Familias de acogida: «Cuidamos de menores vulnerables hasta que puedan volver con una familia»
Acogimiento familiar. Treinta menores esperan en los centros de los servicios sociales de León un hogar temporal. En el programa en el que colabora Cruz Roja hay 70 niños y niñas acogidos en 54 hogares de la provincia. Tres familias cuentan en este reportaje su experiencia y animan a participar.
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Treinta menores de León esperan en los centros dependientes de los servicios sociales de la Junta de Castilla y León para ser acogidos temporalmente por una familia. Son niños y niñas separados de sus progenitores provisionalmente por diversas situaciones de desprotección.
El servicio de acogimiento familiar, puesto en marcha por la Junta de Castilla y León en el año 1989, ofrece la oportunidad de sacar a los menores de los centros para que puedan vivir en un entorno hogareño. En la provincia de León hay 54 familias que asumen el acogimiento de 70 niños (algunas familias tienen en sus casas a más de un menor).
El programa, gestionado por Cruz Roja, busca familias decididas a ofrecer a los menores una oportunidad de desarrollo, socialización y cuidados en un hogar seguro hasta que sus circunstancias familiares se resuelvan. Ninguna familia de acogida puede optar a una adopción y su ofrecimiento siempre es con carácter temporal.
Elisabet Marcos Pintado y Pablo Saldaña García decidieron hace diez años acercarse a un programa que conocieron por los carteles en las campañas de información de la Junta de Castilla y León. Desde entonces han acogido en su casa a varios niños y niñas en situación de riesgo. «Yo tenía treinta años y vi un cartel de Cruz Roja y la Junta de Castilla y León. Pregunté y lo hablé con mi marido y decidimos iniciar los trámites», recuerda Elisabet. Tras un proceso de formación de seis meses, quedaron inscritos en un registro como familia de acogimiento. «Cada familia ofrece las posibilidades que tiene y se valora la capacidad económica, que no haya enfermedades mentales o infeccioso contagiosas, estabilidad laboral, etc». Hay pocas familias que se descarten para el programa en este proceso. «En el registro ya queda constancia del tiempo que tienes disponible, si es temporal, para los fines de semana, hasta que sean mayores de edad, cada una tiene sus circunstancias. Hay varias opciones según tus circunstancias». La Consejería de Familia, que es la que tiene la responsabilidad de protección de los menores, sufraga los gastos básicos de primera necesidad durante el tiempo que dura el acogimiento. Pero los menores encuentran en los hogares mucho más.
Los técnicos de los servicios sociales estudian y valoran la idoneidad de las familias que se ofrecen, siempre priorizando el bienestar de las criaturas. «El objetivo es buscar la estabilidad de los niños y las niñas. La prioridad, siempre, es el bienestar de los menores», asegura la trabajadora social del programa, Camino Sanz.
Los servicios sociales son los que determinan el contacto de los menores con la familia biológica. «Se estudia cada caso y se decide en qué momento se establece una relación con la familia biológica, ya sea con los progenitores o la familia extensa, como abuelos o tíos, o, por el contrario, no se prevé ese retorno. La relación con la familia biológica no es el motivo del acogimiento, Las familias asumen el cuidado y las necesidades de los menores, pero es el personal de los servicios sociales el que establece la relación con la familia biológica».
Para Noelia Fernández y Javier Ángel Miguélez es la primera experiencia como familia de acogida y, en su caso, se ha establecido ya un programa de relación del menor con la familia biológica para un posible retorno. «El niño va a cumplir tres años. Llegó a nuestra casa en el mes de octubre y desde el primer día se mostró muy cariñoso, nos lo puso muy fácil». Noelia y Javier tienen dos hijas gemelas adoptadas. «Fue una razón más para el acogimiento», aseguran. Javier destaca que siempre han pensado en el bienestar del niño «y en el trato no hacemos diferencias con nuestras hijas».
Una de las características del programa es la temporalidad, que las familias tienen siempre muy presente. «Sabemos que en algún momento se irán, que volverán a sus casas o serán adoptados por otras familias. Nuestra aportación es el cuidado temporal para que no estén en un centro, que tengan un entorno familiar. El tiempo máximo que hemos cuidado de un menor al que hemos acogido ha sido de dos años y medio», asegura Elisabet. «Tenemos claro que no somos sus padres, no son nuestros hijos, pero les damos cariño y les ofrecemos protección. Queremos lo mejor para ellos y lo mejor es que encuentren una familia definitiva, por eso sabemos que se tienen que marchar en algún momento».
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La trabajadora social, Camino Sanz, asegura que el objetivo de los servicios sociales es trabajar para que el menor pueda retornar con su familia biológica o extensa. «Pero la experiencia es que el porcentaje de los que vuelven con sus familias es muy bajo».
El acogimiento familiar es un cuidado alternativo para los niños y niñas que no pueden ser atendidos por sus padres por diversas razones, bien por negligencia y desprotección, desatención en el cuidado o en la escolarización, consumo de drogas o problemas de salud mental.
La familia de acogida seleccionada cuida y atiende bajo la modalidad de guarda al niño, niña y adolescente durante el tiempo que dure la medida de protección.
María Teresa Campillo y Jorge Riesco (que no puede participar en este reportaje por razones laborales) han acogido a seis menores en cuatro años. «No conocía este programa hasta que un familiar me habló de él. Tuvimos a un niño dos años y diez meses. Intentamos vivir el día a día, sin pensar en que en algún momento se tienen que ir. Para nosotros la experiencia es positiva y animo a otras familias a que se apunten al programa porque hay muchos niños que lo necesitan».
«El problema que tiene el programa de acogimiento familiar es que hay mucha gente que lo desconoce», asegura Javier Ángel Miguélez. «Somos muy consciente de que nos llevamos a casa al hijo de otra persona y de que lo tenemos que cuidar».
«Se les coge mucho cariño». Elisabet describe lo duras que son las despedidas: «A nadie le gusta, pero es por el bien de los niños. Sabemos que donde vayan van a estar bien y nosotros sólo somos un puente hacia donde tengan que llegar».
La inestabilidad laboral, las dificultades económicas o el desconocimiento del programa han provocado un descenso de familias que se ofrecen para acoger a menores y adolescentes en situación de vulnerabilidad, aunque también hay personas que están en el programa desde hace treinta años. «Hay familias que llevan treinta años acogiendo. La edad en la que puedes participar no está establecida en el programa. Lo único que se valora es la estabilidad y la motivación. Algunas tienen 75 y 77 años y por su vitalidad y forma de vida siguen cubriendo las necesidades de los niños en periodos de tiempo cortos, sobre todo los que son más pequeños», destaca Camino Sanz.
Los treinta menores que están a la espera de un acogimiento familiar en León tienen entre 0 y 17 años y cuentan con un expediente de protección abierto derivado de la situación de desprotección social, por lo que necesitan la separación temporal de su familia de origen. El acogimiento puede prolongarse hasta los 21 años.
Las familias que participan reciben orientación y acompañamiento especializado para el desarrollo de las funciones que tienen encomendadas.«Acoger no es de gente extraordinaria. Si quieres puedes. Al principio tienes miedo, pero una vez que has acogido la primera vez ya quieres repetir».