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Cocaína y opioides en las élites laborales

Eliene Zimmerman desnuda en su libro Bofetón el consumo de drogas en los entornos de éxito profesional y económico en un relato contado desde el descenso a los infiernos de su expareja

Trabajo implacable y poca autonomía, caldos de cultivo para las adicciones. TUNGNGUYEN0905

Publicado por
Doménico Chiappe
León

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Trabajaba en un despacho de abogados de la élite y acababa de comprar una casa de casi dos millones de euros. Siempre había antepuesto sus responsabilidades laborales al tiempo familiar, pero había comenzado a dormitar en sus ratos libres, incluso en el sillón expuesto en una tienda, y a desatender a sus hijos cuando se quedaban con él tras el divorcio. «Apático y pálido», le describiría luego su expareja, Eliene Zimmerman, en el libro Bofetón , editado por Yonki Books. «Muy delgado, tembloroso y agotado». «¿Te encuentras bien? ¿Te pasa algo?», le preguntaba y él respondía: estoy bien, y culpaba al trabajo o a un extraño síndrome que decía le habían diagnosticado. Todo falso, como sabría en poco tiempo Zimmerman, pocos meses después, cuando le encontró muerto en el baño de su dormitorio, con una dosis de cocaína y opioide preparada en el lavabo y otra pinchada en unas amoratadas extremidades.

En este libro, la autora desmitifica la idea de que los que mueren de sobredosis son personas marginales y sin recursos. Tras aquella muerte, Zimmerman quiso demostrar que la adicción «no es en absoluto una excepción» en profesiones con una dinámica agobiante. «Cualquier bufete de abogados o cualquier empresa que promueva una ética de trabajo implacable, en la que se trabaje muchas horas, conceda muy poca autonomía y tenga una cultura que imponga: ‘lo que el cliente quiera, hágalo, sin importar el costo personal’, tendrá empleados sobrecargados, muy estresados, ansiosos y deprimidos. Y esa es una receta para el abuso de drogas y alcohol».

Distintas drogas

Cuando Zimmerman revisó el móvil de Peter vio que su último uso fue para reunirse con un cliente. Los años posteriores encontró que los abogados solían consumir opioides, cocaína, anfetaminas con receta (adderall), marihuana y alcohol; los financieros, cocaína y medicamentos para tratar el trastorno de déficit de atención y la narcolepsia; los informáticos, opioides; los médicos, LSD... «Algunos profesionales a quienes entrevisté saben que tienen un problema de drogas pero no buscan ayuda, muchos están en recuperación y otros consumen pero sienten que no tienen un problema», escribe Zimmerman.

El entorno quizás lo sepa y prefieran ignorarlo o no se da cuenta, como ella misma. «Espero que cuando la gente lea mis memorias, sean conscientes de sus propios prejuicios al asumir qué tipo de persona es un adicto. Porque no existe un único tipo de persona que desarrolle una adicción», responde.