¡A tu salud!
S alen a veces de la tumba de mi abuelo Severino sonidos encajonados y no sabría decir si son de admiración o perplejidad. Solía hacerlo a menudo en vida cada vez que le adelantaban por la izquierda los avances industriales y el descaro de los tiempos. La última vez de esos sonidos, que aterran poquito o nada, fue anteayer, me dicen, un suspiro de ultratumba que apenas dio sustito a dos mujeres afanadas en limpiar la tumba contigua. Y es que una de ella aseguraba que en no sé qué restaurante les habían cobrado siete euros por una botellita de agua mineral, un tercio no más... lo que pone el litro en veintiuno, ¡válgamediós!... Sin duda Severino se hizo esa cuenta (toda su vida la echó en echar cuentas) y no pudo reprimir un exclamado asombro. ¡¿Cuesta un litro de ese agua como cinco litros de gasolina?!... Si la vendemos a los árabes, negocio redondo: petróleo gratis y además un 300% al trueque. Apuesto a que ya no deja Severino de hacer cuentas y cábalas del negocio que ahí tendría León con « tantos ríos, tantas fontes, tantos regatos pequenos... adiós, adiós » (cante Amancio Prada). Pero habré de informar al abuelo, ese mercado ya está pillado y el agua embotellada es filón fabuloso en todo el planeta, industria con botas de siete leguas... écheles un galgo, abuelo.
Le obsesionaba el agua a Severino. Hablaba orgulloso y aprendido de su pariente el tío Vicente que tiene estatua en Santa María de Ordás por ponerse burro y demostrar que podía hacerse correr el agua hasta por la pared vertical de un monte para redimir a ese pueblo pedregoso que se hizo huerta y surco largo. Hoy calcularía Severino que si las sequías se empeñan en desecar tanto pantano, el agua embotellada disparará el negocio desde la garrafa barata hasta ese botellín del hostión en la cuenta. Las aguas virtuosas o de origen tienen ya gran mercado. Un restaurante orensano farda de ofrecer 150 marcas y procedencias. Como los vinos ya. Ya de gourmet. Ya postureo. Y ya el pijo vegano en terraza vip lamentará tus chuletones y brindará ¡a tu salud! con una copa de aguas de Carabaña.