Leoneses con pasaporte de vuelta
Cuando León es opción de vida. El flujo de personas que retornan a León desde el extranjero aumentó un 26% en dos años y hasta un 14% en el caso de las personas que llegan a León desde otras provincias. Tan solo 40 personas se han acogido entre 2022 y 2023 al programa Pasaporte de Vuelta de la Junta.
De las 144 ayudas que la Junta concedió en 2023 a personas que retornaron a la comunidad de Castilla y León, un total de 30 fueron a ciudadanos que optaron por León como destino, 13 procedentes desde el extranjero y 17 desde provincias de otras comunidades autónomas (8 hombres y 9 mujeres).
La incorporación al programa Pasaporte de Vuelta a quienes regresan desde otras comunidades autónomas ha aumentado la cobertura. En 2022 accedieron a las ayudas —hasta un máximo de 5.000 euros— 10 leoneses que retornaron desde el extranjero (siete hombres y tres mujeres).
Sonia Álvarez Aixa y Andrés Álvarez Aixa, ambos nacidos en Cataluña e hijos de un emigrante leonés de Quintanilla del Valle, son dos de los beneficiarios de la primera convocatoria que incluyó a los retornados desde otros puntos del país en el programa Pasaporte de Vuelta.
Se han instalado con sus familias en Palazuelo de Órbigo y Antoñán del Valle, lo más cerca que pudieron de sus padres, Ovidio y Leo, que regresaron a Quintanilla del Valle tras la jubilación. «Me enteré de la ayuda por una vecina. La solicitamos las tres familias y nos la concedieron a mi hermano y a mí», explica.
Las ayudas tienen en cuenta la situación económica de las personas solicitantes, así como las cargas familiares. Se prioriza el retorno al medio rural y también se barema con más puntuación a las personas que acrediten un grado de discapacidad superior al 33%. La cuantía de la ayuda para personas de 35 años o más será de 2.500 euros, más 500 euros por persona a cargo, con un máximo de 4.500 euros.
En el caso de menores de 35 años, la ayuda será de 3.500 euros, más 500 euros por persona a cargo, con un máximo de 5.500 euros. La ayuda se incrementará en un 20 % si la persona beneficiaria ha retornado o pretende hacerlo a un municipio de menos de 10.000 habitantes, o bien de menos de 3.000 habitantes si dista menos de 30 kilómetros de la capital de provincia. De esta forma, la ayuda individual podrá alcanzar los 6.600 euros.
En el caso de Sonia y su esposo, con dos hijas, accedieron a un importe de 4.000 euros mientras que su hermano recibió mil euros menos al no tener hijos.
Fue bastante rápido. «Lo hice en septiembre y a los dos o tres meses me llegó. A mí me ha sido muy útil porque me ayudó para las obras que tuve que hacer en casa», señala. Tuvieron que aportar el libro de familia para acreditar que son hijos de un nacido en León, y rellenar el formulario, para lo que pidió ayuda en el Ayuntamiento de Turcia, «porque era un poco complicado».
La Junta de Castilla y León, a través de la Consejería de Presidencia, convocó el 10 de mayo las ayudas para este año con un presupuesto de 520.000 euros, un 30% superior a la partida de 2023, que fue de 400.000 euros. El plazo terminó el 31 de mayo.
El 72 % de los beneficiarios fueron ciudadanos menores de 35 años, y el 57% fueron mujeres. Además, el 52 % retornaron a un municipio del medio rural. Por tanto, el perfil mayoritario del ciudadano al que le fue adjudicada esta ayuda en 2023 fue el de una mujer menor de 35 años y cuyo lugar de retorno estaba dentro del medio rural de Castilla y León.
Sin ayudas y con ganas
Sin embargo, la mayoría de las personas que retornan a León lo hacen por sus propios medios. El cocinero Christian Montes retornó el año pasado a Bembibre, su pueblo natal, después de tres lustros en el extranjero. «Me fui en 2008, estuve Bristol y en Cardif y durante un año y medio viajé por Latinoamérica trabajando de cocinero», apunta.
«La familia te llama volver a casa y en mi caso, una buena oferta de trabajo que me llegó de sorpresa», añade. Quería estar más cerca de su madre y sus hermanos, «volver al campo, tener mi casita con jardín, con animales. "Volver a casa y levantar El Bierzo", sellaron su pasaporte de vuelta. «Es la primera noticia que tengo de esas ayudas. Tampoco la necesité y no la habría pedido», afirma. Volver a casa ya es un premio. «Nos hemos pagado la formación y poder desarrollarnos aquí es lo justo», señala.
Christian Montes trabaja como cocinero en el restaurante Finca Vivaldi, un spa rural situado en la localidad berciana de San Miguel de las Dueñas cuyo nombre es un guiño a la antigua mina de hierro Coto Vivaldi que se explotó en la zona.
La comida es una fusión con toques de Sudamérica y asiáticos con la cocina tradicional, «la que cocinaba mi abuela», incorporando siempre verduras de temporada y productos locales.
Gabriella Robles regresó en 2017 después de 31 años fuera de León, entre Benicarló, Castellón y, sobre todo, Zaragoza, donde se casó, formó una familia y cambió su trabajo como ferroviaria por el de la psicología tras formarse. «Me fui por el trabajo y volví por motivos familiares», apunta.
Siete años después, su trabajo se desarrolla en gran parte online. Además de la psicología ha explorado en otras sabidurías ancestrales, particularmente las que han transmitido las mujeres en diversas culturas, y se está volcando en el desarrollo personal y el bienestar «con otros enfoques», con la idea de abrir espacios para «explorar otras dimensiones del ser humano, con perspectiva de género, tanto para hombres como para mujeres.
El desarrollo personal y el bienestar desde enfoques alternativos como el que propone «es un hueco que se irá potenciando en León. Se va a dar porque no estamos aislados», subraya. Por ahora, observa que fuera de los espacios de yoga, masajes y otros centros similares no hay mucha más oferta que la psicología tradicional.
Rosa María Solla retornó hace ya 22 años a su pueblo natal en La Cepeda, Villarmeriel. «Fuimos emigrantes en los años 60. Yo era una niña y me marché con mucho dolor. Dejas tu casa, tus amigas, la naturaleza, la Cepeda...». Se crió en París y se casó con un francés. Después de recorrer mundo por el trabajo de su marido, con 49 años, decidió volver a su pueblo. «Mi esposo estaba enfermo y le traje aquí para poder ayudarle. París no era el mejor sitio», explica. En 2008 falleció y desde entonces vive entre el pueblo y sus viajes a Francia.
La naturaleza es lo que más aprecia de la vida rural. «Nunca me adapté a la mentalidad de la gente aquí. Es muy difícil y estoy bastante sola», asegura. Pero se ha adaptado. «Tengo mi biblioteca, mi música y el campo». Y los viajes a Francia. «Tengo mi vida. Estoy y no estoy».
«Me volví a marchar». comentó el fotógrafo Andrés Martínez Casares ante la petición lanzada en redes sociales para aportar testimonios al reportaje.
«Viví en Asturias, La Coruña y los últimos 27, antes de regresar a Babia, en Madrid. En Babia llevo once años, viviendo, lo otro fue sobrevivir», comentó Elías Valcárcel.
«Me resultaba atractivo el vivir con mi familia y amigos y en el pueblo, pero fácil no es», señala Luis Ángel Díez. «León es un infierno para un trabajador. Si eres trabajador por cuenta ajena te enfrentas a salarios por debajo de la media española y unas condiciones laborales, en muchos casos, típicas de otros tiempos. Por otra parte, emprender está difícil», valora este hombre que volvió a su pueblo. "Ha sido duro, ahora disfruto de mi pensión".