por el hecho de ser mujeres (esto lo dice Vox y escandaliza; pero lo escribe Butler y se le rinde culto desde la misma progresía escandalizada por los primeros). El debate es agotador y he decidido que no me desgañito más: que quien no sepa qué es una mujer, que se lo pregunte a un talibán, a un proxeneta o a una agencia de explotación reproductiva (se anuncian en España pese a que, supuestamente, una ley lo prohíbe). Es gente muy deleznable, sí, pero que lo tiene muy clarito. La teoría queer no es feminista. La propia Butler así lo asegura, cuando, además, en El género en disputa se refiere a las feministas en tercera persona y distingue su propuesta de la de aquellas, dejando claro que lo suyo es otro negocio. Para algo en lo que hay que hacerle caso…

—¿Qué aporta de singular su tesis a los estudios feministas?

—Creo que se ahonda en las similitudes entre explotación reproductiva, prostitución y pornografía. También desgrana y desactiva con bastante minuciosidad, o eso he intentado, los argumentos favorables a la explotación reproductiva.

Vientres de alquiler

«La paternidad o maternidad no es un derecho. Es un deseo que no todos pueden cumplir»

Pornografía

«Educa a los hombres para que sexualicen el dominio y perpetúa la violencia contra la mujer»

—¿Cómo ha sido recibida la tesis en la academia y el libro tras pasar por la feria de Madrid?

—La tesis es una labor muy solitaria, especialmente si la haces en la UNED, que permite recogerse en casa y no le digo si su comienzo se produce pocos meses antes de que se desate una pandemia. Todo ello, sin embargo, favoreció la concentración y el empeño en hacerla lo mejor posible. Además, me fui un tiempo de redes sociales y ya se sabe que lo que no se anuncia allí no existe. Volví unos meses antes de su publicación y al hacerlo he podido testar que hay bastante interés. Lo agradezco muy sinceramente y con mucha satisfacción. Si decidí publicarla es porque quiero que sea una herramienta, modesta pero útil, precisamente, contra la misoginia neoliberal.

En cuanto a la feria, fue una experiencia muy bonita. Se acercó más gente de la que esperaba. Suponía una afluencia modesta, pero siento bastante reconocimiento por lo que hago y se lo agradezco de corazón a quienes así me lo transmiten. Estoy en deuda con las feministas, mis compañeras, por el apoyo constante.

—¿Ha sufrido algún acto de cancelación?

—No. De momento, he tenido suerte, y no será porque se me dé bien ser tibia y mucho menos sortear charcos.

—¿Cómo ve que a las feministas que critican la teoría queer o la ley trans se les tilde de TERF?

El insulto es propio de quien no tiene razón ni argumentos. El tiempo nos dará la razón, como siempre nos ha pasado a las feministas desde que existimos. Lo demás es sólo ruido, aunque muy bien patrocinado.

—Acaban de celebrarse unas elecciones europeas clave por el crecimiento de la ultraderecha. ¿Cómo valora la irrupción del Partido Feministas al Congreso desde España?

—La consecuencia lógica de que los partidos que se dicen de izquierda y feministas han legislado deliberadamente y pese a todas las advertencias en contra de los derechos de las mujeres.

—¿En qué momento se encuentra ahora el feminismo?

—En uno muy complicado, pero ¿alguna vez ha estado en otro? Resistimos en estas y otras peores. No me gusta el optimismo bobalicón, pero tampoco flagelar a quien lo tiene todo en contra. Afrontamos una reacción complicada, pero estamos curtidas y cada vez pulimos más nuestras estrategias. Tenemos una agenda clara y bastante militancia activa de un modo u otro. Prevalecerá lo bien asentado. Y el feminismo lo está.

Con la agenda clara

«El feminismo está en un momento muy complicado. Pero estamos curtidas»
tracking