Roa de la Vega, 23

En diciembre de 1975, los arquitectos asturianos José Antonio García Díaz y Rubén Héctor Martínez Álvarez firmaron este edificio para la Constructora Leonesa S.A. en un solar de Roa de la Vega, que levantaron con Manuel Garrudo Fernández como aparejador. Proyectaron una estructura de hormigón. Un sótano para aparcamientos y servicios generales. La planta baja para locales comerciales y la rampa del garaje alejada de un centrado portal con el puesto de vigilancia entre dos escaleras y cuatro ascensores que sirven a un primer nivel para oficinas y vivienda del portero, y a otras seis plantas —dos retranqueadas— con 24 viviendas. El alzado a la calle simétrico. En su base, el acceso rodado y los escaparates de las tiendas flanqueando una portada bajo robusta marquesina de hormigón moldeado. El cuerpo principal de ladrillo tono oscuro entre dinteles de chapa y sardineles sutilmente resaltados en antepechos de vanos y terrazas. En el plano de fachada, tres columnas de huecos: dos en los laterales y una en el eje; y entre las ventanas de las oficinas, grandes ménsulas del mismo hormigón soportan destacados machones que pautan dos cuerpos en voladizo con ventanas de esquina, terrazas con pretil de vidrio y pasamanos de madera, falsos techos y carpinterías del mismo material. Y remataron la fachada con idénticas barandillas protegiendo las azoteas de los áticos… En su Memoria del proyecto, los arquitectos creían «conseguir un edificio con la dignidad que corresponde a la zona»… para lo cual, «compusieron un juego de volúmenes y una disposición simétrica de elementos que marcan dos ‘direcciones-fuerza’: una ‘vertical-sustentante’ representada por los prismas que desde la planta primera se prolongan por encima de la última balaustrada, y otra ‘horizontal-sustentada’ que, marcada por los paños entre ventanas, se deja abrazar por esos elementos verticales»… Y todo conciliando modernas tecnologías —hormigón, vidrio y acero—, con materiales tradicionales —ladrillo y madera—, perfectamente apropiados al frío clima leonés… y a las aspiraciones de respetabilidad de aquellas clases medias acomodadas que emergieron con el esplendor económico del «tardofranquismo».