La esperanza de vida se recupera tras el frenazo por la pandemia
El Informe del Sistema Nacional de Salud 2023 que publica el Ministerio de Sanidad sitúa a Castilla y León como la autonomía con el índice de dependencia más alto
Las listas de espera de la sanidad española continúan el empeoramiento iniciado hace cuatro años, cuando el test de estrés de la pandemia sacó a la luz las carencias y problemas de hospitales y centros de salud. No son dilaciones pequeñas. Tanto los tiempos de acceso al médico de familia como a los servicios hospitalarios se han disparado.
Ocho de cada diez españoles que el año pasado pidieron cita con su médico de cabecera debieron esperar una media de 9,1 días para poder contarle su problema. Solo el 21%, uno de cada cinco, consiguió hablar con su facultativo de atención primaria el día después de solicitar la cita o al siguiente, según lo certifica el propio informe oficial del funcionamiento del Sistema Nacional de Salud, publicado este lunes por el Ministerio de Sanidad.
Estos datos empeoran los ya muy malos de 2022, cuando solo el 24% (tres puntos más) logró acceder a la consulta de su centro de salud en las 48 horas siguientes a la cita. El 76% restante, que se vio condenado a una larga espera, no logró hablar con su doctor hasta pasados 8,8 días. Pero para comprobar de verdad la saturación que ha alcanzado sistema hay que comparar las esperas de 2023 con las de 2019, antes de que la covid abriese las frágiles costuras de los ambulatorios. Quienes entonces conseguían ver a su médico de familia en los primeros dos días eran el 43,3%, más del doble que hoy, y los centros de primaria más abarrotados no superaban los seis días de espera (5,8), un tercio menos que ahora.
El empeoramiento del acceso a la atención especializada es menos pronunciado que en primaria, pero las dilaciones son notables. Los ciudadanos a los que su médico de familia derivó el año pasado a un especialista tuvieron que esperar de media casi tres meses (87 días) para que el facultativo les recibiese y diagnosticase antes de poder iniciar el tratamiento. Son ocho días más que solo un año antes. Una espera un 10% superior.
El deterioro en las áreas quirúrgicas hospitalarias continúa, pero parece que no va a más. La espera media para someterse a una cirugía programada no urgente fue en 2023 de más de tres meses y medio (112 días). Eso sí, un día menos que el año anterior.
Con estas esperas, no sorprende que la valoración que los españoles dan al sistema sanitario no haya salido de los mínimos a que cayó tras la pandemia. La nota de conjunto es un 6,27 sobre 10, casi medio punto por debajo de la que le otorgaban antes de la crisis del covid, que era el 6,74. Lo único positivo es que parece que al menos la insatisfacción ha tocado suelo. Los doce últimos meses no han profundizado el bache de confianza detectado el año anterior, cuando la valoración global cayó al 6,3.
Como era de previsible, la peor calificación es para las consultas y para los servicios de urgencia, tanto de los centros de centros de salud como de los hospitales, por ser las áreas más saturadas. A duras penas mejoran el 6. La mayor valoración se la llevan las emergencias sanitarias del 112 y la atención prestada en las plantas y quirófanos de los hospitales, con 7,4 y 7,2 puntos, respectivamente. Falta de coordinación Este notable retroceso de la valoración se aprecia aún mejor cuando se le pide a los ciudadanos que describan el funcionamiento de la estructura sanitaria pública. Solo el 56,7% indica que funciona bien o bastante bien. Son casi 15 puntos menos que en 2019 o, lo que es lo mismo, un 20% de descenso entre quienes ensalzan el buen funcionamiento de la prestación. Más de la mitad de los consultados considera que la coordinación entre la atención primaria y la hospitalaria es solo regular, mala o incluso muy mala. Los que así piensan son diez puntos más que antes de la pandemia, con otro 20% de aumento desde 2019.
Salud de los españoles
El informe incorpora también datos sobre el estado actual de la salud de los españoles. Entre los negativos está que hasta un tercio de la población sufre problemas de salud mental, elevándose a un 40% cuando se habla de mayores de 50 años y llegando a la mitad a partir de los 85. El diagnóstico principal en un tercio de estos pacientes son los ataques de ansiedad (que sufren el doble las mujeres que los hombres), seguido por los problemas del sueño y las patologías depresivas.
El porcentaje de ciudadanos con estilos de vida negativos es bastante alto. Un 20% de los adultos son obesos, un 40% son sedentarios y en dos de cada diez el consumo de frutas y verduras es insuficiente. El 20% fuma a diario, el consumo medio de alcohol es elevado (con especial problema entre los jóvenes), dos de cada diez adolescentes fumaron porros en el último año y el 5% de ellos hace un uso problemático de los videojuegos.
Otro de los datos singulares del informe lo marca el índice de dependencia, que en España se sitúa en el 53,4% (30,9% en personas mayores y 22,5 en jóvenes) y que se dispara hasta el 63% en Castilla y León, a la cabeza del territorio nacional.
Datos positivos
También hay algunos datos positivos. Tras el frenazo por la covid, la esperanza de vida sigue su mejora, recuperando casi un año desde la pandemia y manteniéndose entre las más altas del mundo. La media es de 83,1 años, pero con 85,7 años para las mujeres y 80,4 años para los hombres. Aún así todavía está por debajo de la media general de 2019, que fue 83,8 años. En Castilla y León alcanza los 83,7, solo por debajo de Madrid (84,8) y Navarra (83,9).
Otro aspecto muy positivo es la prevención de enfermedades muy graves. Los mayores de 65 años se están vacunando contra la gripe un 25% más que antes de la pandemia y cada vez participan más en los cribados públicos para la detección temprana de cánceres como los de colón.