El epicentro del golpe de Franco en León ahora es el jardín Romántico
Un memorial del cuartel del Cid. Las obras en el jardín del Cid remueven su memoria. Una iniciativa ciudadana pide que una placa recuerde que fue el cuartel donde se consumó el golpe de Franco en León y se juzgó y condenó ilegalmente a cientos de republicanos y republicanas.
El jardín del Cid se ha popularizado en la ciudad con el nombre de ‘jardín Romántico’ y su éxito ha bautizado al barrio como uno de las zonas de vinos icónicas de la capital. Pocos recuerdan en León que sobre este solar frondoso, desde el que se accede a uno de los tramos de la Muralla Romana, albergó un cuartel militar.
El ‘cuartel del Cid’, como se conocía al recinto militar ocupado por el Regimiento de Burgos 36, estuvo operativo desde 1894 hasta 1953, año en que los militares se trasladan al cuartel de Almansa. Hasta el 4 de enero de 1968, cuando sufre un incendio que llevó a su derribo, fue usado como sede provisional del grupo escolar Ponce de León. Se perdió la biblioteca y valioso material escolar. En 1972 el solar fue transformado en zona verde.
La antigua mansión de los señores Ramiro Díaz de Laciana y Quiñones y María Páez de Cepeda y Sotomayor, a partir del siglo XVII tuvo variados usos: convento de las Agustinas Recoletas, asilo de menesterosos, Cabildo isidoriano, Diputación, Hacienda y Regimiento de Burgos 36.
El cuartel del Cid fue «de importancia capital para el triunfo del golpe militar» del 18 de julio de 1936 y «para el devenir y las vidas de sus habitantes», señala José Cabañas, investigador de la represión franquista. «En las fechas del golpe militar el Cuartel del Cid albergaba uno de los dos Batallones del Regimiento (el numero 2), y ocupaba el número 1 el astorgano Cuartel de Santocildes», apunta.
Para alejarlos
El golpe triunfó en la capital leonesa y en la maragata dos días después de la sublevación de Franco en África. El 20 de julio de 1936, a las dos y cinco minutos en León y en torno a las 16.15 - 16.30 en Astorga, se materializó la «conjura» de la sublevación en ambos acuartelamientos «en complot con algunos de otras fuerzas armadas y de Orden Público», señala. Durante esos dos días cruciales, el cuartel del Cid vivió un intenso trajín. De un lado, «los leales (a la República), preocupados por el riesgo de sedición y por las posibilidades de impedirla», acudieron a este recinto a lo largo de las jornadas del 19 y el 20 de julio de 1936. El general inspector del Ejército Juan José García Gómez-Caminero llegó en la mañana del 19 de julio enviado por el Gobierno «para impedir la rebelión militar en ciernes en Galicia y en León», señala Cabañas.
De otro, «en la Sala de Oficiales del Cuartel ultimaban aquellos cruciales días los conspiradores los detalles y la ocasión para alzarse en armas, y en ella parlamentaban varias veces con los miembros del Comité de Defensa de la República y las autoridades civiles, provinciales y locales, así como los representantes políticos y sindicales que lo formaban».
De su armería salieron, la tarde del 19 de julio, los fusiles «manipulados e inservibles» que entregaron a los mineros asturianos que llegaron a León, en su paso a Madrid, para defender a la República. Un engaño en el que participaron militares y civiles fieles al gobierno democrático que luego fueron víctimas de los sublevados. A las dos y cinco de la tarde del 20 de julio, salieron del Cuartel del Cid las tropas armadas al mando de los militares sublevados «y a ellas se sumaron las fuerzas de la Guardia Civil y a a las de Asalto ‘fusilando el cielo y la tierra con sus disparos’, disparando contra sus compatriotas civiles inermes e imponiéndose sobre ellos ya al inicio de la noche».
«Desde aquella misma tarde fue el Cuartel del Cid el epicentro del poder militar en la provincia de León». El día 21 de junio partían del Cid y de Santocildes «columnas militares, integradas también por otras fuerzas, en razias de ‘limpieza’ y ‘pacificación’ (de castigo y de conquista) para asaltar y tomar los todavía territorios leales del Bierzo y la Montaña leonesa», donde la guerra se prolongó hasta septiembre de 1937.
El cuartel del Cid, del que salieron batallones para luchar contra las fuerzas republicanas del frente norte, se convirtió en una de las sedes de los consejos de guerra, junto con el palacio de los Guzmanes, ya entonces sede de la Diputación provincial. La sala de justicia del acuartelamiento fue testigo de cientos de juicios, declarados ilegales tras la ley de memoria histórica de 2007. Las condenas a muerte ante un pelotón de fusilamiento en Puente Castro o por garrote vil en la prisión provincial se sucedieron durante la guerra y la posguerra. «Además de las nueve Prisiones de Partido, la Prisión Provincial, la Prisión Militar de San Marcos, y la astorgana Prisión de Santocildes) los propios calabozos del Cuartel, también usados desde el triunfo de los golpistas», subraya el informe al detallar la represión en la provincia. También lugar de torturas.
Ahora quieren que el Jardín del Cid, que es objeto de una remodelación, sea un lugar de memoria democrática. Así obra en una petición particular que avala el informe de Cabañas y como tal lo va a solicitar la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) al Ayuntamiento de León.
El texto propuesto para la placa, tendría que contar con el acuerdo de la Corporación y diría: «Este Lugar de Memoria fue de 1894 a 1967 Cuartel del Cid, sede del Regimiento Burgos 36 / Consejos de guerra condenaron en el Cuartel durante la Guerra Civil y la posguerra injustamente a muerte y a prisión a numerosos republicanos y republicanas, y en sus calabozos penaron cárcel muchos inocentes. En memoria de todos ellos. Y para que hechos como aquellos nunca más sucedan».