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‘El Aceitunero’ de Mansilla de las Mulas, inmortal en un mural

Las gloriosas ferias en un esgrafiado. Un taller del Centro de Oficios Tradicionales de Mansilla de las Mulas Homofaber ha inmortalizado en un mural con relieve la época gloriosa de la villa famosa por sus mercados y ferias con personajes como Pedro el Aceitunero, las pescaderas y el gaseosero de La Mansillesa.

El carro tirado por un burro con el repartidor de gaseosas La Mansillesa. RAMIRO

León

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«Soy el último arriero vivo de la provincia», afirma Pedro Hernández, el Aceitunero, apoyando sus 93 años sobre las muletas que le ayudan a caminar y en un alarde de sus dotes de vendedor ambulante que fue prosperando «a base de bien» al pairo de la ajetreada vida comercial de Mansilla de las Mulas.

Pedro, el Aceitunero, es de Serranillos (Ávila), un pueblo a las puertas de la sierra de Gredos con fama de ser «el que más aceitunas de España vende y no cosecha ninguna». Sus limpias y frescas aguas de montaña son el secreto. «En lugar de sosa, curamos las aceitunas con el agua», explica el hombre mientras la silueta de su rostro y las mulas en las que llevaba la mercancía salen, en relieve, del esgrafiado en el muro de la antigua casa Modino, una de las populares posadas que había en Mansilla para acoger a los feriantes que acudían a sus citas.

«Ya tenía ahí veinte años», dice como si fuera muy mayor. No es extraño, pues con 12 o 13 años «vine con mi padre a Villamarco, porque era muy sordo». El chico le servía de ayudante y de intérprete. De aquella primera estancia en tierras leonesas recuerda que «no podíamos salir porque llovía mucho».

El carro tirado por un burro con el repartidor de gaseosas La Mansillesa.ramiro

Al año siguiente se instalaron en Santas Martas, porque «tenía cerca la estación» y con el tiempo se aposentaron en Mansilla de las Mulas, que tenía mucho mercado y movimiento por las ferias. La de San Martín, por el 11 de noviembre, era la más popular y concurrida en la plaza del Arrabal, del ganado o de los gochos.

Los mercados de los martes se hacían en la plaza del Grano, que aún conserva gran parte de sus portales porticados y también queda inmortalizada en el mural hecho con la técnica del esgrafiado en el curso que oferta el Centro de Formación de los Oficios Tradicionales Homofaber y que dirige la mexicana Kimberly Bárcenas, licenciada en Bellas Artes en Puebla y con grado en Revestimientos Murales en Segovia.

 DL

Una veintena de personas procedentes de ocho países y diversas provincias de España —tan solo dos de León— participan en el curso de estucos esgrafiados con cal que culminó ayer con la finalización del mural que rinde homenaje a las glorias comerciales de Mansilla de las Mulas. Han venido desde Francia, Suiza, Estados Unidos, Chile y Portugal y también de Asturias, Extremadura, La Rioja, Madrid y Cataluña.

«El esgrafiado es una técnica tradicional extendida en España que se realiza con morteros de cal y arenas y pigmentos minerales para el color», explica Kim Bárcenas. «La cal es un elemento muy resistente para construir y su aplicación en un muro la realizamos sobrecolocando capas para luego poner el diseño por medio de una incisión», añade. Para que el color de abajo se vea han usado el rojo. «Es una técnica de bajorrelieve con la que hay que trabajar en húmedo para hacer el esgrafiado.

«Es un mural participativo que refleja la historia del pueblo», subraya. Una época dorada que no volverá tal como era, pero que Mansilla de las Mulas no quiere olvidar para afrontar el presente y el futuro. Un pasado del que Pedro el Aceitunero, uno de los personajes inmortalizados en el muro, es testimonio vivo. «Era una vida muy esclava, pero muy buena. He tenido de todo», dice este hombre que se enorgullece de que el negocio que inició con su padre como arriero y que fortaleció junto a su esposa María continúa vivo de la mano de su nieto Paco en la tienda de ultramarinos El Aceitunero donde se precian de vender aceitunas variadas y de gran calidad.

Sacando el relieve de las letras de Mansilla de las Mulas.

ramiro

Un negocio que es fruto del esfuerzo y del tesón emprendedor que debe ir en los genes de los de Serranillos. De este pueblo proceden también los fundadores de El Serranillo de León, apellidados Hernández, igual que Pedro.

Recuerda este hombre nonagenario sus comienzos en Mansilla de las Mulas, cuando «dormíamos en una saca de paja, en los comedores o en las cocinas» y cuando «me ajusté por 18 pesetas a cambio del desayuno, la cena y la paja para la mula». Eran Cenobia, Tomasa y Angelita las mujeres que atendían la posada.

El mural está a la entrada de Mansilla de las Mulas, sobre una pared de la antaño famosa casa Modino. ramiro

Antes que para cama propia, Pedro alquiló «un cuartito para meter mi mercancía». Durante el invierno, «como nevaba tanto, daba vueltas por el pueblo y me compraban todos los bares» para las tapas con aceitunas o escabeche. Cuando el tiempo se ponía bueno, Pedro el Aceitunero iniciaba su periplo por los pueblos de la contorna. Puente Villarente, La Aldea y Gradefes eran paradas habituales.

Al principio iba con dos mulas y con el tiempo, a Gradefes, la llevaban las aceitunas en un camión de La Alegría y desde allí repartía a Nava, Valdealcón, Garfín, San Bartolomé y otros muchos pueblos. Con el tiempo y las ganancias que iba haciendo compró un carro. Pero el gran salto lo dio cuando compró su primer furgón. «Un Mercedes de los que no había por León con matrícula 33500», recuerda. Alquiló una casa por cien pesetas en la plaza de los Gochos y después por 500, hasta que compró casa propia. Con la furgoneta iba también a Valencia de Don Juan y más pueblos. Además, en Mansilla de las Mulas abrió la tienda que atendía su mujer. 

Desde Serranillos

Pedro el Aceitunero llegó a la comarca con 12 o 13 acompañando a su padre que «era muy sordo»

Es la historia de un hombre que se adaptó a las circunstancias y aprovechó cualquier filón para vender. Como hacían las pescaderas o la fábrica de gasesosas La Mansillesa que también aparecen retratadas en el mural, junto al mercado de la plaza del Grano. Estos personajes representan a muchos más que pululaban por Mansilla, desde vendedores de chucherías a churreras, castañeras, zapateros, hosteleros...

Foto de familia.DL

Mónica Martín Sisí, fundadora de Homofaber con Francisco Azconegui, ya jubilado, destaca la aportación colectiva, además de mano de obra, en los materiales y la infraestructura. «Agradecemos la colaboración de todo el equipo del Ayuntamiento de Mansilla de las Mulas, a los fabricantes de cal Ciaries y Gordillos, al comercio local de materiales de construcción de Juventino Álvarez y a los vecinos de Mansilla, en particular, a José y Yeray que nos han cedido el muro». «El mural refleje una época gloriosa en Mansilla, y también la trashumancia y la inmigración», apostilla.

En Mansilla

Una veintena de personas participa en el mural de esgrafiado que rinde tributo a las ferias

El relieve de Pedro el Aceitunero sale de una fotografía de la época en que andaba con mulas. Aldo Muzareli, un pintor venezolano que ha venido al curso desde Estados Unidos, y Pilar Domínguez, una ingeniera de obras públicas, se han ocupado de hacer las incisiones para sacar el relieve de este personaje del muro. Es la cuarta vez que Aldo acude a un curso con Homofaber. «Tenía interés en hacer pintura al fresco y me salieron dos cursos, uno en Madrid y otro aquí», apunta. La elección final, aparte del precio, la decidió el nombre de su madre: «Se llama María Sandoval y el taller se hacía en Santa María de Sandoval». Pilar, que da clase en una FP de construcción, busca formación en técnicas diferentes y destaca el «buen ambiente» y el intercambio de experiencias.