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Covi y José, pastores trashumantes. DAVID CAMPOS 2024

Publicado por
EL RETROVISOR ALBERTO FLECHA

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La trasterminancia es una trashumancia en pequeño. Dice Google maps que entre Turcia, en la Ribera del Órbigo, y Robledo de Babia hay ochenta kilómetros y una hora de viaje. En coche, por supuesto. Si el camino se hace pastoreando un rebaño de mil quinientas ovejas, como hacen Covi y José, entonces hablamos de cuatro días con sus noches cruzando montes y valles, atravesando la Cepeda, cruzando Omaña, caminando por Luna y Babia un paso detrás de otro al ritmo de balidos y cencerros.

Todavía queda un pastor que sigue viniendo desde Extremadura y echa un mes caminando, dice José mientras se sirve vino en un vaso de plástico. Estamos cenando con ellos bajo un roble en una campa de Soto y Amío. Algunos mosquitos revolotean alrededor del foco que alumbra una mesa a la que también se sientan los padres de Covi. Cuando era pequeña, nosotros teníamos algunas ovejas en casa, ¡y a mí no me gustaban nada! Recuerda ella con una carcajada. Pero conocí a José y ya ves.

Normalmente Covi y José viven en la Ribera la mayor parte del año. Cuidan las ovejas por los montes de Turcia y Armellada y venden los corderos. Nos cuentan que esto de subir de las riberas a los puertos de montaña es una actividad que no sobrevivirá a su generación. José echa cuentas de memoria: Babiano, Domitilo, Cándido… Creo que no llegarán a veinte los pastores que suben a Babia, dice recostándose un poco en la silla.

-¿Y eso qué consecuencias tiene?

Hombre, pues por ejemplo mira la campera del Cuartero de Mallo, desde que no pasa el ganado está cubierta de maleza, ¡y eso con los incendios es un problema!

Hoy la noche está estrellada y las constelaciones avanzan por el cielo como rebaños lejanos.Tras la cena nos cuentan que la etapa de mañana va a ser dura. Pero también, nos dice Covi, es la más bonita. Hay que pasar las Brañas de la Urz, el Monte de los Frailes, San Lorenzo… Las ovejas caminan por lo alto a la vista de los cordales cantábricos, también por caminos que discurren a la sombra de los robles mientras el eco de sus cencerros resuena por vallinos llenos de verde. Escuchando a Covi entendemos que no quiera vivir nunca en una ciudad.

La velada se va apagando entre historias de lobos, del mísero precio al que está la lana o de lo dura que es la vida del pastor. De pronto, Paloma, la burra del rebaño, se ha acercado a la mesa y, agarrando con los dientes una bolsa de naranjas, se aleja con ellas saltando en la oscuridad. Todo el mundo se echa a reír. Y nosotros pensamos que en un viaje como el que va de Turcia a Robledo, con sus cuatro días y cuatro noches, pasan muchas cosas, tantas que ni Google maps ni las escasas líneas de este texto son capaces de reflejar.

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