Diario de León

Los ‘Serranos’ conquistan la Tierra de la Reina con un ejército de ovejas

El rebaño de ovejas trashumantes extremeño alcanzó este viernes la meta de sus pastos en el puerto de Valverde de la Sierra, a la sombra del Espigüete, después de 38 jornadas a pie.

Un viaje de 600 kilómetros y 38 días

La familia acompañó a José Manuel Sánchez Miguel durante los 600 kilómetros y algunos vecinos como Argimiro hicieron de guías en el tramo final.Ramiro

León

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El rebaño trashumante de Huertas de Ánimas (Trujillo, Cáceres) alcanzó este viernes la esperada meta del verano, en el puerto leonés de Valverde de la Sierra, en la Tierra de la Reina, después de 38 días y 600 kilómetros a pie. Las últimas jornadas han sido las más duras, aunque el esfuerzo ha sido compartido en familia.

El ganadero José Manuel Sánchez Miguel, que ha hecho la gesta de la trashumancia andando de Extremadura a León por segundo año consecutivo, ha estado acompañado por su familia Su padre, José Manuel Sánchez, que hizo la trashumancia para rebaños de otros ganaderos extremeños, está orgulloso de que el hijo haya conseguido formar su propio rebaño y traerlo a pie hasta León. Su esposa, su hija y su hijo, además de una sobrina, un sobrino, su cuñado y un tío han guiado a las 1.500 ovejas. Tres generaciones que dan cumplida cuenta de una tradición trashumante que ha valido el apodo de ‘Serranos’ en su pueblo. Por el camino han sido arropados y compartido el trayecto con numerosas personas como Argimiro, de Besande, que se prestó como guía local para encaminar el rebaño en su última etapa antes de alcanzar el puerto. O Maxi, un alemán que, si todo va bien, será su ayudante en verano en el puerto. 

José Manuel Sánchez no se cansa de repetirlo: «Si no encuentro pastores no vuelvo a hacer la trashumancia; este año lo he hecho porque me han ayudado». Niños y mayores, la gente de los pueblos salía al paso de las ovejas ya en tierras del municipio de Boca de Huérgano, en el parque regional Montaña de Riaño y Mampodre.

Las ovejas disfrutaron de las ‘buenas’ hierbas del camino en una larga jornada de doce horas, con un descanso para comer, y llegaron a los pies del Espigüete, la cumbre que domina los puertos de Valverde de la Sierra, pasadas las siete de la tarde. «Ya estamos aquí, no está mal», afirmó el ganadero al finalizar el trayecto.

El jueves habían atravesado la localidad de Prioro, cuna de motriles y pastores dedicados a la trashumancia desde tiempo inmemorial. El único rebaño que alcanza a pie el trayecto desde los Extremos a la Montaña Leonesa, devolvió a Prioro los sonidos de cencerros por el centro del pueblo, después de pasar junto a los imponentes hórreos que se conservan en el pueblo. Desde Peñacorada hasta Otero, encontraron demasiada maleza en el camino.

La trashumancia a pie desde Extremadura es una tradición ancestral que tuvo su auge entre la alta edad media y el siglo XIX, con la creación del Real Concejo de la Mesta, una iniciativa del rey Alfonso X El Sabio. Más de tres millones de cabezas de ovejas se movían cada temporada en viajes de ida y vuelta desde los Extremos a León y viceversa.

La trashumancia se enseñaba en los puertos, en las cañadas y en las dehesas. En verano, muchos chicos de la montaña eran ‘contratados’ como motriles con algún pastor trashumante. Es el escalón más bajo de esta organización pastoril que a su paso generaba actividad económica con esquiladeros, lavaderos de lana... y un sigiloso intercambio de semillas que durante siglos han moldeado el paisaje por donde pasaban. La sostenibilidad alimentaria del ganado también es responsable de la biodiversidad que se ha generado a su paso por las cañadas y en los propios puertos de montaña. Las ovejas protegen los montes de los incendios por su forma de pastar aprovechando todas las hierbas, aunque en las zonas donde la maleza se ha apoderado del paisaje por falta de pastoreo es necesario hacer limpiezas previas. Estos valores han hecho que la trashumancia fuera reconocida como Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco el año pasado, después de alcanzar la misma consideración en España.

«Espero que haya buena hierba y que estemos tranquilos, pero andaremos muy pendientes del lobo y los osos», dice José Manuel. Las ovejas, esquiladas a mediados de abril, ya tienen un poco de lana para las noches frescas.

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