La casa de Olegario Llamazares

L eón, junio de 1946. Prudencio Barrenechea y Felipe Moreno firmaron este edificio promovido por Olegario Llamazares en un solar entre medianeras de la entonces Avda. de José Antonio, (hoy Gran Vía de San Marcos), cuyas obras dirigieron con Eduardo Magdalena como aparejador. Levantaron el edificio con estructura mixta de muros de carga y pórticos de hormigón. Excavaron un sótano parcial para calefacción, carboneras, cochecitos de niños y bicicletas. La planta baja para comercios y el portal con escalera y ascensor. Y cinco plantas con 10 viviendas distribuidas por pasillos en torno a un pequeño patio interior. El alzado a la calle, simétrico y tripartito. Basamento en dos niveles revocados, abajo sencilla portada con bella cerrajería entre los escaparates de las tiendas, y en el primero huecos enmarcados en serie. El cuerpo noble con un frente central de ladrillo visto sobre balconada del mismo hierro trabajado ante vanos verticales bajo ventanas cuadradas también bordeadas sobre repisas. A ambos lados, dos cuerpos cerrados, estucados y volados con esquinas cóncavas sobre ménsulas fingidas y vanos cuadrados sobre repisas con sus bandas horizontales dibujadas en proyecto, hoy lamentablemente borradas tras la última limpieza de cara. Y arriba el tercer orden con destacado arquitrabe sobre consolas, ventanas recercadas entre paños de ladrillo y balcones sobre los miradores bajo un atractivo alero de obra con sofito moldeado… En su memoria del proyecto, Barrenechea y Moreno escribieron: «…buscamos obtener un aspecto agradable de la fachada, dentro de la sobriedad de sus líneas generales, variando la tonalidad por el empleo del ladrillo descubierto, en contraste con el revoco pétreo… cuidando con esmero la construcción de los retallos para conseguir las diferencias de luz y sombras proyectadas»… Arquitectura de ladrillo y «piedra», de raíz académica acorde a los severos «protocolos historicistas autárquicos»… Hija de su tiempo y testimonio de una época caracterizada por la construcción de viviendas tradicionales tras fachadas simétricas, equilibradas y ordenadas rigurosamente para imponer su presencia en la ciudad al abrigo de un extemporáneo, pero depurado neoclasicismo.